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NUESTRAS MUERTAS

Por Elsa Flores

Hoy que llego a casa he dejado un camino de cempasúchil para que puedas volver

y espero recibas el beso que le di a la veladora prendida en tu nombre, sé que llore

al poner tu fotografía en el altar, pero es que, mi niña, añoro tenerte en brazos una

vez más esperando oír tu risa en toda la casa y solo me hayo entre las sabanas

culpándome por no saber que él te iba a matar.

Hice tu comida favorita y adorne con papel picado de los colores que más te gustan,

espero no estés desesperada en el Mictlán buscando a mamá porque sin ti aquí

no sé cuánto más tarde en ahogarme el mar. Mi niña, mi hija, mi pequeña yo desearía

haber sido más fuerte para no meter a la cama a la muerte, que con sus manos

huesudas  deshilo toda tu ropa y te recostó en la tumba.

II

Que me duele, que no sé dónde estás y todas las mañanas me levanto para ir a los

tiraderos esperando encontrarte y por fin descansar. Me arde el pecho buscarte en

cada una de las mujeres que veo en la calle, deseando regresar contigo a casa. Ya

han pasado semanas desde que no sabemos de ti, en la fiscalía dicen que siguen

investigando. Entre que no sé y el dolor del alma he puesto alado del abuelo tu

foto, en el peor caso, al menos sabre que dentro de unas noches volverás y sabrás

que te seguimos buscando. Tu nombre no será recordado por la violencia que se

ejerció en tu cuerpo ni cómo es que ibas vestida sino por cada sol que cargabas en

los ojos y el océano inefable que era tu ser. Porque tenias derecho a vivir y la rabia

me ayuda a seguir de pie, por ti.

III

A mí mamá la asesinaron hace 5 años, mi padre fue quién de tanto odio la asfixio

un día después de molerla a golpes. Pero mi mamá ya estaba muerta, nada más

que lo escondía demasiado bien, un día la oí decirle a la luna ¨Este hombre me

puso un vestido blanco para violarme después y obligarme a parir estos hermosos

chamacos que me impulsan a seguir, pero ay de mí luna, me morí en cuanto vi al

mismísimo demonio en sus ojos. Yo ya solo estoy esperando ser enterrada, pobres

de mis niños, qué harán sin su vieja…¨

Ese día había sangre en el piso y cuando mi padre se dio cuenta de lo que había

pasado solo salió con los borregos a pasar la noche. Mamita, te quedaste en el piso

hasta que junto con el cantar del gallo llego el Padre a dar fe que estabas muerta y

poder ser enterrada. Ahora cada Noviembre papá llora tu ausencia enfrente de la

ofrenda dónde estás junto con ese chal viejo que tanto te gustaba porque era de la

abuela y el arroz que nos enseñaste hacer, el pan de muerto que saboreabas como

perro frente a la panadería pero no nos alcanzaba para comprar, le quitamos los

pétalos al cempasúchil para formar el camino y que puedas volver pero por las

noches yo también le hablo a la luna, y le suplico que por favor no regreses acá

porque como sufriste mamá.

IV

Las noches de verano en el centro de la ciudad eran perfectas para salir a trabajar,

medias de red debajo del vestido escotado hasta el ombligo, pestañas postizas

y tacones de plataforma que no me permiten caminar bien. Era conocida por irme

con cualquiera y hacer lo que quisieran, esa era la única forma en la que podía

completar la cuota. Yo salí corriendo de esa casa con techo de lamina del sureste

del país, llegue con 5 pesos en los bolsillos y dormí unas noches en las calles hasta

que por mala suerte termine parada en las esquinas concurriendo a moteles

baratos para mamársela a alguien por unos cientos de pesos y si quieren algo más

picante, yo era la adecuada siempre y cuando eso se viera reflejado en el pago.

Nosotras somos las no amadas, las olvidadas, las sin derechos y por eso

amanecemos a lado de la basura donde nos quieren esconder y lo logran pues

ninguna de nosotras tiene familia, no tenemos quien nos busque o llore, somos las

putas de la calle.

Pasan los años y nadie prende una vela por nosotras, por mí. No hay quien nos

recuerde, solo pasan nuestros nombres en el periódico cuando fuimos masacradas

de forma exótica, no tenemos casa a dónde regresar ni agua que beber por el largo

viaje que hicimos.  

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