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Sexualidad en el Virreinato de Nueva Granada en el siglo XVIII:

El Pecado Nefando, sodomía en Colombia Parte 2

Por Ankaret Alfaro

BRUJERÍA Y RITOS SODOMÍTICOS

Existía un escribano que se encargaba de narrar algunas de las juntas de “brujería” que daban cuenta del homoerotismo. Estas narraciones cuentan cómo es que se llevaban a cabo después de haber rechazado la religión católica ‘frente al demonio mismo’, y posteriormente celebraban en una danza originaria de África y al final, el diablo se aparecía y mantenían relaciones sexuales. Algunos esclavos tuvieron que decir lo que los inquisidores querían escuchar ante el miedo que imponía la Santa Inquisición con sus amenazas de tortura, la tortura misma o la muerte.

Estos relatos contados por los escribanos también decían que posiblemente se les asignaba un compañero sodomítico. En este sentido, en algún expediente inquisitorial, una mujer negra que asistió a estas prácticas de brujería confesó: “... el demonio con ellos, a esta y a los demás los conoció carnalmente por el vaso trasero”[1]

Aquellas relaciones sexuales, formarían parte indispensable del ritual de brujería, pero la realidad era que la persona con la que se tenía relaciones para iniciarse en ese ritual solo era otra persona que tuviera ciertas características totalmente africanas, y quienes lo llamaban “diablo” o “demonio” eran los inquisidores. “Sin duda la sodomía en este ámbito se refiere a un acto de resistencia por parte de los afrogranadianos, pero también contiene grandes dosis de tradiciones de socialización no occidentales”[2]. Entonces, esa figura del compañero sexual es quien representaría a algún servidor de Satanás, que es con quien se cometen los actos sodomitas.

JUSTIFICACIONES BIBLÍCAS

“La demonización de los negros se fundamenta en la concepción cristiana del mal, derivada de la historia bíblica de Cam. Este, de tez oscura, al ver a su padre Noé desnudo, es encarnación voluntaria del mal que merece un castigo. En efecto, Noé pone sobre Cam la maldición de ser esclavo de sus hermanos (Génesis 9:25). Desde esta historia, se legitiman a la vez la culpa de haber sido pecador y la esclavitud negra vista como el castigo merecido. La idea de que el “compañero” sexual aparezca como un demonio “monstrificado” ayudaba tal vez a menguar la culpa del reo y, por otra parte, a mortificar a la población española con la idea de la existencia de demonios y monstruos. En muchos casos, estas figuras habían sido creadas por los mismos españoles, lo que resulta del todo fascinante. Pablillo, el diablo de Anton Carabalí, se presentó por primera vez ante él”[3]

 Este diablo, se presentó con la mitad del cuerpo superior humana y la inferior de gato. Los negros esclavos en la Nueva Granada fueron herederos de las descripciones de los etíopes hechos por viajeros cuando iban a África, que describían a personas que eran mitad animal, o que cambiaban de sexo de un momento a otro.  

Es muy posible que estas relaciones homoeroticas hayan ido más allá del ámbito ritual, hay algunas narraciones encontradas accidentalmente que cuentan relaciones “románticas” entre esclavos. Es más difícil hablar de algún tipo de registro histórico acerca de los sentimientos y más aún cuando éstos en específico eran prohibidos y condenados.

“(…) Pablillo de la parte de afuera de su cárcel, lo indujo para que se saliese por tres veces y que a la cuarta le dijo que no tuviese miedo, que él lo ampararía. Y dijo la industria que tuvo para quitar la cruz de hierro de dicha ventanilla y descolgarse por ella y el peligro en que se vio y cómo su Pablillo le ayudó…”[4]

 

Hay que aclarar que el placer es indispensable para que sea calificado también como “pecado nefando”, por lo tanto, cuando estas personas que estaban forzadas a llevarlo a cabo sólo por haberse involucrado en las reuniones de brujería no necesariamente calificaban como tal. Una narración de un esclavo mulato confiesa que “... había sentido más gusto que si estuviera con una mujer”[5]

De esta manera, se explica la manera en que el placer estaba también dentro de este contexto del homoerotismo. Giraldo dice que interpretar estas relaciones sodomitas de los esclavos africanos como algún tipo de resistencia, para no entregar hijos a los amos, podría ser alguna explicación tentadora, pero hace falta historia acerca del placer en este sentido, o es muy difícil de encontrar.

