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c-nos

Elsa Flores

Se me salen los senos, se asoman delicadamente sobre el sostén que no me sostiene y genera revuelto en el transporte público, gritan excitados los hombres inhibiendo todos estos años de razonamiento, el suyo más que el nuestro.

Se me salen los senos, de esta asfixia constante por limitar lo que la cuerpa dicta ser, se me ven las curvas que no son invitación y aun así se profana el consentimiento silenciando las cuerdas.

Piden que use más ropa para no tener contacto con el viento tan dispuesto a revelar la realidad de pezones duros detrás de la tela, o detrás del poder tambaleándose de entre sus manos. Las blusas holgadas esconden bien la feminidad inventada, las blusas justas resaltan la diferencia asexual olvidando la primera vocal.

Crean un desierto en el pecho, moldeando la arena hasta que parezca un oasis donde puedan ir a saciar su sed, beben hasta por los ojos saboreando la caía y el tacto que tienen. Babean, babean y babean en la arena debajo del escote. Hay silencio, no son capaces de nombrar a los senos, las tetas, las chichis, las mamas… quieren que sean suyos hasta que se acaben, volverlos mercancía, venderlos, comprarlos, crearlos a la perfección.

Mis senos casi similares, los observo durante horas frente al espejo buscando rostro capaz de decirme algunas respuestas ajenas a las que ya me dio la mente. Alzo los brazos para poder verlos suspendidos en el aire, cosquilleo un poco los poros para poder sentirlos más cerca de mí. Mis senos han sido mordisqueados visualmente tantas veces que los escondo, alejo de todo aquel que pueda dejarme una marca entre verde y morada de melancolía.

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