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La comuna columnas

Por Rodrigo Chávez

Se nos va haciendo costumbre eso de leernos desde la intimidad, de nueva cuenta me disculpo por la falta de análisis esta semana, no quiero que piensen que estoy volviendome flojo para ello pero ante la coyuntura la mente se me fue en tratar de rescatar la cuenta de twitter de la revista y en el posterior “lo logramos” y con ello la energía se me ha ido abajo.

Esto desde luego que no es pretexto para no cumplir con mi responsabilidad con ustedes así que me gustaría compartir algunas de las reflexiones que ese suceso me trajo.Lo primero que pasó por mi cabeza fue un enojo honesto y profundo ¿cómo se atreven? Me insultó de sobremanera que suspendieran una cuenta que hemos levantado con tanto esfuerzo, ¿por qué? No hace sentido, jamás hemos usado ni siquiera lenguaje altisonante en la cuenta de la revista, todas nuestras columnas son escritas por estudiantes en el área y con conocimiento y fuentes verificables, nunca hemos reculado sobre una sola de las notas. ¿Por qué nos suspenden?

Twitter es capaz de permitir pornografía, acoso sexual, dickpics, venta de contenido explicitamente sexual, vídeos no consensuados de pornografia, ciber ataques masivos y otras tantas atrocidades pero no es capaz de permitir que una revista digital opere. Que extraño el post mundo.

Lo segundo que llegó a mi cabeza fue un sentimiento de desesperación. ¿Por qué tardan tanto en devolverla? ¿Habré hecho algo mal? 

Y quizá a estas alturas ustedes estén diciendo “caray, es una cuenta de twitter con apenas unos 375 seguidores, ¿por qué el alboroto?” Claro que uno puede pensar eso y es que de cierto modo, es así. Pero debemos ir a la esencia más que a la forma, esa pequeña cuenta inició un día en el que yo me encontraba sumido en un proceso emocional complejo. Anómico en el sentido más durkheimiano de la palabra decidí, por primera vez darle valor a mis ideas.

Pensé, tal vez desde el ego, que mis ideas tenían un sentido más profundo del que los profesores podrían darles, aún recuerdo que por esas fechas mi abuela me dijo lo que sería un halago decisivo en mi vida.  Así que convencido por las palabras de aquella persona tan especial decidí tomar el teléfono y convencer a 5 personas a las que siempre he admirado y he amado de iniciar una revista. Desde luego que no tenía en claro nada sobre lo que quería, solo sabía que éramos un puñado de amigues talentosos y pensantes y que queríamos escribir.

Debo confesar que creí que nadie me diría que sí, supuse en la cabeza que me rechazarían y que se quedaría como un sueño más, como una leve idea de aquello que me gustaría pero que no se concretaría, mi sorpresa fue grande cuando esas 5 personas me dijeron que sí.

Así nació Revista Columnas, con un sitio choto de wix, muchas ganas y cero experiencia pero con un deseo de poder escribir, de que nuestras letras pudieran ayudar o tocar a alguien, de reconocernos al escribir y de compartir lo que vamos aprendiendo en las aulas.

Poco a poco fui entendiendo como dirigir la revista y cómo podríamos comenzar a profesionalizar lo que hacemos, nunca tuvimos como meta ser influencers ni mucho menos vivir intrínsecamente de esto sino mostrarnos y compartir las ideas.

Ángel llegaría unos meses después y con su compromiso nos hizo entender la necesidad de profundizar el trabajo que hacíamos, Justine y Alex nos enseñaron a poner datos lo más actuales y verificables posibles y así fuimos construyendo este espacio al que llamo hogar.

Esa cuenta de tuiter alberga el trabajo incansable que hemos hecho por dos años. Guarda en lo más recóndito columnas mal redactadas, mal publicadas y mil intentos por tratar de mejorar, guarda alrededor de 2,000 horas de escritura, cuando menos otras 2,000 de investigación y horas de edición de sitio, de corrección de estilo de búsqueda de identidad creativa y de crecimiento personal y comunal.

Perder la cuenta no es propiamente lo que duele, me duele pensar que por algún descuido el trabajo que el equipo ha realizado semana a semana, día a día podría perderse. No puedo permitir que nada de lo que haga afecte a esas personas que se han dejado la piel a cada paso, que decidieron unirse y saltar al vacío.

Aún recuerdo la primera vez que tratamos de hacer algo grande, una colaboración con una colectiva afromexicana, recuerdo ahora con cierto tejo de chiste como nos pidieron bajar el vídeo que realizamos para ellas porque les pareció muy precario e insuficiente. Apenas sabía editar vídeos y el primero que realicé les pareció de mal gusto.

Fue entonces que comprendimos, más de lo que lo habíamos hecho antes, que tratar de ser autosuficientes era un proceso largo, no podíamos competir con buzzfeed ni con AJ+ porque ellos tenían algo que nosotros no. Dinero.Fue entonces que comprendimos, más de lo que lo habíamos hecho antes, que tratar de ser autosuficientes era un proceso largo, no podíamos competir con buzzfeed ni con AJ+ porque ellos tenían algo que nosotros no. Dinero.

Producir cuesta, pero nosotros no tenemos dinero. ¿Cómo podemos hacer? Teniendo más que ofrecer, puliendo el análisis, cambiando el diseño, aprendiendo a cómo hacer realidad los sueños con lo que tenemos y así fue como Ángel comenzó a convertirse en un diseñador gráfico autodidacta para darnos identidad visual, como yo me convertí en diseñador web sin tener ni idea de lo que estaba haciendo, fue así como Regi se volvió productora sin saber manejar una consola de audio.

Y poco a poco hemos ido creciendo y encontramos a 375 personas en tuiter que nos quieren leer. Que les interesa lo que este grupo de, hoy, 15 locos y locas queremos escribir.

Todo esto no es más que una forma de agradecer cada fav, cada rt, cada cita de tuit, cada tuit que pusieron para ayudarnos a no perder el trabajo que hicimos. Para el equipo no tengo nada más que un sincero agradecimiento por su trabajo y una admiración profunda por todo lo que hacen y lo que escriben. A la gente que partió de la revista mi completo cariño y amor, ustedes saben que esto no sería lo mismo sin su paso por esta página.

A nuestras y nuestros lectores quiero agradecerles el compromiso con un proyecto tan autogestivo, tan independiente y la promesa de que seguiremos dejando la piel letra por letra.

No voy a claudicar ni vamos a retroceder porque tenemos un compromiso con todxs, no vamos a dejar de escribir, de publicar ni de tener ese deseo de construir más y mejor.

Hay Revista Columnas para rato mientras el equipo y ustedes, quienes nos leen, así lo deseen.

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