top of page

En defensa de la poesía de la experiencia

Por Melissa Cornejo.

Yo también detesto la poesía de la experiencia

que cada tarde se sienta a la mesa

y cucharada tras otra

se llena la boca de sopa de letras

y de tanto inflarse los cachetes,

termina escupiendo todo.

 

Yo también detesto la poesía de la experiencia

que romantiza hasta la llanta del camión

que nos salpica en las esquinas

con agua de charco,

y hasta esa la percibe luminosa.

 

Yo también detesto la poesía de la experiencia

empírica sabelotodo

que enmienda planas y escribe

—con las letras que escribías desesperanza—

ridículas canciones de libertad.

 

Yo también detesto la poesía de la experiencia

hasta que las ganas no me bastan para interpretar el mundo

y termino por describir lo morible, lo llorable y lo risible

como revelando selfies cuando buscaba la imagen.

 

Yo también detesto la poesía de la experiencia

hasta que me permite fraguar a compás de martinete

la más filosa espada:

la risa aguda que enseña los dientes

y empuño la alegría en defensa propia.

bottom of page