HOMOEROTISMO EN MUJERES ESCLAVAS

Es importante insertar dentro de todo esto la del homoerotismo y sodomía en las mujeres esclavas de Nueva Granada en el siglo XVIII. Existen narraciones de algunos cronistas acerca de la sodomía femenina. La autora, en otro de sus trabajos[6]  aclara que hay que tener cuidado en la fiabilidad de las fuentes, porque era común que en general, los españoles intentaran satanizar a los pueblos indígenas, de manera que se distorsionaban sus acciones o comportamiento.

 

Los cronistas además de narrar acerca de relaciones lésbicas, también utilizaron términos como ‘caníbales’, pero una referencia muy conocida es la de las famosas amazonas de Juan de Castellanos, en la que describe a una población únicamente femenina:

Quisieron en un pueblo tomar tierra

Que sobre la barranca parecía

Más no lo consintió gente de guerra

Que con feroces bríos acudía.

E india varonil que como perra

Sus partes bravamente defendía

A la cual le pusieron Amazona

Por mostrar gran valor en su persona

De aquí sacó después sus invenciones

El capitán Francisco de Orellana,

Para llamarle río de Amazonas

Por ver esa con dardos y macana.

Sin otros fundamentos ni razones

Para creer novela tan liviana;

Pues hoy entre cristianos y gentiles

Ejemplos de mujeres varoniles[7]

También existen crónicas de algunos lugares de África en los que se narran casos de lesbianismo. "A maturbacao recíproca é aceita com absoluta naturalidade, sendo mal vito o vício solitario. O lesbianismo é mais frequente que a homossexualidade masculina (…)"[8]

Mott menciona que hay variadas referencias sobre sodomía en la costa Africana tanto en hombres como mujeres. El motivo de que estas prácticas fueran comunes era que tenían una concepción positiva del placer sexual, en ocasiones incluso se vinculaba con cosas sagradas, contrario a lo que se vivía en la cultura cristiana en la que restringía el placer hasta el matrimonio, o no existía sino que se reducía a la concepción. “La carne por fuera del matrimonio era, tanto para hombres como para mujeres, el vínculo con el maligno”. [9]

 

El caso, es que en lo que refiere a las mujeres, eran condenadas con más gravedad, debido a que la biblia dicta que son portadoras del pecado original, lo cual las convirtió en tentación, pureza y honor familiar. Entonces, jugaban un papel “doble” dentro de su sociedad.  “La virgen o madre era la representación del honor, uno de los mayores valores de la sociedad colonial”[10]. En ese sentido, las hijas de Eva, según el maestro de Santo Tomás: “Deben sufrir, además del embarazo y el parto, las dolencias de la tentación sexual la corrupción en el acto sexual y el desmedido placer en la concepción”[11] (Argumentos religiosos que lamentablemente sigue permeando el imaginario colectivo latinoamericano en la actualidad, nos siguen restringiendo al derecho del placer sexual y la sociedad nos castiga y etiqueta por ello, y de la misma manera, siguen señalando lo que debemos sufrir y aguantar sólo por haber nacido mujeres)

 

Las mujeres, por un tiempo, compartieron las mismas penas que los hombres después de cometer el pecado, pero eso cambió por la idea relacionada a la naturaleza inferior de las mujeres, por lo tanto eran más propensas a caer en este pecado nefando tan vergonzoso, entonces se rebajó la pena a la sodomía entre mujeres en los manuales del Santo Oficio, fue entonces cuando quedó sólo como pecado sexual menor.

DEL PECADO NEFANDO A PATOLOGÍA

 A finales del siglo XVIII, dentro de la medicina positivista, se dio nombre y se conceptualizaron las patologías, entre ellas las sexuales. Por otro lado, España quiso que los crímenes morales se juzgaran de manera más estricta. “Con las Reformas Borbónicas se quiso regresar a un modelo de sociedad firmemente estratificada y estamentada en valores de raza y honor”[12]

Dentro de la Real Audiencia, se fue utilizando menos el término de “pecado nefando” con la llegada del saber médico, por lo tanto los homosexuales y sodomitas, obtuvieron la despenalización de sus prácticas homoeroticas, ya no eran pecadores ni criminales. Claro que permanecen como problemas morales, pero se cambia la mirada juzgadora derivada de la religión a una más científica y positivista.

