top of page

SANTOS INOCENTES

Niños y familias huyendo.

Niños y familias muriendo.

Por Ángel Estrada

Hace 2021 años, según la tradición judeocristiana, Herodes ordenó el asesinato de todos los niños menores de dos años en la región de Judea, con el fin de deshacerse de Jesús, un recién nacido cuyo nombre y relevancia le fue explicada por aquellos magos de oriente, y que hizo que temblara ante la amenaza de que éste pudiera quitarle su lugar como rey.

Así, el siguiente paso inmediato para Jesús y su familia fue migrar con urgencia, ante la necesidad de huir para salvar sus vidas. De esta manera partieron a Egipto, donde Jesús pasaría gran parte de su niñez y desde donde iría aprendiendo de su padre el oficio de la carpintería.

Hace 6 años, Aylan Kurdi, de 3 años, emprendió un viaje extremadamente peligroso sobre el mar siempre confuso, a bordo de una bote inflable con toda su familia. Huían con desesperación en busca de cruzar desde Siria hacia Turquía, ante la intolerable situación que la guerra civil, sostenida por el EIIL, por Estados Unidos y por la OTAN, estaba dejando a su paso; también ante la casi total destrucción de las principales ciudades como Alepo o Kobane, a través de constantes bombardeos, incluso dirigidos a hospitales y grandes residencias, y ante la falta de bienes de primera necesidad: comida, agua, atención médica, sanidad, medicamento, etc.
Aylan Kurdi amaneció recostado sobre las playas turcas, tal como duerme un pequeño niño después de un día exhausto de juegos y risas, pero no volvió a despertar de ese sueño de regresar algún día a la tierra prometida a la que miró por última vez antes de que se perdiera en aquella lejana línea, en el horizonte.

Es 2019, específicamente junio, una época donde llueve fuerte en México y corrientes como la del Río Bravo se acrecientan y aceleran. Pero eso no importa cuando la vida te pone en la disyuntiva de si quedarte en tu país lleno de conflictos, exponiéndote y a los tuyos a una extrema violencia, o intentar sobrevivir y buscar conquistar el derecho a una vida digna aunque sea lejos, muy lejos de casa.
Óscar llevaba abrazado a su espalda a la pequeña Valeria, de 3 años; la llevaba dentro de su playera azul, asegurada para que no cayera. La madre de Valeria los seguía, pero regresó al lado mexicano y desde la orilla vio a su esposo y a su hija perderse entre las aguas del río, ya muy cerca de llegar a territorio estadounidense. Yacían boca abajo, la pequeña todavía bien sujeta a su playera, estirando su mano sobre el cuello de su padre, y dejando plasmado con ello no solo la imagen de ese abrazo que nunca terminó, sino los horrores de los que nadie quiere hacerse responsable.

En los últimos años, la migración de niños no acompañados ha ido en aumento. En 2019, fueron 69 mil los menores que atravesaron la frontera sin sus padres y sin nadie como compañía; para 2021, la cifra alcanzó máximos históricos y sumamente preocupantes, con el arribo de más de 122 mil niños no acompañados a los centros de refugio. En 2020, los niños migrantes (de 19 años o menos) representaban el 14,6 por ciento de la población migrante total y el 1,6 por ciento de todos los niños en el mundo.

 

En este punto urge recordar brevemente que nadie, absolutamente nadie arriesga su vida cruzando nuestra frontera norte, ya sea a través del imponente río Bravo o cruzando el árido desierto, por mera ocurrencia. De hecho, en ningún fenómeno migratorio lo es, ya sea que hablemos del propio o de los observados entre Asia y Europa.

De éste lado del globo, en Latinoamérica y el Caribe, las situaciones son particularmente insostenibles desde hace tiempo. Aquí cuatro breves ejemplos:

Haití, al ser uno de los países más pobres no solo de la región, sino del mundo, no había terminado de reponerse del terremoto de 2010 cuando este año, 2021, fue azotado por otros dos hechos dramáticos: el primero fue un golpe de Estado que terminó con el asesinato de su presidente Jovenel Moise el 7 de julio, y el segundo, un terremoto de magnitud 7.2 Mw que dejó cerca de 2,200 muertes. A partir de este momento la migración de hermanos haitianos ha aumentado significativamente, yo diría, con toda razón.

