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Sin opciones

Por Rodrigo Chávez

Las elecciones en los Estados Unidos están muy cerca, cinco meses, para ser exactos. A estas alturas de las campañas electorales los dos candidatos están ya definidos. Por el partido demócrata, que suele ser la opción más progresista y liberal, el candidato será Joe Biden, un abogado norteamericano, vicepresidente de los Estados Unidos en el período presidencial de Barack Obama, un hombre que ha sido senador, que ha estado muy involucrado en la política y que a los demócratas estadounidenses les pareció una alternativa menos radical que Bernie Sanders. Pero para entender quién es Joe Biden es importante desmitificar a Obama, bajarlo del pedestal moral en el que la propia estructura lo metió.

Barack fue el primer y único, hasta el momento, presidente afroamericano en el país de las barras y las estrellas. Esto le valió, por supuesto, un respaldo enorme de las minorías desde su primera campaña electoral hasta el final de su mandato en 2017, pero Barack no fue el hombre que la propia estructura beatificó. Como todes, tiene sus claroscuros y es importante analizar esas brechas. Durante el mandato de Barack Obama, y contrario a lo que podría pensarse de una persona proveniente de una historia de segregación, las medidas anti migratorias se intensificaron llegando a ser el presidente más violento en cuestión de deportaciones y detenciones de migrantes latinos. Por otro lado, y en específico hacia México, fue precisamente durante el periodo presidencial de Obama que la fallida operación “rápido y furioso” se llevó a cabo; una operación que dotó a los grupos criminales de armas de alto poder provenientes de los Estados Unidos. De igual forma durante su presidencia fue que el movimiento #BlackLivesMatter surgió, debido al asesinato de un joven afroamericano a manos de la policía, y si bien la policía local no obedece directamente al presidente, la presión que Barack pudo ejercer sobre el caso era elemental para la obtención de justicia. Más allá de los eventos oficiales, Barack no pareció muy interesado en esto.

Al analizar el gabinete de Barack Obama podemos darnos cuenta que todes eran personas de tez blanca, en su mayoría acaudalados y de trayectoria política amplia, es decir, gente que de algún modo no compartía la visión que el sufrir la violencia estructural ofrece. Barack y Michelle Obama eran las únicas personas afroamericanas en altos puestos, esto, por supuesto, nos habla de que Barack contaba con un respaldo de les segregades en las calles, pero un apoyo blanco, acaudalado y de privilegio hacia la estructura del poder americano. Barack llegó a la presidencia para convertirse en un símbolo de pluralismo con el que la estructura justificaba y justifica hoy la violencia ejercida a los afroamericanos, refuerza los discursos tan lamentables como la meritocracia y el “echaleganismo” que borra de la ecuación la violencia estructural. Barack fue una válvula de escape a la presión que ejercían los afrodescendientes antes de él. 

Tomando como preludio el gobierno de Obama, Biden gana importancia aquí pues él junto a Hillary Clinton idearon el plan para continuar las guerras en Oriente Medio y apelaron siempre a que Obama no tomara decisiones consideradas radicales en favor de la comunidad afrodescendiente. Biden es un abierto partidario de la guerra y las intervenciones a mano armada por parte de los Estados Unidos como resolución de los conflictos locales de países soberanos.

Ante esta opción, los demócratas tenían la oportunidad de jugarse el todo por el todo. El otro precandidato en el repertorio era el “radical” Bernie Sanders, un senador y político consciente de la reforma de fondo que le urge a la unión americana. Un fiel creyente de la justa repartición de la riqueza a través de medios democráticos, con propuestas como el seguro médico universal, el aumento de impuestos a los más ricos y el comenzar a saldar las deudas históricas con las comunidades latinas y afroamericanas; al parecer esto hizo que los compañeros de Bernie se atemorizaran declinando por Biden. De igual modo, en las elecciones populares Biden obtuvo mayor votación debido a sus propuestas mesuradas, pero todo esto salta a la luz debido a las recientes declaraciones de Joe ante las protestas por el asesinato de George Floyd. 

En teoría las elecciones de noviembre deberían ser relativamente sencillas de ganar para el partido demócrata pues las medidas económicas, políticas y sociales de Donald Trump lo han sumido a sí mismo y, también en teoría, el asesinato de George Floyd y las protestas derivadas de este suceso deberían poder ser capitalizables de manera sencilla por Biden. Es cuestión de usar la razón, la empatía y el respeto para poder encauzar este descontento con un sistema racista hacía las urnas, un trámite sencillo dentro del ámbito político. Cuando se es oposición y el poder se ve incomodado por el descontento social, es cuestión de demostrar ser una opción distinta y capaz de entender el motivo del descontento, eso le valdrá una legitimidad ante los manifestantes y sobre todo, una base electoral que habrá de apoyar esta opción emergente y empática. Pero, a pesar de que Biden es un viejo tiburón en la política, parece estar demasiado confiado ante la inestabilidad social que enfrenta Trump y se ha dado el lujo de decir, en una reunión mediatizada entre actores políticos, líderes religiosos y representantes de la población civil, que “hay que enseñarles a los policías a disparar a las piernas cuando los detenidos estén desarmados y no a los corazones”. La respuesta de Joe Biden ante la violencia policial hacia los afroamericanos es “que les disparen en las piernas”. Parece que Biden olvida un pequeño detalle: el disparar a las piernas sigue causando daño, la persona a quien se apunta con la intención de dispararle en las piernas sigue siendo una persona indefensa... Uno pensaría que el candidato progresista diría algo como “se acabó la violencia por parte de la policía, procedimientos apegados a los derechos humanos y ni una muerte más” y no algo que se traduzca como: “hay que hacerles daño, nada más no hay que matarlos”.

Básicamente, este noviembre los ciudadanos americanos tendrán que elegir entre un presidente que abiertamente es indolente a las violencias sistémicas y que ante las protestas por la injusticia decide sacar a la calle a los militares y exigir a los gobernadores la represión, o al candidato que fue artífice y cómplice de las políticas de deportación masivas, las guerras del Medio Oriente en la década pasada y que prefiere preservar el sistema policial violento sólo bajando un poco la intensidad para herir a los hombres desarmados, antes de siquiera pensar en deshacerse de la violencia.

Las protestas masivas alrededor del mundo nos demuestran que, como diría Guevara hace tiempo, nada humano nos es ajeno y  mientras exista una persona sufriendo nuestra responsabilidad es tratar de terminar con su sufrimiento. La violencia racial en Estados Unidos, en México y en el mundo debe cesar. Por desgracia, las y los votantes del país vecino se han quedado sin opciones, en las boletas estarán dos hombres blancos, abiertamente violentos y desentendidos del verdadero origen de las protestas, la violencia racial.

Aprovecho este espacio para posicionarme en contra de los actos cometidos contra personas indefensas en Tijuana, Baja California. El mes de marzo en el que una persona fue asesinada por asfixia por un elemento de la policía que mantenía un “reten”, que en sí mismo es un acto anti-constitucional. También me posiciono en contra de los actos cometidos por parte de la policía de Jalisco en los que Giovanni fue torturado y asesinado por no llevar cubre bocas. Sabemos de sobre manera que Giovanni fue asesinado en un acto de racismo y de clasismo; un obrero de facciones indigenas fue victima de tortura y homicidio por no tener un cubre bocas.

A estos dos hermanos los mató el racismo y el clasismo, usando la brutalidad policial... A estas alturas, usar juntas las palabras "brutalidad" y "policía" parece un pleonasmo.

#JusticiaParaGiovanni

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