La Inquisición por supuesto que poseía algún control en el imaginario colectivo, y sobre todo, adoctrinaba a los católicos sobre el uso de sus cuerpos. Se puede ver, que las prácticas de la homoeroticidad no cedieron a las imposiciones de la iglesia acerca de una monogamia heterosexual.

 “En 1786, en Cartagena, dos esclavos bozales, llamados Francisco Xavier Curacao y Luis Cardales, trabajadores de la fábrica de Aguardientes, recibieron un severo castigo por sus “perversas costumbres”[13] Las expresiones cambian en la narración de aquel hecho, por lo tanto quiere decir que también dejó de permear la idea de las relaciones sodomitas como pecado nefando, y cambiaron a ser juzgadas como faltas morales, y aunque no se dice explícitamente que llevaron a cabo algún acto sodomítico o nefando el vocabulario utilizado hace imaginar que se refieren tal vez únicamente al homoerotismo.

Se habla de la separación urgente de los esclavos, por los excesos que cometieron, sus malas inclinaciones y perversas costumbres. Este tipo de relaciones ya habían tratado de ser corregidas sin obtener resultados, es por esto que terminan proponiendo la separación de los esclavos, pero al final no fue posible, aunque sí fueron castigados “poniendo a cada uno de ellos un grillete que con una cadena los una y que así trabajen en la maniobra más odiosa”[14].

 

Por un lado, aunque esto logró que su relación lograra ser visibilizada públicamente, sus castigos eran tremendamente severos, los objetos de castigo peores y restringieron aún más su libertad. De esta manera, a pesar de ser visibilizado, se mostró como ejemplo para el resto de los esclavos y mantenerlos sometidos y con miedo ante tal grado de castigos ejemplares.

Las relaciones homoeróticas fueron tratadas como uno de los peores problemas morales y los que representó una de las mayores afrentas dentro del periodo colonial. Pero cabe recalcar, que en el caso de la sodomía femenina era aún mayor el problema al atentar contra las concepciones tradicionales que se tenían acerca de la familia, sobre todo porque atentaba contra la reproducción social, además de ser señaladas de naturaleza menor y con mayor tendencia a pecar. Para la sociedad colonial católica, no tener hijos iba en contra de todas sus nociones acerca de algún orden divino.

Se montaron muchas representaciones de justicia para lograr controlar este tipo de relaciones, y otros usos del cuerpo que se salieran de su lógica reproductiva que atentara contra sus costumbres morales, lo cual recalca también el sentido patriarcal en el que ya estaban sumergidos.

Justo lo que se quiso castigar y eliminar eran esas prácticas sexuales humanas “contra natura” vivida libremente. Pero en parte, la sodomía además de plantear una lógica sexual fuera del matrimonio transgredió las nociones de género coloniales.

Lo anterior sólo “en la sodomía y no en otros pecados sexuales como el amancebamiento o la zoofilia, en donde se subvierten las estructuras de género. Aquí se evidencian ciertas rupturas en el ordenamiento de los roles sexuales. Los ejemplos de mujeres masculinas existían en la mentalidad colonial. Uno de los objetos del castigo fue la transgresión a la estructura patriarcal de género”[15]

Este ha sido un tema que realmente ha sido muy poco desarrollado, y provoca cuestionarse más, que resolver incógnitas. Hay un abismo enorme en el registro histórico en torno al tema de la homoeroticidad y sodomía tanto en hombres como mujeres, pero esto tampoco implica que haya sido una situación poco común.

En realidad, lo que se consideraba más grave eran las relaciones sexuales que no tenían como fin procrear, porque atentaba contra el desarrollo y la reproducción de la vida, ya que incluso  “y en algunos casos el derramamiento de la "semilla" que podían llevar al acusado a la muerte. En cuanto se trataba de caricias, besos o intentos de intimar, dichos actos no parecen tener consecuencias mortales para los involucrados”[16]

[1] Archivo Histórico de Madrid, Fondo Inquisición de Cartagena, Relaciones de Causa de Fe, libro 1020, fs. 226 r. y v.

