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Chocolate para San Valentín y para el jet-lag.

Por Yuno Hdz @YunoHdz

Después de haber vivido un día tan ansiado, especialmente por una amplia población de hembras de nuestra especie, podemos apreciar algunos de los regalos más especiales de dicho acto de cortejo: ramos de flores espectaculares, de todas formas y tamaños; variados muñecos de peluche; cenas y danzas preparadas especialmente para este día de selección sexual para los individuos de nuestra especie, un repertorio de opciones vasto y creativo. Sin embargo, hay uno de los regalos que se ha vuelto una variante innegable de celebraciones como el día de San Valentín: el chocolate.

Muchas veces, el gesto de regalar chocolates se ha convertido en convencional, falto de creatividad y, a veces, como fácil resolución de un presente para cualquier ocasión. Pero hoy, nuestra percepción del chocolate va a dar un giro que no tiene que ver con el romanticismo.

Resulta ser que en Abril de 2020 se publicaba un artículo de Carolina Escobar y colaboradores, quienes trabajan en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, explorando el uso del chocolate para prevenir la desincronía circadiana en modelos experimentales de jet-lag y turnos de trabajo, pero, ¿qué son los ritmos circadianos? La palabra “circadiano” viene del latín circa, que significa ‘alrededor de’ y dies, que significa ‘día’, es decir, son cambios físicos y conductuales que siguen un ciclo de, aproximadamente, 24 horas. Estos procesos naturales, debido al patrón que siguen, responden principalmente a la luz y a la oscuridad, y se encuentran activos en animales, hongos, plantas y hasta los microbios. Dichos organismos cuentan con estructuras, moléculas específicas (proteínas) que se comunican con todas las células y regulan el ritmo de los ciclos, los famosos “relojes biológicos”.

Nuestros ritmos circadianos pueden influir en las funciones más importantes del cuerpo, como: los hábitos alimentarios y la digestión, la temperatura corporal y la liberación de hormonas. Ésta última notada de manera muy específica en nuestros patrones de sueño, ya que es nuestro reloj principal el que controla la producción de la melatonina, una hormona que produce somnolencia. El recibir información sobre la luz entrante, transmitida desde los ojos al cerebro, es la señal para producir más melatonina para conciliar el sueño (en la noche) o dejar de producirla para despertar (en el día).

Es así como llegamos al curioso estudio mencionado anteriormente, que también demuestra que no solo es el ciclo de luz-oscuridad, sino también otras señales externas e internas proporcionan temporalidad al sistema circadiano, por ejemplo, la comida. Los horarios de alimentación son poderosas señales de tiempo para el hígado, los riñones, el intestino y el tejido adiposo. Y qué mejor que la comida sabrosa para reforzar en el cerebro la llegada de estas señales, modificando nuestro comportamiento.

Entonces, lo que se hizo en un laboratorio fue cambiar, de manera “manual” los ciclos de día y noche de algunas ratas. Esto se hace cambiando los patrones de luz y oscuridad dentro de un laboratorio con temperatura controlada. Estos ratoncitos también son alimentados en horas específicas, y así es como se puede generar un ciclo de aproximadamente 24 horas, aunque su “día y noche” no sean iguales a los nuestros. Al cambiar los patrones de encendido y apagado de las luces, durante cada cierto tiempo, hace que las ratitas experimenten un período de “retraso” o “jet-lag” en la adaptación a su nuevo ciclo; justo como cuando hacemos un viaje a otro lugar del planeta encontrado en una latitud completamente distinta y tiene en nosotros el mismo efecto.

Recurrieron, entonces, a uno de los alimentos más sabrosos que pueden existir en este planeta: el chocolate. Las investigadoras e investigadores pudieron observar que la ingesta de un trocito de chocolate diario podía generar oscilaciones circadianas en áreas del cerebro que están involucradas en el sistema de recompensas, que es la zona responsable de brindarnos satisfacción directa y que se asocia fuertemente a proyecciones de dopamina. La dopamina es un neurotransmisor, una señal que demostró acelerar el reentrenamiento del ritmo circadiano en las ratas. Curiosamente, este “re ajuste del reloj” se logró al implementar el consumo del chocolate para el desayuno, pero no obtuvieron los mismos resultados cuando el chocolate era proporcionado a la hora de dormir. Además de la corrección de la desincronía de los ciclos, se pudo comprobar en el estudio, que el consumo del chocolate para el desayuno de las ratas se asoció con una mejora del peso corporal, es decir, evitaba el sobrepeso; mientras que en las que comían chocolate en la fase de descanso tuvo un efecto adverso sobre el peso corporal.

El mantener una organización circadiana es necesaria para que los organismos se encuentren preparados para los desafíos diarios y requiere de una sincronía bien coordinada con el ciclo día-noche, además de que diversos estudios plantean que una exposición constante a situaciones que nos inducen una disrupción circadiana, aumenta el riesgo de desarrollar sobrepeso o enfermedades metabólicas. Por lo tanto, aprovecha y organiza los regalos de tus Valentines, recuerda que comer chocolate en la fase correcta puede prevenir una desincronía circadiana y la corrección de esta desincronía puede mejorar tu salud metabólica.

Material consultado:

 

Escobar, C., et al., (2020) Chocolate for breakfast prevents circadian desynchrony in experimental models of jet-lag and shift-work. Scientific Reports, Nature. Consultado el 14 de febrero de 2022, extraído de: https://www.nature.com/articles/s41598-020-63227-w

 

National Institute of General Medical Sciences. Ritmos circadianos (s/f). Consultado el 14 de febrero de 2022, extraído de: https://www.nigms.nih.gov/education/fact-sheets/Pages/circadian-rhythms-spanish.aspx

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