top of page

Legalización de drogas y violencia. ¿La violencia prevalecerá?

Por: Jorge Kahel Ruizvisfocri Virgen.

Es indudable que existe una asociación entre las políticas prohibicionistas de drogas y la violencia en México, máxime porque dicha prohibición México se ha implementado mediante estrategias policiales-militares extremadamente agresivas contra los productores, distribuidores y consumidores de estupefacientes. Sin embargo, existe una pregunta relevante que debemos hacernos con el cambio de la postura social respecto al consumo de drogas en el país: ¿La legalización de las drogas podría frenar la violencia que experimentamos los y las mexicanas?

En el siguiente texto esbozaré dos razones por las que considero que legalizar las drogas no es una condición suficiente para reducir la violencia en México. Aunque la legalización de las drogas es una medida regulatoria deseable desde perspectivas como derechos humanos, salud pública e incluso captación de ingresos públicos, su contribución a la mejora de la seguridad pública podría ser marginal por el modo en el que se desarrollan las dinámicas de violencia tanto en los mercados ilegales de drogas como en el contexto general mexicano.

¿Los mercados ilegales de drogas son violentos?

Cuando se presentó la Ley Federal para la Regulación del Cannabis, la comisión reguladora señaló que legalizar la marihuana contribuiría a reducir la violencia porque reduciría el mercado ilegal de este estupefaciente, argumento que fácilmente podría extenderse para la legalización de otro tipo de drogas. Sin embargo, existe un problema con la afirmación, pues parte de suponer que la existencia de mercados ilegales lleva a la violencia, y que su legalización puede terminar con los factores que originan la violencia.

Es un lugar común pensar que es la naturaleza clandestina de las drogas lo que lleva a los enfrentamientos entre cárteles, y consecuentemente a los problemas de violencia en distintas zonas geográficas. Sin embargo, existe evidencia para considerar que las relaciones entre mercados ilegales y violencia es mucho más compleja de lo que parece. De acuerdo con Andreas y Wallman, el resurgimiento de los mercados ilegales en Bosnia tras el fin de la guerra de los Balcanes no conllevó un aumento de la violencia de dicho país, lo cual contradice el resultado esperado de la asociación causal entre violencia y mercados ilegales. Snyder y Durán señalan que los mercados ilegales de drogas en México mantuvieron un comportamiento relativamente estable y pacífico hasta la década de 1980, periodo en el que se desarrollaron dinámicas de violencia por la erosión de las redes de protección gubernamentales existentes y por los cambios políticos y administrativos experimentados durante la transición democrática.

Entonces, ¿de dónde viene la violencia relacionada con las drogas? Probablemente, de la falta de mecanismos para solucionar conflictos mediante resoluciones vinculantes para los actores en disputa. Snyder y Durán tienen una teoría que podría arrojar un poco de luz sobre la violencia y las drogas en México: la violencia en mercados ilegales está asociada a redes de protección gubernamental. La idea central de esta teoría es el aumento o la reducción de la violencia en un mercado ilegal puede entenderse como un producto de las relaciones entre autoridades y actores del mercado ilícito, de modo que las variaciones responden a factores como la capacidad de los representantes gubernamentales para reprimir o brindar acuerdos de impunidad, la capacidad de los actores ilegales para cumplir con los arreglos y límites establecidos por los representantes gubernamentales, y por la estabilidad en el comportamiento de los representantes gubernamentales. En otras palabras, cuando los representantes gubernamentales ejercen sus capacidades de represión e impunidad de tal manera que configuran mecanismos de solución de conflictos estables y predecibles para los actores de los mercados ilegales, la violencia se reduce; mientras que lo contrario sucede cuando la relación entre representantes gubernamentales y actores de los mercados ilegales pierde estabilidad y predictibilidad.

Dicho esto, es razonable asumir que legalizar las drogas no tiene por qué impactar en la dinámica de violencia en México, pues no implica la creación de mecanismos de solución de conflictos para los actores involucrados en los diferentes mercados ilegales mexicanos ni cambiará las relaciones entre los actores de los mercados ilegales y los representantes gubernamentales. Aunque podríamos aducir que legalizar las drogas sí implica establecer ciertos mecanismos de solución de conflictos y un cambio de relaciones entre actores gubernamentales y actores de los mercados de drogas, el problema es que otros mercados ilegales -armamento, tráfico humano, huachicol, etc.- seguirán operando sin cambios, por lo que no tendrán incentivos para cambiar el curso de acción violento en sus interacciones.

