top of page

Encerrarse en el área

Por Rodrigo Chávez

Nunca he sido fan del fútbol y a decir verdad no comprendo la forma en que se dan los pormenores de un encuentro, pero sí he podido ver a lo largo de mi vida cómo algunos equipos, sobre todo de la liga mexicana, disputan partidos con formaciones defensivas, salen a la cancha con la meta de no perder y esta estrategia es comúnmente fallida porque el jugar a no perder no es igual a ganar.

Por lo regular esta estrategia futbolística se da en las instancias de liguilla, en donde un equipo ya ganó un partido y siente que esa victoria será suficiente para pasar a la siguiente fase, por lo regular el equipo descansa a sus titulares, mete a todo el equipo en el área y se dedica plenamente a no “arriesgar” lo que, según ellos, ya ganaron. Pero, ¿por qué una estrategia maestra fracasa? Pues porque el equipo contrario entiende su posición de desventaja y sale a la cancha con ganas de golear al adversario, de no darle un segundo de paz al arquero y de no desperdiciar ni una pelota.

Esto es, literalmente lo que le pasó a MORENA en las elecciones del pasado domingo, después de ganar con autoridad el partido de ida la dirigencia creyó que era suficiente con encerrarse en el área para estas elecciones, optó por no comprender de fondo el triunfo del 2018 y no salir a ganar, sino a mantener dentro de los espacios que consideró seguros.

El triunfo arrasador dentro de la Ciudad de México en 2018 respondía principalmente al apoyo social con el que cuenta el presidente Andrés Manuel. Eso fue, de cierto modo, una carta abierta a que la sociedad comprendiera la necesidad de respaldar el proyecto votando en su totalidad por las candidaturas que morena presentó en las boletas, es por esto que personajes como Lily Tellez pudieron acceder a cargos de poder, sin embargo a tres años del triunfo las condiciones son bastante diferentes en el panorama político.

El partido de morena tenía la posibilidad de profundizar el proceso de la 4T en la ciudad a través de candidatas y candidatos nuevos, con propuestas y con ideas renovadoras acerca de lo que la política debe de ser, era el momento preciso para que se buscara dar no solo continuidad sino profundidad a la 4T, para aperturar los espacios a las juventudes, para desarraigarse de los grupos hegemónicos y de la desgastada política tradicional, en su lugar Mario Delgado optó por pagar compromisos políticos y saldar algunas deudas adquiridas poniendo en la boleta a personas que francamente presentaron pocas o ninguna idea más allá de <continuidad>.

Es importante decir que casos como Gaby Osorio en Tlalpan no entran dentro de esta categoría, pero como sabemos, las excepciones no son la norma ni debemos aminorar la crítica por haber tenido una candidata de altura.

Otro de los puntos por los que podríamos explicar el retroceso del partido de morena sobre el este de la CDMX tiene que ver con la incapacidad de los actores y actrices políticas en llamar a la ciudadanía de izquierda a votar, la idea de darle un voto ciego, nuevamente, al partido es una narrativa que se vuelve insostenible cuando el trabajo de base es mínimo o ha quedado borrado, como en algunas zonas de Álvaro Obregón.

El abandonar la calle en un afán de <formar gobierno> provocó entre la población un sentimiento legítimo de abandono que terminó por provocar una duda sobre la posibilidad de la 4T. Esto complementando con la falta de perfiles cautivadores, con discursos profundos y capaces de despertar la emoción de la gente hizo que el abstencionismo en la ciudad fuera anormalmente bajo, la gente que simpatiza con el proyecto teniendo al mismo tiempo su crítica y reserva abandonó a la estructura del partido que creyó tener la lealtad de estos sectores hasta el final.

Mientras eso sucedía dentro de MORENA, la oposición supo infundir dentro de sus militantes y simpatizantes narrativas catastrofistas acerca del rumbo del país, el fantasma del comunismo es y ha sido desde 2006 un discurso bastante usado pero que ha recobrado fuerza en  el 2021, además, debemos reconocerle al panismo en la ciudad su capacidad de visión al respecto del vacío de politización presente entre las clases medias que hasta el 1 de diciembre de 2018 se habían mantenido siempre al margen de la administración pública pero que han tenido un profundo interés en comprender la política.

Este ímpetu poco pulido o profundizado de la clase media guarda en sí una potencialidad innegable, si MORENA hubiera sabido comunicar de forma más efectiva el sentido y la urgencia de la transformación pudiera haber llevado algunos de los votos de la clase media a las urnas pero el descobijo de algunas estructuras al presidente permitió que la narrativa del panismo sobre el poder omni representado por Andrés tuviera algo de sentido entre quienes comienzan su vida política (sin importar la edad).

La narrativa fue ganada por los grandes medios de comunicación, por las campañas de desinformación y por el desentendimiento del momento político de la clase media que ha sentido desprovista su necesidad de representatividad desde opciones de izquierda, no quiero decir con esto que la estrategia de los morenistas debió ser un white washing a sus candidaturas, sino estructurar medios de difusión de la transformación y el recoger de manera constante las dolencias del pueblo en cualquier estrato social que estas se encuentren.

El panismo no creció sustancialmente como las imágenes descontextualizadas quieren hacer creer, eso es cierto, pero el panismo sí supo llevar a las urnas a quienes no apoyan la 4T o a quienes más allá de la figura presidencial no encontraron representatividad dentro del partido político, esto pone sobre la mesa un punto fundamental que urge atender desde la estructura partidista. Hay afuera una gran cantidad de lopezobradoristas que no se identifican con MORENA como único medio para militar su apoyo al presidente, este sector es crítico y es también complejo de convencer con banderas vacías de apoyo.

Urge entonces poner en perspectiva el triunfo, evitando justificar el fallo que se tuvo desde los espacios que el partido controlaba, el triunfalismo previo y el desarraigo de las dolencias es una muestra de que MORENA creyó suficiente el triunfo de 2018, sin comprender su realidad. En palabras de Anthea Sansores, candidata por el distrito local XX, "no nos sacan de aquí ni a patadas". Estoy seguro que este pensamiento fue el que predominó dentro del círculo cercano a Mario Delgado, quien apostó, más que a ganar, a no perder y a mantener lo que creía en sí seguro.

Arreglar el desastre que fue para los morenistas la elección en la ciudad es posible, pero debemos comenzar por deshacernos del director técnico que jugó a no ganar esta elección, necesitamos a alguien capaz de comprender que ninguna elección está ganada sin presentarse a la contienda, que debe apremiar la formación de cuadros, el trabajo en territorio y la apertura de espacios a perfiles con plataforma e ideas antes de las deudas adquiridas personal o institucionalmente.

El lopezobradorismo de la Ciudad de México está ahí afuera, late y combate; no saber llevarlo a las urnas, no poder convencerlos de la idoneidad de los perfiles debe ser el punto de partida para el retrazado de ruta del partido, si es que quieren recuperar lo perdido y mantener lo ganado en esta elección. Comprender por qué la izquierda se aleja del partido y por qué la clase media ha comprado discursos ayudará a subsanar el duro golpe.

Un partido no se gana encerrándose en el área, se gana tirando al arco contrario y no dejando de anotar, se gana aprovechando cada segundo y cada oportunidad. Esa es la lección que debieron aprender los dirigentes de MORENA este 6 de junio.

bottom of page