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… Y el mundo siguió girando

Por Rodrigo Chávez.

 

Han pasado ya ocho días, hace una semana entera que se anunció detención de Ovidio Guzman. El ratón fue capturado tras un operativo en Sinaloa. El segundo intento para detener al hijo del capo más grande de los mitos mexicanos contemporáneos fue el operativo definitivo. No hubo bajas civiles según informaron las autoridades, no hubo masacres y fue capturado con vida. 

 

Los pobladores de Culiacán vivieron un día de terror, hace una semana amanecieron con coches incendiados, balaceras e imágenes dignas de película de Hollywood en la que camionetas descienden a la ciudad y se llevan a médicos de centros hospitalarios para “curar” a sus hombres. Hace una semana que se asestó, siguiendo la narrativa épica y mítica de los cárteles, el más claro golpe contra el grupo al mando de la familia Guzman.

 

Hace una semana que este triunfo se repetir insistentemente en los medios de comunicación, con sus versiones diferentes delimitadas por sus fobias y filias pero es algo de lo que a día de hoy todos los mexicanos nos enteramos. No insinuo con esto que es un hecho menor, para nada. Desde 2019 que se intervino en Culiacán el gobierno tenía claro que iba a conseguir este movimiento pero es de reconocer el que no haya sido de manera bruta costando vidas humanas.

 

Pero, ¿y después? Digo, de algún modo tal golpe brutal al llamado Cártel de Sinaloa no es el primero y muy seguramente no será el último pues una de las ventajas de los mitos es su capacidad de adaptarse en todo momento a lo que sucede en la actualidad. Cuando se detuvo a Joaquín, el padre, se dijo que era la debacle de dicha organización y luego tuvimos un presidente que los fortaleció. Cuándo salió del poder Calderón pensamos que se podría pacificar el país pero Peña consintió al Cártel Jalisco Nueva Generación.

 

Las detenciones de grandes capos no son realmente nada, es cortar una cabeza a una bestia que consiguió reclutar generaciones enteras para sus servicios. Disculpen ustedes queridas lectoras y lectores pero a mí esas historias me las han contado toda la vida, ya no me encienden ni la más mínima llama de emoción. Detienen al hermano del mencho, al Chapo, a la Barbie, a Beltran Leyva, al mismísimo Sísifo si quieren y sustancialmente no cambia la lógica. Otro tomará su lugar, la droga seguirá siendo una entrada de dinero para empresarios y políticos que se financian de los yonkis gringos y mexas y seguirán siendo las comunidades las que pongan los muertos.

 

Este gobierno ha intentado a través de las políticas sociales aminorar los daños y creo que es la vía correcta pero hay algo que debemos asumir; esa vía cuesta tiempo. Debemos profundizar e ir más allá de los programas, mantenerlos, reforzarlos, universalizarlos y legislar también la despenalización de todas las drogas y un plan de paz real. ¿A qué me refiero con paz real? Sí, a pactar la entrega de armas con los grupos criminales, sí a pactar la amnistía y a regular sus operaciones de venta y distribución de drogas.

 

Eso o nos vamos a quedar viendo por la tele como cada año detienen a un super capo, que nos juren que ahora sí ya se acabó el poder de estos grupos y que al mismo tiempo el dealer de la esquina siga teniendo porros a 15 varos todos los días… Hasta que lo maten.

Detuvieron a Ovidio… y el mundo siguió girando.

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