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Transporte publico

Por: Jorge Kahel Ruizvisfocri Virgen

Vamos a hablar de algo de lo que ningún candidato está hablando: Transporte Público.

El transporte público en Colima es uno de esos servicios donde la desigualdad se acentúa con más fuerza: las rutas actuales (al menos en Colima- Villa de Álvarez) no cubren las necesidades de movilidad de la población, la calidad del servicio deja muchísimo que desear, usar el transporte público en hora pico es exponerte a una posibilidad horripilante de contagio de Covid (la 22, por ejemplo, a veces lleva cerca de 50 personas entre las 7-8 de la mañana) y el porcentaje de ingresos trimestrales que los hogares destinan a transporte público es mayor conforme menos ingresos tiene el hogar.

En suma. El servicio es insuficiente, malo, insalubre y mientras menos dinero tienes, más porcentaje de tus ingresos se van en él.

¿Qué podríamos hacer? No soy experto en políticas de movilidad, así que mis observaciones son meras reflexiones, no un plan de acción con suficiente fundamento técnico. Sin embargo, como usuario de transporte público, veo tres áreas de oportunidad muy importantes que se tienen que atender:

La inversión en las unidades y las rutas es deficiente. Muchos camiones tienen asientos rotos, timbres que no funcionan, ventanas que no se abren, luces fundidas, etc., por no decir que algunas unidades tienen 10 años de existencia o más y los camiones que actualmente dan el servicio suelen ir llenos, a pesar de la pandemia. Supongo que eso refleja la falta de inversión del Estado y los concesionarios en las unidades. Es momento de destinar más dinero para mantenimiento, ampliación de unidades que dan el servicio, entre otras cosas. El problema es que ese dinero tiene que salir de algún lado (cof, cof, impuestos), por lo que se tiene que acompañar el plan de inversión con uno de financiamiento sostenible (de preferencia, impuestos progresivos sobre el transporte privado, eso que a ciertos legisladores locales no les gusta)
 

La calidad del servicio es pésima: he visto conductores hablar por teléfono mientras manejan, conducir el armatoste como si fuera el carro de Toreto, comer al volante, ir cotorreando con el amigo o la pareja en partes del trayecto, etc. Además, ahora con la pandemia, he visto conductores con hamaca de papada o nariz asomándose por el cubreboas, y eso cuando sí lo traen puesto; además que no suelen insistir a los pasajeros en subir usando el cubrebocas bien. Supongo que hace falta una política integral de supervisión de los conductores y las unidades en trayecto, que emplee incentivos positivos para lograr un cambio y contemple medidas correctivas para casos necesarios.
 

Tomar en cuenta la opinión del usuario. Puedo estar equivocado, pero llevo usando transporte público desde el bachillerato y jamás he escuchado de algún estudio de satisfacción de los usuarios de los camiones y taxis. Más allá de saber cuánto porcentaje de ingresos empleamos en el transporte, ¿Qué piensan los usuarios?
¿Qué nos gustaría que incluyera el transporte? ¿Qué cosas arruinan la experiencia? ¿Cuáles nos dan comodidad y cuáles nos dejan con mal sabor de boca? Creo que necesitamos establecer algún mecanismo para conocer que pensamos los usuarios e incorporar nuestras necesidades y opiniones al diseño de políticas públicas de movilidad.

Creo que los candidatos no van a hablar de transporte público porque es un problema que no dimensionan (está cabrón empatizar con el problema de los usuarios de camiones si tienes la comodidad de una Suburban para resolver tu movilidad). Entonces, tenemos que traerlo nosotros a la mesa. Exigirles que tengan un plan, porque está es una necesidad real, que repercute sobre el bolsillo y la calidad de vida de las y los colimenses.

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