¿El narcotráfico es la fuente de la violencia en México?

Es indudable que, al menos en la última década, la explicación dominante para cualquier tipo de violencia en México gira en torno al narco. Por ello, parece lógico que legalizar las drogas incida en los niveles de violencia mediante la disminución del poder de las organizaciones dedicadas a su tráfico. Sin embargo, la situación de las violencias en México es un fenómeno tan complejo que intentar disminuir el poder de las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas probablemente no incidirá en la dinámica general de violencia.

En México, la violencia es una herramienta ejercida por autodefensas, empresarios del sector agrícola, grupos políticos, actores gubernamentales y actores criminales para alcanzar objetivos que no necesariamente se empalman con la dinámica de los mercados ilegales de drogas. La violencia, como señala Le Cour Grandmaison al definir los órdenes locales violentos para su ensayo sobre soberanías y violencias, es “una herramienta que permite obtener o conservar una posición de poder frente a competidores que no buscan derrocar el sistema sino abrirse un espacio dentro del juego político, en contacto con autoridades”. Dicho de otro modo, la violencia es un instrumento utilizado para negociar las condiciones en las que un actor alcanza sus objetivos particulares frente a otros actores en posiciones similares o a los representantes de la esfera pública.

La definición citada de Le Cour Grandmaison permite observar que la violencia es un comportamiento racional dentro del sistema de poder mexicano, pues su utilización permite adquirir ventajas competitivas sobre entidades rivales, pero a la vez genera una suerte de capacidad de diálogo e interlocución con las autoridades con el fin de influir en la manera en que estas deciden aplicar criterios de represión e impunidad contra los actores violentos.

En consecuencia, legalizar las drogas podría no tener impacto en la reducción de las violencias porque no aborda la dinámica de utilización de este comportamiento como una herramienta de negociación con los competidores privados y los actores públicos. Sin embargo, es necesario señalar que legalizar las drogas podría tener un impacto indirecto en la dinámica de violencia, pues terminar con la política prohibicionista implicaría liberar recursos humanos y financieros que actualmente se utilizan para la represión de actividades relacionadas con la venta, producción y consumo de estupefacientes, lo que permitiría redirigir los esfuerzos gubernamentales hacia programas de reducción de la violencia utilizada por actores privados y públicos.

¿Para qué queremos legalizar las drogas?

No creo que sea adecuado mezclar la discusión pública de la legalización de las drogas con las estrategias para reducir la violencia en México, porque ese resultado no es un efecto esperado de despenalizar el consumo de estupefacientes. Legalizar las drogas no generará mecanismos de solución de conflictos para los otros mercados ilegales mexicanos, ni tampoco es una medida acorde a la complejidad inherente de la utilización de la violencia por diferentes actores, que no necesariamente están involucrados en los mercados de drogas.

Sin embargo, legalizar las drogas, desde mi punto de vista, sí se trata de una decisión regulatoria perfectamente justificable. La prohibición de drogas ha sido una medida extremadamente punitivista que ha afectado los derechos humanos de consumidores, ha generado asociaciones estigmatizantes entre la pobreza y el consumo de drogas, implica un abandono de la responsabilidad del estado sobre la salud pública, implica fuentes de ingresos estatales que podrían destinarse hacia gasto social, tratamiento de consumos problemáticos y otros problemas igualmente urgentes, entre otros aspectos que no alcanzo a enumerar.

Debemos ser realistas en cuanto a las drogas y la violencia. Legalizarlas es deseable, por motivos que tan solo se esbozan en este texto, pero no por ello debemos pensar que la violencia desaparecerá. La violencia en México es un problema complejo, donde los mercados ilegales solo son la punta del iceberg: las relaciones de poder, dinámicas políticas y otros elementos que no necesariamente embonan en la guerra contra el narco son componentes que debemos tratar para cambiar el mortal curso en el que nos encontramos. Es importante que tengamos muy en claro que la violencia es un fenómeno extremadamente complejo, porque si no seguiremos confundiendo situaciones deseables con soluciones para un problema que está desangrando literalmente al país.

bottom of page