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El México en el que (sobre)vivimos

Por Rodrigo Chávez

El pasado martes 30 de junio se conmemoró el día internacional por la memoria de las personas desaparecidas, uno de los delitos más cruentos y tortuosos. Pocas cosas pueden ser tan crueles e inhumanas como el vivir la desaparición de un familiar, un amigo o cualquier cercano; lidiar con la esperanza de encontrarlo y conocer la verdad algún día y con al mismo tiempo con la desesperanzadora realidad de asumir que en este país lo más probable es que eso no suceda jamás.

También en esta semana se estrenó el documental Vallarta-Cassez: Una novela criminal. Que aborda el caso de Florence e Israel en el que fueron injustamente incriminados de secuestro armando una estrategía mediática alrededor de la, por fortuna, extinta Agencia Federal de Investigaciones.Estas dos cosas podrían parecer que no están relacionadas sin embargo desde un análisis un poco más profundo podemos encontrar cosas que no sólo hacen sentido sino que bien podrían ser una respuesta a la grave crisis de desapariciones que se viven en el país.

En la serie documental Florence y algunos periodistas e investigadores hablan de las irregularidades en el caso que van desde la detención ilegal hasta el cómo es que se fabricó todo un caso múltiple para implicar a la pareja en una supuesta red de secuestradores. Es en estos aspectos en donde podemos trazar una línea de investigación al respecto de los desaparecidos. Remontemonos al comienzo del problema de la desaparición en México, la mal llamada “Guerra sucia” que no fue más que un periodo de represión paramilitar por parte del Estado en el que cualquiera con ideas medianamente fuera de las dictadas por el poder era desaparecido o asesinado. Muchas personas en México desconocen que en nuestro país, en ese periodo, se vivieron estrategias militares y paramilitares similares a las que acontecieron en Chile y Argentina durante la dictadura, como los vuelos de la muerte que es atar bloques de cemento a los pies de las personas para aventarlos en el mar.

Estos lamentables sucesos parecen lejanos si los situamos únicamente en los sexenios de Ordaz y Echeverría, sin embargo la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón siguió estrategías similares y en última instancia sabemos que Peña Nieto usó parte de estas estrategías en el caso Ayotzinapa, es decir; es un problema de sistematización de estrategías contrainsurgentes presente hasta hace muy poco tiempo.

Si tenemos una estructura gobernante capaz de recurrir sistematicamente a la tortura y la fabriación de culpables para simular la impartición de justicia es sumamente entendible entonces que muchas de las personas desaparecidas a lo largo de los años hayan caído en estos esquemas de violaciones de derechos humanos y que, a diferencia de los muchos inocentes presos, no hayan podido soportar la tortura física o el terrorismo psicologico conllevando a la muerte en manos de miembros del Estado o a la perdida de la composición psicologica de los individuos que volviera imposible la fabricaión del caso y que hayan sido soltados a su suerte.

No quiero asegurar que esto es un hecho pues probarlo es, cuando menos, complicado pero es una deducción bastante lógica que goza de un entendimiento del aparato político del Estado mexicano. De los más de cien mil desaparecidos, ¿cuántos murieron en calabozos de la justicia mexicana? ¿Cuántos se suicidaron o convirtieron en homeless a raíz de la tortura psicologica? Urge cambiar la forma de hacer justicia en México.

Y pensar que en este México hemos (sobre)vivido…

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