top of page

Por el derecho a cansarnos

Por Melissa Cornejo.

“Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.”

Roque Dalton.

Esta columna es una protesta. Escribo desde el cansancio después de pensar por más de dos días qué valía la pena escribir. Juzgaba y castigaba cada idea que se atrevía a asomarse porque ninguna era lo suficientemente buena. ¿No soy yo quien dice que cualquier cosa debería hacerse por el gusto de compartir y no por competir? Aunque la competencia fuera conmigo o con letras escritas por mí en el pasado, era competencia desleal. Y me cansé. Y me detuve.

Un día despiertas y lo sabes: no tienes derecho a cansarte. El sistema económico y social te ha condicionado a creer que tienes que ser productivo de lunes a sábado, sin excepción, sin derecho a dar un paso atrás para respirar. Esto crea, entre otras cosas, una serie de tensiones y fricciones que se van acumulando hasta que un día explotas y te quemas. El capitalismo va creando sus sepultureros, pensamos, pero no nos damos cuenta de que también a nosotros se nos va la vida en ello.

Que esto sea producto del sistema capitalista no quiere decir que se limite a la economía o a las relaciones de producción, sino que se extiende a nuestra afectividad, a nuestra forma de relacionarnos, de socializar y de sostener nuestras luchas. Esta forma de vivir compitiendo hasta con nuestra sombra se cuela hasta las entrañas y un día te encuentras incapaz de disfrutar hasta las cosas que amas. No es tu culpa. No estás perdiendo el tiempo: te hace falta aprender a descansar.

Es momento de pensar en el cuidado de sí como una postura política además de ética. Si cuido de mí, cuido del otro; si cuido de mí y aprendo a descansar, puedo cuidar mi energía para seguir resistiendo y sosteniendo las luchas colectivas.

Con todo esto no pretendo hacer una apología a esta forma salvaje de vivir, ni pretendo caer en el tibio reformismo conservador. Quiero decirte que está bien deponer las armas unas horas, que está bien estar agotado de vez en cuando, que es de valientes detenerse a respirar. Tus luchas seguirán siendo tuyas la semana que viene. Mira a tu alrededor: has construido una red capaz de sostener el peso de las injusticias, tienes enfrente muchos brazos fuertes capaces de —y dispuestos a— sostener la colectividad por unos días. Detente. Descansa.

bottom of page