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El reencuentro inesperado

Elsa Flores

Al principio, no había día que pensara en el momento que nos cruzáramos y cuando llegaba a estar en los lugares que a ti te gustaban se helaba la sangre al saber que las posibilidades aumentarían de encontrarnos, me preguntaba si estaba lista para eso. No hay manera de entender como la mente se lleva esos pensamientos cancel entre sus olas y una mañana sales a la calle donde ya no te sientes presa, lo has dejado atrás.

Han pasado meses desde que hice una denuncia no formal en algún tendedero por el 8 de marzo, di nombre, foto y las violencias que ejerció sobre mí, pero no pude contar la historia por el miedo que tenía, la culpa que corría en las venas y llegaba al cerebro para explotar en mera ansiedad por la socialización que tengo aún, ‘‘¿estaré exagerando?’’ me pregunte miles de veces antes de estallar en llanto en terapía de enojo y tristeza, ‘‘¿quiero llamar atención?’’ si fuera así entonces por qué me da tanta pena contarlo, ‘‘¿por qué me quede ahí tanto tiempo?’’ tal vez no sabía a dónde ir. Todo iba directo hacía mí, porque como hija de una mujer separada lo que me enseñaron fue a ser fuerte, a ser yo quien resolviera la vida y sus múltiples manifestaciones, me dijeron que tenía que darme a respetar y tener cuidado con los hombres porque ellos al darse cuenta de la ausencia de mi padre iban a querer propasarse conmigo, yo era la que debía siempre estar en control.

Me sentía culpable por no saber como actuar y ahora que el daño estaba hecho la idea de denunciar públicamente me volvía loca, me paralizaba, pero al mismo tiempo sentía el mundo acabarse en sintonía, al final lo hice y me sentía peor, cómo si hubiera hecho algo malo, cómo si yo fuera la mala. La denuncia fue anónima, en un tendedero donde pensé él no tendría conocimiento, pero se me escapo de los dedos la red patriarcal que existe y se enteró, lo cual estallo mi corazón y sentí pánico, lloraba por no comprender lo que significaba, la realidad derritiendo en las esquinas y yo hundida en ellas. El encierro me salvo, el tenerlo bloqueado me salvo, mis amigas me salvaron, la terapia me salvo, el feminismo me salvo, el entender que es un agresor me salvo, el saber no es mi culpa me salvo, el escribir me salvo, yo me salve.

Una gran victoria, pensé, me había vuelto una mujer indestructible que nadie podía parar. Olvide lo que sentí ese día, olvide como la depresión me hacía sentir esos años, olvide el dolor, ahora estoy centrada en mí porque los planes ya están a mitad del camino, estoy tan lejos de él siendo que pensé nunca poder irme. El mundo es muy pequeño, es cierto, porque cuando menos yo lo esperaba lo vi en la calle a mitad de una carcajada, su mirada puesta en mí, cazando cada movimiento mío, tarde 3 segundos en reconocerlo detrás del cubrebocas, tarde 1 segundo en voltear la mirada y otro en tener un ataque de pánico. ¿Qué iba hacer si se acercaba? ¿Yo quería hablar con él? ¿Estaba exagerando de nuevo? La respuesta era no, yo no quería se acercará ni me hablará ni estaba exagerando, tenía miedo

Algo cambio durante estos meses, todos los sentimientos que inundaban la cuerpa y mente no contaban, ni yo, que dentro la misma fuerza que me saco de ahí fue la que ahora me haría estar dispuesta reacción de la forma que tendría que ser si escalaba el suceso, claro que tenía miedo, pero tenía más coraje al verlo caminar como si nada, siendo el mismo, sin culpa ni dolor, sabiéndose privilegiado por el mundo. No paso a más allá, lo agradezco y aún así sentí tenía que ser yo la que tomara la decisión de irse.

Las violencias que a travesamos las mujeres durante nuestra vida nos marcan, son una muestra de lo que realmente es el patriarcado en cuerpo de varón con alma capitalista, la violencia siempre de por medio para el sometimiento es el acto menos humano de aquellos que se hacen llamar así. ¿Nosotras a dónde nos vamos? Siempre somos las que se van, por no tener el recuerdo presente, por paz mental, en busca de un nuevo inicio, por cualquier otra razón y dejamos mucho atrás. Ellos no se van, ellos permanecen ahí en busca de alguien más. ¿Qué hacer sino reapropiarnos del espacio? Nos quitaron tanto que terminaron quitándonos el miedo.

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