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2021

Por Ankaret Alfaro

Durante la última década, el feminismo logró captar atención de nuevo, volvió a llenar (colectivamente) nuestros corazones de rebeldía, nos sacó del individualismo y comenzó a presentarnos nuevos horizontes, a señalar y nombrar injusticias y necesidades que antes no eran nombradas; el movimiento se volvió verdaderamente fuerte en los últimos años, nos llenó de ilusión, ternura, fuerza: el reconocimiento y los cambios que éste conlleva, dieron frutos.

Pero, algo raro estuvo pasando durante este año que nos la pasamos contándolo a susurros y aún lo vemos algo borroso, y es que nos fragmentamos, en múltiples y -diversos- pedazos. Para muchas es una situación frustrante, cansada, inaceptable. Para mí, es señal (ciertamente paradójica) de unidad, aunque lo olvidemos. Somos parte de un mismo elemento, que busca lo mismo, de acuerdo con su situación y necesidad. Pero se agrava: la supuesta conciencia se ha convertido en un cierto nivel de altanería, la diversidad la hemos señalado como oposición, los conocimientos como verdad absoluta, las correcciones como ataques, los desacuerdos como tibieza, y nos hemos cerrado.

En ese sentido, sin continuar con el aire pesimista, quiero compartir mis deseos colectivos de fin de año.

Hemos perdido la delicadeza de hacer análisis de nuestra realidad, de observar nuestras diferencias y obstáculos, por lo que deseo que la cancelación a otras mujeres cese y que comencemos a trabajar desde lo que nos une y articularnos así desde nuestra diversidad y la misma diversidad de nuestras necesidades y dejar de reproducir las violencias patriarcales que se colaron entre nosotras. 

La pandemia nos ha desmovilizado, no totalmente, claro, pero sí logró desarticularnos en el sentido de que no estamos siendo visibles en el espacio público, interrumpió la racha de grandioso trabajo que estábamos realizando allá afuera, por lo que también deseo que en cuanto nuestra salud deje de correr tanto peligro, retomemos con el triple de fuerza las calles, a pesar de que el escenario sea distinto y tengamos que enfrentarnos a una realidad diferente a la de hace un año, hagamos saber que no nos apagamos, sino nos multiplicamos.

Cada una debe ser consciente de sus privilegios, pero no debemos banalizar la palabra “privilegio”, sino analizar cada engranaje y observar desde cual tenemos más corta la vista, tenemos que dejar de perpetuar las desigualdades y comenzar a abandonar nuestra postura desde el ya inservible y hegemónico feminismo blanco que aunque al principio fue de mucha utilidad, en la actualidad no tanto.

Sabemos que el feminismo es una teoría política además de movimiento social, y que si bien debemos tener conocimientos básicos de lo que la teoría plantea, no podemos sobreponerla a una realidad social, y mucho menos a las vidas de las mujeres, porque hemos sido testigos que nuestra realidad supera a la teoría, y que es eso, a veces no cuadra y así funciona, y que se tiene que actualizar y reescribir, porque la sociedad cambia.

Deseo que nos podamos abrir paso al entendimiento y comprensión desde el cariño y los sueños en común, es decir, dejar de encerrarnos en nuestra verdad y dejar de considerarla como absoluta, debemos dejar de abrir paso únicamente a lo que queremos escuchar. Contradecirnos está bien, no pensar lo mismo que ayer, está excelente.

Y algo que sabemos, pero no queremos entender o no sabemos interpretar: la sororidad, tan banalizada que muchas mujeres ya la consideran una tontería o una mentira: si bien NO  es una burbuja rosa de amor, el “nosotras” somos TODAS, así que deseo que pare la cancelación de mujeres, que se extienda la mano a cada mujer, porque todas somos víctimas del patriarcado y no debemos permitirnos reproducir esa misma violencia patriarcal.

Y mis deseos individuales, dirigidos a cada mujer que migra, a cada mujer victima de abusos, a cada mujer alienada, mujeres de todas las geografías, de todas las clases, de todas las religiones, conocidas, amigas: que encuentren paz, que encuentren justicia, que tomen fuerza, que se les inunde el corazón de rebeldía, que encuentren una mano feminista para luchar juntas y crear sus redes de apoyo.

El siguiente año y los que se necesiten, nos multiplicaremos, nos fortaleceremos. Hasta que lo tiremos.

A todas: Feliz y feminista año nuevo.

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