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Polarización

Por Rodrigo Chávez


 

A lo largo de mi vida he escuchado a mucha gente usar palabras descalificativas y violentas para referirse a quienes no comparten su postura ideológica, es algo ya había comentado pero lo rescato con el fin de contextualizar lo que explicaré hoy.

La polarización política es un fenómeno en el cual la población civil se divide en bandos políticos opuestos, derivado de una radicalización en las posturas ideológicas y a pesar de que esto suena como algo negativo la realidad es que podría no serlo tanto.

 

En palabras de César Pineda (sociólogo y catedrático de la UNAM): “la radicalización de las posturas ideológicas es un proceso natural dentro de la política pues uno de los elementos centrales es la postura y posición de quien emana alguna crítica y por ende esa postura conlleva una radicalización necesaria para defender sus ideas” . En otras palabras, nuestra postura ideológica es per se radical y opuesta a quienes piensan distinto a nosotros y eso es lo que brinda pluralidad y nos permite matizar el espectro político.

Para ejemplificar esto último pensemos en un individuo que se identifica dentro del espectro de centro derecha y uno que se encuentra en la extrema derecha, mientras uno puede llegar a comprender el Estado como necesario para suplir los huecos del mercado en la vida social el de la extrema derecha afirmará que el estado debe funcionar únicamente para sancionar y desaparecer la delincuencia. Dentro del espectro de derecha estas dos personas se encontraran en una disputa con respecto a la función del Estado y ambos serán radicales al intentar  hacer prevalecer sus posturas, aún estando en el mismo espectro.

Algo similar pasa en la izquierda con el anarquismo deseando la desaparición absoluta del Estado y los socialistas que tratan de argumentar un Estado fuerte como base para erradicar la desigualdad. Encontrarnos en algún lado del espectro no nos hace compartir absolutamente todo lo que los demás matices cercanos a nosotros hagan o digan y eso es en sí mismo una polarización y a su vez una radicalización de nuestra postura.

Sin embargo en México este concepto no fue utilizado de manera frecuente entre la población hasta hace un año y al igual que lo expuse con el tema de los “ninis” es un concepto que se ha tergiversado y usado de manera irresponsable entre quienes intentan emitir una crítica al gobierno actual.

Es común leer en los comentarios de las redes sociales que AMLO ha polarizado el país pero esto no es cierto, AMLO no ha polarizado, el actual presidente se sirve y aprovecha la polarización política de la sociedad como un medio discursivo y dialéctico, pero darle el crédito personal de haber logrado una bifurcación de la población es darle mucho crédito.  

En el contexto Nacional la polarización política es más vieja que incluso nuestra patria, podemos ubicar como muestra de ello las rebeliones previas a 1810 donde las posturas autonomistas con respecto a la corona española comenzaban a surgir en la Nueva España, el propio movimiento de independencia fue un proceso de polarización entre quienes querían una separación total de España y los autonomistas que deseaban el regreso de Felipe VII al trono español, al término de este proceso la polarización fue aún más radical entre liberales y conservadores conllevando diversas crisis políticas y la guerra de Reforma y el fracaso de la imposición de Maximiliano de Habsburgo, posteriormente la guerra de revolución presenta un panorama equiparable entre el porfirismo, el maderismo, el villismo, el zapatismo, carrancismo y demás corrientes político-militares.

Y en la vida moderna del país encontramos este conflicto desde la fundación del partido acción nacional que es la primera fuerza de oposición al entonces PRM que había monopolizado la política nacional.

El nacimiento del PAN conlleva a la vida pública una corriente ideológica y política distinta y opuesta a lo conocido y por ende necesita de cierta radicalización en su postura para poder ofrecer críticas y oposición a los planteamientos hechos desde el poder. 

La polarización de nuestro sistema político nos ha brindado la oportunidad de contar con instituciones fundamentales para la democracia como lo es el actual INE y el sistema de credenciales con fotografía para las votaciones, nos ha permitido la creación de partidos políticos diversos y eventualmente transiciones políticas pacíficas entre diversas corrientes de pensamiento.

