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La verdad histriónica

Por Rodrigo Chávez

El sexenio anterior estuvo caracterizado por la farándula, desde que televisa le impuso una esposa a Enrique Peña y manejo principalmente la campaña presidencial hasta llevar a Enrique al poder. Incluso hace unos días veíamos como el CEN del PRI considera como uno de los más grandes logros de su partido contar con “el presidente más guapo de la historia”.

Es este deseo de figurar y esta necesidad específica de Enrique Peña Nieto por conseguir cierta aceptación durante su sexenio lo que lo lleva constantemente a meterse en situaciones torpes y chuscas que lo terminan convirtiendo en un meme, lo malo que esto tiene es que cuando una persona está desesperada por ser el centro de atención puede que no sea solo por un inocente deseo de aceptación, a veces viene acompañado de un terrible narcisismo, de un oscuro maquiavelismo o abiertamente de un tremendo desprendimiento por las personas que le rodean.

Enrique Peña Nieto es, sin lugar a dudas, uno de los personajes más oscuros, violentos y complejos de la política mexicana pero al mismo tiempo está enmascarado en un personaje simplón, medianamente atractivo y hasta ocurrente. Esto último le ha dado un paso libre constante en la política mexicana al ser considerado solo como un idiota con mucha suerte, un tonto que en un golpe de suerte llegó a ser presidente pero, ¿es en realidad un tonto o es que hemos mordido el anzuelo y resulta mucho más hábil de lo que nos gust asumir?

Pongo esto sobre la mesa porque mi cabeza no ha dejado de pensar en lo inhumano que se debe llegar a ser para haber perpetrado el crimen de los 43 de Ayotzinapa, no solo la desaparición forzada, incluso no se limita al asesinato, la fabricación de una escena del crímen, la mentira de una investigación en la que el poder a cargo de Erique Peña Nieto sembró parte de los cuerpos de personas que ellos mismos asesinaron, las mentiras mediaticas sobre el caso y todo para que se terminara descubriendo que había entre los 43 un militar infiltrado que pasaba información y monitoreaba a los estudiantes.

¿Estamos entendiendo lo mismo? No se trata de un operativo que salió mal, no es que a alguien se le haya pasado la mano y luego se hiciera todo para evitar un escándalo, que aún de esa forma sería atroz, pero no. Esto es distinto, esto aún más oscuro, incluso más ruin. En un inicio se había manejado que los 43 habían sido confundidos con un grupo del crimen organizado y dicho grupo los había asesinado, después dijeron que uno de los camiones tenía un cargamento de droga que se intentó recuperar. Hoy podemos decir que es altamente probable que el operativo militar haya sido considerado un éxito para los fines que perseguía.

43 Estudiantes bajo supervisión contrainsurgente, catalogados como violentos e insurrectos, como un peligro a la seguridad nacional, vaya vuelta a los 70´s y a la guerra sucia. Si estamos viendo actuar militar y político como en el punto más violento del Estado mexicano tendríamos que recordar que en nuestro país también hubo vuelos de la muerte, tortura, persecución política y desapariciones forzadas como recursos constantes. ¿Y si los 43 estaban catalogados como un grupo insurgente que urgía “apaciguar”? Así como se justificaba antes todo lo que se hizo.

Debemos recordar que también fue el gobierno de Enrique Peña Nieto el que contrató el software de pegasus para implementar espionaje a través del CISEN a políticos opositores, periodistas y personas que se consideraron de relevancia para distintos fines. Además de que el uso de la fuerza y la represión marcaron su paso, en general, por la política nacional. Desde su llegada al gobierno del Estado de México en el sexenio 2000-2006. EPN fue el encargado del operativo, en coordinación con Fox, de Atenco que terminara con la muerte de al menos 2 campesinos, más de 200 mujeres violadas, cientos de presos políticos y unos terrenos en Texcoco que dos sexenios más tarde albergaría su intento de aeropuerto.

Este actuar y sus detalles, está entrelazo entre Atenco, Nochixtlan, Ayotzinapa e incluso el 1 de diciembre de 2012 me pone en la cabeza una pregunta que me deja los huesos helados, ¿ha terminado la guerra sucia? Sí, claro. La desaparición de la DFS suponía en teoría la desaparición del espionaje, la tortura, la contra insurgencia, los vuelos de la muerte y todas las prácticas de manual de dictadura. La DFS desapareció en 1985 pero no ha dejado de desaparecer gente a manos de policías, militares y marinos en el país. Se acabaron los vuelos de la muerte pero empezaron a aparecer las fosas llenas de cuerpos, la tortura paso de usarse en casos políticos a ser la norma de los interrogatorios.

La verdad histórica, sabíamos, era más una verdad que buscaba poner el foco en el trabajo de Enrique Peña Nieto y trataba de vendernos a una persona empática en estos temas, cercano con la juventud y profundamente comprometido con la resolución del caso. Desde luego la versión se veía intencionada, no tenía sentido que pudiera haberse sostenido un incendio en el que se pudieran quemar 43 cuerpos sin que vecinos en la zona vieran o supieran que había un incendio en el basurero.

Hoy sabemos que el fuego duró aproximadamente unos 10 minutos, desde la llegada del procurador a implantar los restos junto con militares y marinos antes de ser encontrados por el GIEI. Duró incluso mucho menos de lo que tarda en quemarse un hueso pero eso sí, hubo un helicóptero intentando aterrizar para coronar la simulación al revolver la basura y justificar que los restos estaban bajo basura y así hacer más creíble la versión.

Desde luego que este plan maquiavélico y terrible no podría ser posible sin un gran despliegue de coordinación mediática que, con sus aliados, se posiciona como una verdad única, en este entramado mediático personajes como Ciro Gomez Leyva, Mario Marín, Carlos loret de Mola y muchos otros salieron no solo a respaldar la versión de Peña y Murillo Karam sino que defendieron a capa y espada dicha narrativa tachando a los que nos opusimos a dicha verdad como “comemierdas”, “anarquistas”, “incendiarios” y otras tantas lindezas de la desfachatez intelectual que ha sido capaz de sucumbir al dinero.

Aún hoy hay quienes tratan desesperadamente de aferrarse a la verdad histriónica, cegados de fe y con lágrimas por un aeropuerto que nació muerto deciden atacar los avances de la investigación, desdecir lo dicho pero no el sentido de decirlo y añorar no solo los contratos que tan ricos los hicieron sino el compadrazgo que desde los pinos se ejerció por 6 años. Mario Marín escribió ayer que nada de lo encontrado por el GIEI es cierto y Ciro trató de decir que la verdad histórica de Peña sigue intacta pese a todo lo encontrado.

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