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El punk no ha muerto: es la ternura

Por Melissa Cornejo

Algunas de las tantas preguntas que surgen tras la deconstrucción del amor romántico y al momento de cuestionar nuestra forma de relacionarnos y buscar formas alternativas y sanas de hacerlo, —al margen de la naturaleza del vínculo—, son: cómo expresar amor, cómo brindar cuidados y cómo acompañar desde la horizontalidad. La respuesta para todas ellas es: la ternura.

Tomaremos como punto de partida la conceptualización y revisión de los significados de esta palabra con la finalidad de lograr un análisis más profundo. Sus componentes léxicos son: terno (tierno, delicado, blando, sensible, cariñoso) y el sufijo –ura (actividad, resultado), y según los diccionarios, puede ser entendida de tres formas: como característica de algo fácil de romper, cortar o deformar; como ingenuidad característica de los niños o los animales; o como un sentimiento de amor puro, gratuito.

Como podemos ver, en dos de las tres acepciones, la palabra tiene una connotación negativa latente, o por lo menos, es usada en ese sentido buscando desprestigiar al vulnerable, al suave e inocente. Tenemos una deuda con la ternura. Nos cuesta trabajo mostrarnos vulnerables porque no hemos dejado de pensar en el mundo interpersonal y afectivo como un campo de batalla; creemos que todo se trata de competir porque somos incapaces de compartir. Le tenemos miedo a nuestra propia suavidad porque eso demostraría que no podemos enfrentar esta vida solos. Y la realidad es que no, no podemos. Y no tenemos por qué.

Desde una nueva mirada, podríamos pensar en la ternura como algo más que una expresión de cariño: como una herramienta que nos permite crear puentes que nos llevan a puntos de encuentro y espacios seguros; como el hilo que teje redes de apoyo, y amarra, y rodea las luchas colectivas. Entregarnos a la ternura nos enseña a ver lo bello que hay en el otro, en nuestros compañeros de lucha, de vida, o de partido; nos ayuda poner en práctica la humildad, la compasión y el respeto; nos enseña a compartir espacios e inquietudes y a entender que no estamos solos y que nunca más lo estaremos. ¿Qué hay más fuerte, invulnerable, radical e irrompible que la ternura?

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