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Sentir

Elsa Flores

El ahogo constante de la nítida palabra ha volcado una serie de sucesos en la comisura de los labios, se descarta con sutileza el descontrol, aunque el control no existe cuando nada se contiene en piel deshilachada. Sin embargo, se excusa la emergencia del varón para poner en la antesala el iris prominente, ahora solo se escucha una verdad que a nadie le parece confiable pero no existe conflicto mayor al del silencio.

Si el mundo es de ellos qué hago con la constelación que he heredado de mi madre,  cuando al ahuehuete fue a pescar memorias y volvió con respuestas que en voz baja le platicaba a la tierra, porque en el pecho le parecía tener una manada de caballos corriendo por el paraje. Si el mundo es de ellos en cualquier momento prenden la hoguera, bailando de júbilo por ganar la guerra que nadie pelea más que ellos.

Nacimos con tanto llanto, hijas del agua convertidas en presa. Nos han saqueado, quemado y violado pero solo goteamos por las esquinas cuando nadie lo ve, conjurando algún hechizo para acallar la mente enardecida por la incertidumbre de lo que es ser mujer. Vivimos de la melancolía en la espera, pacientes ante el derrumbe del vigía; monstruo sin rostro que roe las partituras del viento.

En jaulas yace la psique del misticismo, se ha abandonado ahí por ser cuerpo y alma corrompida, se alardea que es irracional, que no posee ni una pizca de lógica ni capacidad útil para la supervivencia de los otros. ¿Cómo nos han arrebatado tanto? manteniendo en secreto su miedo a ser arrasados por el mar, mismo que nos parió mientras al estrellarse con rabia a las rocas predijo el fin de quienes su astucia se ha mantenido a través del miedo condenandolos a la soledad del exilio.

Tal vez pueda dejar de hablar, alzar la bandera del silencio con pasos lentos y el objetivo ciego del varón. Yo, mujer en escombros frente al mar esperando la oleada que alcance tocar a venus. Yo, que aún no encuentro forma donde postrar el alma y huyó mutando de cuerpo en cuerpo. Yo, que de amor lloro y de risas olvido, soy yo, una duda en el cielo y una gota en pétalo. Soy mujer, volteada y mortajada pero siempre viva. Yo, que no soy menos de lo que ves aunque la sangre corra entre los muslos.

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