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Patriarcado en tiempos pandemicos

Por Elsa Flores

A veces pienso que no soy feminista, me sorprendo en las mañanas viendo con horror las ojeras de una vida de encierro actualmente, hay días en los que enumero todas las imperfecciones que voy encontrando para exigirme, después, que con suma importancia las corrija y me castigo mentalmente por no ser alguien diferente.

Leo con ansias buscando respuesta sobre el odio, celos, envidia que los hombres poseen para acabar con nuestras vidas, pero no hallo respuesta completa, parece ser que no hay forma en la que esto acabe, solo somos consecuencia de un pensamiento que no sabemos de dónde viene. El enigma del hombre al ser irracional y primitivo intentando mantenerse a través de una cultura que va en dirección a su olvido. Y que alivió que al hablar de hombre nos referimos solo a ellos, nuestra cordura que durante tantos años se puso en juicio es la que promete un mañana.

Me resulta absurdo el patriarcado y su circulo vicioso, el que nunca lo vemos y tenemos que obligarnos abrir más los ojos, ya no hay forma en la que pueda percibirlo diferente, ahí está cruzando la avenida, no cambia. Pienso que tal vez esta en pausa, esperando calmado para cuando pueda volver a tejer la telaraña, o tal vez no, tal vez ya no hay manera que lo haga, estamos ganando la batalla… Espera, pero de qué habló, sí apenas un tipo me ha silbado en la calle, no hemos ganado, ni se le tiene en pausa, ya me di cuenta qué ahora solo es más callado.

Sí, a veces pienso que no soy feminista. ¿Con qué sí lo soy? Me parece que ya no lo sé, la palabra pica cada que intento ponérmela, porque si realmente lo fuera no estaría haciendo nada de lo que he dicho anteriormente. Ese es el problema, se tiende (o tiendo) a generar una imagen inalcanzable en los estereotipos, pero me pregunto quién dijo que ser feminista es un estereotipo — o si soy yo la única que lo siente, como si todas deberíamos tener las mismas cualidades en historia de vida, comportamiento y sobre todo, tener las respuestas a las preguntas que nos hacen — de seguro fue un hombre, se nos ha colado este detalle y es normal, al final de cuentas seguimos dentro de toda una estructura con bases patriarcales que han permanecido 22 siglos, y sí, se sabe el movimiento busca romper con estas organizaciones y tendencias masculinas a las que estamos acostumbradas pero no lo controlamos todo y está bien.

Entre más tiempo paso encerrada menos creo que sea feminista, pues la única mujer violentada que encuentro soy yo misma con el patriarcado que llevo dentro. Y reconozco el egoísmo al pensar solo en mí, pero el momento en el que estamos viviendo nos ha encapsulado totalmente, No puedo ser y luchar por algo que yo misma tengo encarnado, las explicaciones teóricas que desmenuzo solo deshumanizan mi cuerpa, me convierten en alguien quién estudiar por el efecto de su causa. ¡La ciencia y academia construida por hombres! ¿Cómo se supone que cambiemos si estos dos pilares dictan la realidad vista con ojos falocentristas? No hay lugar ahí para nosotras, a menos que sigamos la línea trazada, pero bueno, ellos se pierden todo lo que estamos descubriendo, arden al vernos juntas. Eso es justo lo que sucede, el estar juntas como mujeres genera una realidad más completa donde la imperfección existe, y es lo que se nos ha privado con esta pandemia, no hay forma de sentirnos más humanas y amadas que pasar tiempo con las nuestras, reconocernos en la otra nos hace sentir acompañadas.  

Es cierto que la violencia domestica ha aumentado, el aislamiento como medida precautoria del covid-19 nos ha costado la vida, la dignidad, la autoestima, la paz a muchas. Yo digo que no soy feminista porque me he dado cuenta de que me veo con los mismos ojos de ellos, y veo que al ser tan diferentes las unas con las otras, el ser feministas en esta crisis mundial vino a querernos ahogar en todas las maneras posibles, si antes podíamos tener la esperanza al juntarnos ahora parece ser que ni eso tenemos. El espacio familiar donde todavía permanecen muchas de estas conductas patriarcales es muy difíciles de sobre llevar ahora que también es un espacio escolar o de trabajo, un espacio personal, de gimnasio, de recreación, de soledad pasando los días y noches con nadie más (no en todos los casos).

A estas alturas de la pandemia el que sigamos aquí es digno de festejo, aunque no sepamos ni en que día vivimos, ni nos hallamos bañado, o estemos desanimadas. Estamos presentes, intentando mantenernos, llevando la lucha a otro plano, que es el mas difícil, el personal.

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