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La vida es lo que pasa cuando mueres

Por Beatriz Velázquez

Tw: @bio_beatriz

Vamos entrando al otoño (en el hemisferio norte) y las hojas de los árboles deciduos comienzan a cambiar de color para caerse y entrar en una fase de ahorro de agua y protección del frío. Todos estamos sujetos a la entropía del universo y estando vivos, nuestro cuerpo se las arregla para mantener la homeóstasis (equilibrio) de nuestras células y poder permanecer aquí. Cuando se rompe el equilibrio y se acaba la homeóstasis de un organismo por completo, entonces sucede lo irreversible: la muerte.

Es una característica de los seres vivos, que no todos duramos el mismo tiempo vivos y que todos morimos. ¿En qué momento comienza la muerte? Puede comenzar con una muerte clínica, en donde no hay latidos del corazón, por lo tanto no hay circulación de sangre y no hay respiración, pero podría ser reversible por una reanimación, sin embargo, cuando esto no sucede, entonces llega la muerte biológica. El cuerpo pasa a estar sujeto únicamente a la entropía o descomposición.

¿Qué le sucede a nuestro cuerpo morimos? Comenzamos a descomponernos hasta que quede únicamente el esqueleto (hablando de una muerte sin cremación). En este proceso, la sangre se ha deja de mover, los fluidos de la vejiga y los intestinos querrán salir, la piel se pondrá pálida si es que el cuerpo yace boca arriba, ya que por efecto de gravedad, la sangre pasará entre capilares reventándolos y formando tipo moretones en la piel de la parte posterior (espalda), mientras que la parte anterior (cara), se quedará pálida, esto es lo que se conoce como el livor mortis. Ya que han pasado unas 18-20 horas, comienza la fase de rigidez cadavérica o rigor mortis. Causada por liberación de calcio y otros iones en las membranas celulares de los músculos, comienza por el corazón y se extiende a los músculos contiguos. Una vez que todo el cuerpo se haya puesto tieso, esta rigidez se vencerá por acción de las bacterias que comenzarán a consumir las células. A la par, sucede la reducción de la temperatura corporal que también se ve alterada por la temperatura ambiental. Se sabe que la pérdida de calor sucede primero de manera exponencial hasta alcanzar una fase lineal en la que resulta de la pérdida de 2 C la primera hora y luego un grado cada hora, a esto se le conoce como algor mortis. La temperatura en el cadáver aumenta, una vez que han pasado estas fases y que entonces el cuerpo es consumido por miles de bacterias.

En este punto, nuestro sistema inmunológico también ha muerto y no puede detener a nuestra propia microbiota de crecer hasta que la carnita se acabe. Primero conquistan al hígado, riñón, luego el bazo, intestino, estómago y útero, más tarde al corazón y los huesos. Y de estos últimos, los dientes son de lo más difícil de consumir debido al esmalte que los protege. La descomposición de un cadáver puede llegar a dejar una marca en el suelo por bastante tiempo.

La continuación de la verdadera fiesta de descomposición humana es cuando otras especies llegan a vivir del cadáver. Todos morimos sin pensar que en algún momento de nuestra corta o larga vida, daremos vida a otros, y no estoy hablando de la progenie misma, sino de otros seres de quienes seremos incubadora y comida.

Y aquí hago un pequeño giro para introducir a la Biología forense, que es la disciplina que se apoya de la colección, identificación y estudios de seres vivos que pueden fungir como evidencia en materia legal. Más específicamente, la entomología forense, es una práctica muy aceptada para la estimación del intervalo post-mortem de un cadáver. La entomología es la especialidad que estudia los insectos y otros artrópodos como pruebas científicas en criminalística. Es necesario conocer el desarrollo de artrópodos en dos fases: en un estado controlado de temperatura y humedad, y en la sucesión de colonización de un cadáver “fresco”. En la primera fase, aprendemos cuánto viven las larvas hasta ser pupas, sus hábitos de alimentación, y cuánto duran siendo pupas hasta emerger en un adulto. En la segunda fase, podemos estudiar la colonización del cadáver de acuerdo al estado original de este. Los orificios de la nariz, oídos, boca y urogenitales, son entradas naturales para los insectos, sin embargo, si hubo heridas previas, estas se convierten en sitios diferenciales de colonización. Y nos pueden dar indicio del tipo de violencia que pudo haber sufrido el cadáver. Además de estimar el tiempo de muerte y las heridas previas, se pueden realizar exámenes toxicológicos a los insectos colectados para determinar el porcentaje de intoxicación del difunto. Además, la distribución de insectos y la diversidad de los mismos, pueden darnos indicios de la zona geográfica en la que se encontraba un cadáver que fue trasladado.

Algunos de nuestros hijos de segunda vida son las moscas sarcofágidas y califóridas, llamadas moscardones de la carne o moscas panteoneras. Este tipo de moscas requieren mucha proteína para depositar sus huevos, así que la carne en estado de putrefacción es excelente medio. Las hembras detectan el olor a carne y depositan sus huevos ahí, pueden depositar hasta 150-200 huevos de una sentada. La eclosión de las larvas ocurre a las 8 horas de haberse puesto el huevo, y entonces la larva pasará por mudas en tres estadios. Estos estadios son muy bien reconocidos en las larvas por medio de la presencia de los espiráculos (por donde respiran) en la parte posterior y anterior del cuerpo de larvita. Las larvas producen unas enzimas proteolíticas bastante potentes en su aparato bucal, que sirven para romper los enlaces de las proteínas en la carne. Cuando la larva ha alcanzado el tercer estadio, está lista para migrar de su medio de alimentación para enterrarse en la tierra ya convertida en una pupa, que dentro de 7 y 14 días, dependiendo de las condiciones ambientales, emergerán como adultos o imagos, listos para seguir buscando carroña y poner huevos. Algunos adultos además de poner huevos en carne muerta, también polinizan las flores que las atraen por medio de un fuerte olor a putrefacción. La pequeña mosca adulta panteonera es entonces engañada por este tipo de plantas, ya que la planta no proveerá de alimento para sus crías. Algunas plantas de la familia de la cebolla importantes para nosotros son polinizadas por moscas panteoneras, entonces este se convierte en el momento ideal para recordaros que somos parte de una cadena trófica más compleja de lo que imaginamos, y que nuestros vástagos también son invertebrados.

No está demás un poco de entomología desde la educación básica, me duele escribir que en un país donde hay al menos 14 desaparecidos al día y con una tasa de homicidios de 100 al día (datos de 2020), contribuir con este conocimiento biológico ayudaría a aliviar la gran lista de casos no resueltos y a contribuir a una menor impunidad.

Mientras tanto, cuídense de las heridas, desinfecten frutos y verduras, coman saludablemente y demuestren cariño a sus seres queridos, pues hasta ahora, sólo somos el tiempo que nos queda.

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