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A mi manera.

Educación deficiente

Por: Jorge Kahel Ruizvisfocri Virgen.

En días pasados se hicieron públicos los resultados de la prueba PISA 2018, que mide el desempeño de estudiantes de 15 años en competencias como matemáticas, lectura y ciencias naturales. Los resultados mexicanos nos obligan a reflexionar sobre como nuestro sistema educativo reproduce vicios y deficiencias en la formación estudiantil.

Los resultados de la prueba PISA obtenidos por estudiantes mexicanos son desalentadores: México obtuvo el peor desempeño de todos los países miembros de la OCDE, con una reducción ligera en el apartado de lectura. Si la media internacional muestra que uno de cada seis estudiantes no tiene habilidades suficientes tras terminar la educación básica, en México son uno de cada tres quienes no tienen dichas habilidades.

Y no es difícil comprender por qué. Estudiar en una escuela pública mexicana es someterse a un sistema preocupado de la cantidad e ignorante de la calidad, capaz de volver insoportable incluso al más ameno de los contenidos.  Recuerdo que una de mis primeras tareas de la clase de redacción de cuando estuve en la facultad fue leer Los Pasos de López, una novela satírica de Jorge Ibargüengoitia, donde se narra de manera irreverente la gesta de la independencia mexicana, con burlas que ironizan la sacralidad de nuestros próceres patrios y nos hace repensar la historia con una sonrisa en los labios. A todas luces, una tarea agradable.

Sorprendentemente, uno de los textos más agudos e ingeniosos de la literatura mexicana moderna se convirtió en un verdadero tormento acompasado por la entrega semanal del reporte de lectura. Ninguna reflexión se dio en mi salón sobre Los Pasos de López; peor aún, sus virtudes se convirtieron en nuestros martirios: odiamos el lenguaje simple y llano de Ibargüengoitia por no darnos suficientes palabras para el detestable vocabulario que debíamos llenar, aborrecimos su redacción fluida por no dejarnos identificar figuras literarias para exposiciones que debíamos presentar ante compañeros apáticos y despreciamos injustamente un buen libro porque su lectura no nació del placer sino la obligación.

Esta historia no es única ni aislada. Considero que los malos resultados en la prueba PISA obedecen en un alto grado al peculiar vicio que tiene el sistema educativo mexicano de convertir los aprendizajes en suplicios. Tal vez, si la educación mexicana se enfocará en hacer que el alumno viera la escuela y las tareas como una fuente de placer y no de obligaciones, podrían mejorar los resultados.

La prueba PISA también señala otra desventaja del sistema educativo mexicano: este no solo vuelve insoportable la enseñanza, sino que replica las desigualdades estructurales existentes en México; pues el mejor indicador para predecir si un estudiante tendrá un desempeño inferior o superior a la media es la situación económica: los estudiantes provenientes de entornos económicamente afluentes obtienen mejores resultados, mientras que los estudiantes económicamente desfavorecidos obtienen peores resultados.

Quien provenga de la educación pública sabrá de lo que hablo. Salvo ciertas excepciones, las escuelas públicas mexicanas son fábricas de trabajadores semicalificados, preocupadas más con el número de egresados que pueden producir anualmente que en la calidad de dichos egresados. La educación pública no brinda habilidades matemáticas, financieras, culturales y de liderazgo competitivas contra instituciones privadas, que además tienen la ventaja 0de redes de protección, mejores instalaciones y atención personalizada.

En este sentido, la educación pública necesita replantearse seriamente, pues si la tendencia actual continúa, se fortalecerá un sistema informal de castas en México. La educación pública no será ningún motor de movilidad social mientras ponga en desventaja a sus egresados en comparación con los que accedieron a contenidos de calidad. En un momento en el que se discute con tanto fervor la importancia de la educación gratuita y universal, debemos añadir al debate la incuestionable e innegociable necesidad de una educación de calidad, pues solo así podremos ver progresos para este país.

El único resultado positivo de México en la prueba PISA fue el incremento de la cobertura educativa, pero eso también tiene que verse con una mirada crítica. Después de todo, ¿De qué sirve incorporar más niños y jóvenes a una educación mediocre?

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