El Salvador, Estado secuestrado por un fascista llamado Nayib Bukele, quien ha llegado a la presidencia a perpetuar la violencia a través de su asociación con las pandillas que siembran el caos y el terror, y cuya historia de conflictos lo sitúan como uno de los países de Centroamérica con más procedencia de migrantes que buscan llegar a EEUU escapando de esos escenarios.

“Vi los destellos de los disparos. Había una niña gritando. Bloquearon el autobús en una intersección: eran cinco con la cara descubierta. Mataron al conductor, luego rociaron el gas y comenzaron el incendio. Quienes intentaron salir fueron abatidos con revólveres”.
Sin dar más detalles, ¿quién no querría escapar con desesperación de una situación como la descrita arriba?

Honduras, histórica situación con particularidades pero con muchas similitudes al caso de El Salvador respecto a la inestabilidad política, las pandillas, el crimen, la violencia y, desde luego, profunda marginación.
Aprovecho para decir que me entusiasma y me hace muy feliz que Xiomara Castro se convierta en la primera mujer que presidirá aquel país, logrando con ello también el retorno de la izquierda a este país. 
 

Y México, un lugar donde la migración se ha incrementado desde 2006, sí por temas económicos, pero sobre todo por temas de desplazamiento forzado y huidas en masa ante los altos niveles de inseguridad y violencia.
Se volvió extremadamente común ver imágenes de cuerpos decapitados o colgando de puentes; imágenes de comunidades enteras siendo tomadas por grupos criminales que incluso comenzaron a cobrar derecho de piso; de disputas sangrientas y deshumanizantes entre grupos criminales por plazas y grandes territorios, etc.
Seguimos viviendo estragos de una guerra fallida, pero urge apresurar las salidas porque el desplazamiento, la desaparición forzada, los homicidios y la migración como recurso de supervivencia deben dejar de acrecentarse.

Porque finalmente, y volviendo al punto de inicio, en nuestra región, así como en amplias regiones de Medio Oriente se están librando batallas ajenas a nosotros, y que sin embargo nos dejan ante escenarios de desamparo y horror, Es por eso que la migración podría ser una analogía de aquel relato judeocristiano sobre la matanza de inocentes a manos de Herodes; Herodes hoy es esa oligarquía que promueve el caos a través del financiamiento de grupos criminales, llámense cárteles, pandillas, maras, y que obtiene beneficios jugosos de ello gracias a lo redituable que esas relaciones resultan para facilitar el libre paso de estupefacientes, o el tráfico y comercio de personas y armamento.
Quienes hoy pagan los altos costos son las familias que migran juntas, o que bendicen a sus hijos e hijas sin la certeza de saber si algún día volverán a verse, o aquellos niños y niñas que deciden emprender el viaje en soledad, sin más compañía que sus pensamientos y sueños, con miedo e incertidumbre, pero con la clara meta de llegar a donde lleve el corazón.
Esa sigue siendo la migración al día de hoy en Latinoamérica y el Caribe (y en el mundo), un desamparo por parte de los Estados y una deshumanizada política migratoria en toda la región, empezando, por supuesto, por Estados Unidos, en donde no tienen mayor empacho en poner a los niños en jaulas.

Esos son nuestros santos inocentes, esta generación donde habrá quienes crecerán con los traumas marcados en el cuerpo en forma de heridas profundas, raspones, quemaduras solares, picaduras de insectos, impactos de balas, y donde ya existen quienes no alcanzarán a ver las marcas de su propio viaje nunca más, quienes serán el recordatorio de lo cruda, cruenta y despiadada que es la migración, quienes darán testimonio con su vida de la indolencia de un sistema  que no se interesó en disminuir los impactos de sus ambiciones, ni en crear política pública que redujera los impactos de la violencia y disminuyera gradualmente la desigualdad, y que en suma parece en realidad no sentir dolor, o cosa alguna.

 

¡Feliz 2022! 

Ojalá empecemos a cambiar nuestras realidades, nuestras perspectivas sobre la migración, es urgente. 

m1.webp
m2.jpg
m3.webp
bottom of page