[2] Giraldo Botero, Carolina. "Esclavos Sodomitas en Cartagena colonial. Hablando del pecado nefando". Historia Crítica, no. 20, Editorial Universidad de Los Andes, 2001, pp.175

[3] Archivo Histórico Nacional de Madrid, Fondo Inquisición de Cartagena, Relaciones de Causa de Fe, libro 1020, fs. 299 r,v. 176

[4] Archivo Histórico Nacional de Madrid, Fondo Inquisición de Cartagena, Relaciones de Causa de Fe, libro 1020, f. 387 v.

[5] Giraldo Botero Carolina, Homoerotismo Femenino en la Nueva Granada (1745-1822), Rehaciendo saberes, Universidad de los Andes

[6]  ZAMBRANO, Fabio (ed.), ll evas Crónicas de Indias, j 11 ,111 de Ca.,te llanm , Elegí,¡, de Varone,

Il ustres de nd a~, Presidencia de b Repúhli ca, ' anta fé de J)ogot;Í, 1997, C lIlLO 11 , p. 9.

[7] “La masturbación recíproca es aceptada con absoluta naturalidad, siendo mal visto el vicio solitario. El lesbianismo es más frecuente que la homosexualidad masculina” (traducción de Giraldo), Mott Luiz, Osexo prohibido, Virgens, gays e escravos as garras da Inquisicao, Papirus Editora, Brasil, 1983, pp. 24-29.

[8] Giraldo Botero Carolina, Homoerotismo Femenino en la Nueva Granada (1745-1822), Rehaciendo saberes, Universidad de los Andes, pp.28

[9] Giraldo Botero Carolina, Homoerotismo Femenino en la Nueva Granada (1745-1822), Rehaciendo saberes, Universidad de los Andes, pp.28

[10] RANKE-HEINEMANN, Uta, Enucos por el reino de os cielos, Iglesia Catolica y sexualidad, Trotta, Colección estructuras y procesos, serie religión, España, 1994, p. 165.

[11] Rodriguez Pablo, Seducción, amancebamiento y abandono en la colonia, Colección Hiatoria No.2, Fundación Simón  y Lola Guberek, Santafé de Bogotá, 1991, pp.99.

[12] A.G.N, sección colonia, Fondos Negros y Esclavos de Bolívar, Tomo V, pp. 295, 296.

[13] Archivo General de la Nación, Sección Colonia, Fondos Negros y esclavos de Bolívar, Tomo V, pp.296.

[14] Giraldo Botero Carolina, Homoerotismo Femenino en la Nueva Granada (1745-1822), Rehaciendo saberes, Universidad de los Andes, pp. 43

[15] Camba Ludlow Ursula, El pecado nefando en los barcos de la carrera de indias en el siglo XVI. Entre la condena moral y la tolerancia, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 2011, pp.129

Fuentes

 

  • Agustín Blánquez Fraile, Diccionario manual latino-español, español-latino, Barcelona, Ramón Sopena, 1984

  •   Archivo Histórico de Madrid, Fondo Inquisición de Cartagena, Relaciones de Causa de Fe, libro 1020

  •   BORJA, Jaime, Rostros y Rastros del demonio en la Nueva Granada, Bogotá, Ariel, 1998

  •   Camba Ludlow Ursula, El pecado nefando en los barcos de la carrera de indias en el siglo XVI. Entre la condena moral y la tolerancia, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 2011

  •   Giraldo Botero Carolina, Homoerotismo Femenino en la Nueva Granada (1745-1822), Rehaciendo saberes, Universidad de los Andes

  • Giraldo Botero, Carolina. "Esclavos Sodomitas en Cartagena colonial. Hablando del pecado nefando". Historia Crítica, no. 20, Editorial Universidad de Los Andes, 2001.

  • Oviedo, Gonzalo Fernández de. Historia general y natural de las Indias.(L.V. cap III en Cardin, Alberto, 1984. Guerreros, chamanes y travestis. Busquets 1984, Barcelona. P 150).

  •   Ranke-Heinemann, Uta, Enucos por el reino de os cielos, Iglesia Catolica y sexualidad, Trotta, Colección estructuras y procesos, serie religión, España, 1994

  • Sotomayor Hugo, Representaciones eróticas en el arte de Colombia Prehispanica, Grupo de antropología Médica y de la salud, Fundacion Universitaria de Ciencias de la Salud, Bogotá, 2017.

  • Vainfas Ronaldo, Homoerotismo femenino e o Santo Oficio, en Del PRIORE, Mary, (organizacao), Historia das mulheres no Brasil, Unesp-Contexto, 1997.

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