Pero, si la polarización nos ha brindado avances en el sistema político y gubernamental, ¿por qué se creó el mito de lo negativo que es el concepto? Bueno, porque por primera vez en la era moderna del país los afectados son los que habían mantenido el poder y no me mal entiendan, esto no es un revanchismo ni mucho menos una venganza se trata de comprender el fenómeno. Desde que tengo memoria mis posturas han sido atacadas y descalificadas con palabras polarizadas como “chairo, pejezombie, rojo, comunista, socialista, hambreado, ignorante… etc”. Y todas estas palabras han sido expresiones cotidianas y comunes entre quienes comparten ideologías de derecha desde que yo puedo recordar, por otra lado la izquierda usa el “fachos, neo-fascistas, fifís, conservadores...etc” Y el principal problema es que los calificativos de fifí, prianista, conservadores entre otros han sido utilizados por el presidente en las conferencias mañaneras.

Pero esto no es necesariamente malo pues como ya mencionamos se trata de una trampa discursiva y dialéctica que permite al presidente crear narrativas en las cuales podemos identificarnos algunos y adherirnos a la declaración, por otro lado hoy la polarización parece ser mala debido a que todos los que alguna vez fuimos “chairos” hemos logrado resignificar la palabra y darle un matiz positivo al asumirnos dentro del mismo concepto coartando de fondo la posibilidad de la ofensa al ser atacados con dicho descalificativo y esa resignificación nos ha hecho poder responder el señalamiento, a veces con argumentos sólidos y a veces cayendo en el nivel deplorable de la descalificación pero hoy hay respuesta y eso es lo que causa escozor entre los que disfrutaban la polarización política unilateral, un sector que hoy está tratando de resignificar los descalificativos pero aún no pueden ocultar su desconcierto al ser señalados por igual.

 

El problema de fondo no es la polarización de la política nacional, de hecho considero que la polarización es algo positivo pues el poder tomar postura y argumentar de manera racional y firme nos abre un panorama de oportunidad elemental para enriquecer el debate ciudadano y con ello generar conocimiento, crítica y práctica política militante y firme en ideología, lo que podría en algún futuro llevar a elevar el nivel de nuestro gobierno y la relación con la ciudadanía, quien sería más exigente  con nuestros líderes.

El problema no es tampoco que AMLO digo frente a una cámara que “los gobiernos fifís neoliberales dañaron al país” pues lo que hace es posicionarse y es natural y comprensible viniendo de un politologo que comprende la necesidad de crear narrativas y discursos distintos. El problema lo tenemos nosotros como sociedad cuando usamos la polarización como una maquinaría de odio y no un espacio de pluralidad. Entre chairos y fifís existen debates intenso y muchos de ellos muy bien desarrollados como los que podemos ver en Milenio Tv entre Abraham Mendieta y Paul Ospital que enfrenta sus posturas para generar una discusión enriquecedora pero por desgracia no toda la derecha es Paul y terminan muchas veces encerrados entre juicios de valor, descalificaciones, prejuicios y necedades que no permiten explicar sus posturas ideológicas y por el lado de la izquierda tenemos demasiadas personas que en lugar de argumentar o impulsar un debate serio terminan en el juego de las descalificaciones llevando el debate a puntos lamentables en el que pareciera que los ciudadanos compiten en ofensa por no poder sustentar su propia ideología.

 

Hoy los invito a dejar de temer la radicalización y polarización política, mejor admitamos y seamos honestos al tomar posición antes de emitir una crítica, también evitemos demeritar la política y la discusión pública llenándola de descalificaciones, los invito a leer a los autores esenciales de su corriente política y a poder debatir con argumentos sólidos y un nivel de debate digno y provechoso, juntos ejercemos política y juntos (pero no uniformes) podemos construir un sistema democrático fuerte y funcional en México.

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