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Misticismo y Filosofía: Pathos y Ser

Por Maximiliano Cornejo

Ha habido intentos por limitar la filosofía a lo fáctico, se niega la existencia de todo aquello que no sea comprobable formalmente; ello mata la esencia de ésta. Aquello negado es lo místico, inseparable de la esencia de la filosofía, de su quid1. En la parte mística del Tractatus, lo místico no es el cómo es el mundo. Sino que, en él todo es como es y ocurre como ocurre; lo místico radica en que el mundo es (Wittgenstein, 1921; prop. 6.41, 6.44, 6.522). Es esto lo que impulsa la actividad filosófica por medio del Pathos2.​

El presente ensayo es una breve muestra del valor que tiene el misticismo en la filosofía. Como sabemos, la ontología va necesariamente acompañada de epistemología. Por lo que será necesario caminar brevemente por el sendero de la episteme y de la lógica. El camino está construido por ideas de tres autores: Wittgenstein en Tractatus Logico-Philosophicus. También, Heidegger en ¿Qué es esto, la filosofía? Por último, Husserl con La Crisis de las Ciencias Europeas.

El objetivo es contestar una problemática que me ha rondado durante meses, la cual no me ha dejado descansar y no lo hará hasta que pueda darle una respuesta.

¿Cuál es el valor de lo místico en la filosofía? Para contestarla, será preciso revisar la actitud hacia lo místico. Me centraré en la filosofía contemporánea. Responder esta pregunta supone, también, dedicar tiempo a la importancia de lo místico en el ser humano; por lo que necesariamente tendré que hacerlo.

El positivismo, en especial el empirismo lógico ha intentado reducir el mundo en su pretensión de claridad. Los primeros bajo el uso exclusivo del método científico, los segundos con la reducción a la experiencia. Este reduccionismo supone la supresión de la subjetividad, de todo aquello que se escapa del mundo lógico y comprobable: lo humano. Aunque todas las respuestas sobre el cómo del mundo fuesen resueltas, nada se diría sobre los problemas que acontecen en nuestra vida. La subjetividad, el sentir, lo pático: lo humano, está más allá de la objetividad científica. En definitiva, la pretensión de claridad científica erradica del mundo los problemas decisivos para una humanidad auténtica.

Lo demostrable formalmente, la verdad científica nada tiene que decirnos acerca del sentido del mundo. El valor no radica en la forma, en la descripción científica y objetiva del mundo. Pues esta objetividad no toca en absoluto cuestiones sobre la vida del hombre. Estamos ante una segunda derrota del naturalismo (la primera fue en Atenas, la reacción hacia el humanismo). «Qué tiene que decir esta ciencia (…) sobre nosotros los hombres, en cuanto sujetos de esta libertad? Evidentemente, una pura ciencia de hechos no tiene nada que decirnos a este respecto: es algo que abstrae de todo sujeto» (Husserl,1936).

 

Lo demostrable formalmente, la verdad científica nada tiene que decirnos acerca del sentido del mundo. El valor no radica en la forma, en la descripción científica y objetiva del mundo. Pues esta objetividad no toca en absoluto cuestiones sobre la vida del hombre. Estamos ante una segunda derrota del naturalismo (la primera fue en Atenas, la reacción hacia el humanismo). «Qué tiene que decir esta ciencia (…) sobre nosotros los hombres, en cuanto sujetos de esta libertad? Evidentemente, una pura ciencia de hechos no tiene nada que decirnos a este respecto: es algo que abstrae de todo sujeto» (Husserl,1936).

Si el sentido, si el valor del mundo no radica en la demostración epistemológica de sus partes y sus relaciones; en el cómo, entonces ¿en dónde lo encontramos?

«El sentido del mundo-lógico3 tiene que hallarse fuera de él. En el mundo- lógico todo es como es y ocurre como ocurre. No hay en él ningún valor, y si lo hubiese, no tendría ningún valor» (Wittgenstein, 1921; prop. 6.41). Wittgenstein supone que todo de lo que se puede hablar certeramente —en términos necesariamente lógicos— es el mundo-lógico. Lo que hay fuera de él, de lo que no podemos hablar, es lo místico. Pero es posible “hablarlo” a través del Pathos, es identificable a él. Contra todo pronóstico, afirma que justamente de lo que no es posible hablar es lo más importante para el hombre. El sentido del mundo se encuentra fuera de las explicaciones fácticas, depende de lo místico: lo pático, necesariamente humano.

«Lo místico no es cómo es el mundo, sino que éste sea». (Wittgenstein, 1921; prop. 6.44). Lo místico es aquello que está más allá del cómo, de la epistemología: la ontología es mística, fundamental en la filosofía. Estas proposiciones nos abren las puertas para encontrar el valor de lo místico en la filosofía. Ésta según Heidegger se funda en el logos, pero también en el pathos; en la razón y en la emoción. La filosofía es la actitud de aquél que es llamado por el ser en el mundo. Es una necesidad visceral, existencial, encarnada en aquel capaz de sentirse asombrado de que los entes participen del ser. Su causa es el pathos.

El objeto de la filosofía es el ser y su inicio depende de lo místico. El filósofo en primera instancia es aquél que de manera pática siente el llamado del ser en el mundo. Que primero le impacta que el mundo es, no el cómo es. La filosofía tiene en su génesis lo místico, el motor de ella es el pathos que por necesidad es místico, como demostré anteriormente. Los filósofos somos, en primera instancia, místicos antes que lógicos. Las relaciones formales quedan en un segundo plano para la filosofía, primero está lo místico.

La obsesión por la prosperidad que brinda la ciencia, la nefasta pretensión de certeza demostrable formalmente, el limitar el mundo a lo fáctico: no solamente se desvía de las necesidades del hombre, sino que también obstruye las vías de la filosofía. El erradicar lo místico del mundo limita a la filosofía: en su origen y en su objeto de estudio. Las consecuencias son claras: para la primera, se ve reducida, encarcelada y colapsada, han erradicado su esencia. Para la segunda, no considerar válido lo necesariamente humano suprime la política, la religión, la ética y el arte. Es contradictorio predicar desde la filosofía posturas que vayan en contra del quid de ésta, al igual que es contradictorio predicar la erradicación de lo humano.

El valor de lo místico en la filosofía está arraigado al objeto que estudia la misma, al igual que en su génesis. La filosofía está en una relación de necesidad con lo místico. Si ignoramos la existencia de lo “indecible” nos suponemos sin rumbo, sin sentido y sin motor a la filosofía misma. El que el mundo sea ejercita el pathos —génesis de este amar—, y fundamenta la filosofía siendo su objeto de estudio. Ahí radica su valor para ésta, nuestra actitud y en última instancia, nuestra doctrina.

1 Quid: Esencia, punto más importante o porqué de una cosa.

2 Pathos: Del gr. πάθος páthos 'estado de ánimo', 'pasión', 'emoción', 'sufrimiento'; cf. lat. tardío pathos.

Afecto vehemente del ánimo.

3 La adición de “lógico” tiene como objetivo evitar confusiones con el mundo en sentido ontológico.

Referencias

G. REALE, D. A. (1995). HISTORIA DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO. Barcelona: HERDER.

HEIDEGGER, M. (2004). ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA? Barcelona: Herder.

Wittgenstein, L. (1921). Tractatus logicus philosophicus. Edición Electrónica de

www.philosophia.cl.

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