top of page

El derecho a no hacer nada

Por Rodrigo Chávez

A 3 días de cumplir el primer mes de medidas de mitigación social el encierro comienza a volverse insostenible, no es el propio encierro lo que nos tiene a todes mal dormidos y de poco humor, no es en realidad que extrañemos la cotidianeidad solo por extrañar nuestras rutinas…

Hay algo más, siempre hay siempre algo más, la respuesta es sencilla: ¡ODIAMOS EL OCIO!

¿Qué?, nooo, yo amo despertarme tarde los fines de semana, a mi me fascina estar todo el día haciendo zappin en el sillón los domingos, tú lo que quieras pero siempre por fuera del horario laboral, jamás sin producir y por supuesto que la culpa caerá sobre ti si es que te atreves a disfrutar la mínima parte de la vida sin pagarla al Dios Mercado.

A lo que me refiero es que haciendo un período de introspección con mis amigues más cercanxs he notado cierto patrón dañino y doloroso que nos invade, que no surge de manera espontánea ni mucho menos como una motivación personal y aislada.

Hace ya algún tiempo que Bauman abordó el tema de la manera en que se relacionan los trastornos psicoemocionales con la constante insatisfacción generada por el modelo económico, tan aspiracional y tan poco alcanzable. Bauman detalla la manera en que la constante impermanencia social, política, jurídica y emocional termina siendo un lastre para el individuo al no ser capaz de sentir seguridad para con él ni con su entorno, esto entonces lo lleva a desarrollar problemas como el estrés y la ansiedad generados por no ser “el éxito” en cualquiera de las presentaciones capitalistas que esa interpretación tiene, es por eso que es común ver a los artistas intentando algo nuevo cada semana, porque a pesar de estar “en la cima del éxito” la velocidad de la vida actual es tan rápida que mañana pueden ser olvidados, y el miedo a la insuficiencia, a ser prescindibles y a estar condenados a la insignificancia nos paraliza, ¿cómo afrontamos el ser insignificantes?, ¿por qué nadie ha dado like a mi meme en facebook?, ¿es en serio que nadie ha retuiteado mi feed hoy?

Que aterrador vivir como antes del 2010, ¿no?, la insignificancia es, de algún modo, algo que nos ha acompañado a lo largo de nuestra evolución, es tan cercana a nosotros como utilizar los pulgares, los humanos hemos evolucionado en manada y esa composición es vital para el desarrollo de los integrantes pero, con el incremento de la tecnología y la consolidación del modelo aspiracional como modelo de pensamiento se nos hizo creer lo contrario.

Escuchamos en redes sociales, televisión y radio que estamos condenados a ser sumamente brillantes, a destacar y que no debemos permitirnos ser simplemente uno más, eso es pecado mortal, no podemos simplemente ser, así cómo así, debemos ser únicos, debemos ser diferentes, debemos de comprar ciertos productos para poder ser <especiales> porque ser especiales es la razón de estar vivos, ¿no?

Pero, si ese deseo de ser especiales nos hace daño y nos provocan insatisfacciones insaciables y deterioros psicológicos, ¿por qué nos cuesta trabajo desprendernos de esas ideas? Pues porque el modelo aspiracional tiene como consecuencia la producción explotada de los individuos, si aspiro a, un carro porque ese automóvil hará verme exitoso y sentirme bien conmigo mismo por ser esta persona destacada y llena de talentos y gloria el propio sistema me ofrecerá como solución trabajar más para poder cumplir esa aspiración, ¿qué tanto más? hasta donde tu cuerpo y mente aguanten, pero no te preocupes que si no eres muy persistente o simplemente comienzas a dudar de si de verdad necesitas ese automóvil puedes darte un <escape> a las redes sociales en las que encontrarás a nuestros gurús del pensamiento llamandote mediocre, obligándote a cerrar las redes sociales por distraerte, hacerte improductivo y por ende, mediocre, ¿cómo te atreves a descansar?, ¿es acaso que ya tienes toda esta lista de cosas materiales que te hacen exitoso y feliz?, NO, no puedes ni debes descansar, PRODUCE, no tienes derecho a descansar, mucho menos al ocio.

Y así hasta llegar al próximo sábado en el que el tedio y el hartazgo se han vuelto insoportables y despiertas hasta tarde, no por amor al ocio, ni siquiera por amor a ti, porque el estrés está consumiendo tu cerebro y junto con él, tu vida misma.

Pero el confinamiento forzoso nos obliga a estar en casa, a tener que afrontar que la producción mundana de nuestros asalariados trabajos no es tan fundamental, que no somos especiales, que somos… en realidad, muy insignificantes.

Que consumimos para otros, que nuestro éxito no está en los bienes materiales que hemos perseguido y conseguido con el tiempo, ¿y ahora?, ¿qué sigue?, ¡CLARO, TENGO QUE APRENDER UN IDIOMA, ESCRIBIR UN LIBRO, HACER EJERCICIO HASTA QUE TENGA EL CUERPO DE REVISTA, NECESITO CREAR UN NEGOCIO, QUIZÁ TODO A LA VEZ!, al final del día tengo mucho tiempo libre y me siento muy insatisfecho, seguro que perseguir esas cosas me hará sentir bien, ¿o no?, digo, ¿por qué debería de afrontar la crisis de una pandemia simplemente buscando mi supervivencia?, digo, tenemos que producir, ¿no?, si no producimos no podemos disfrutar… 

Y entonces por las mañanas y tardes pasas el tiempo sobre cargandote de tareas, deseando no estar contigo mismo, posiblemente sintiéndote vacío por dentro y por las noches, el insomnio, los temblores, las grandes cantidades de alcohol, tabaco o café para mantenerte “productivo” y yo te pregunto, amigue, ¿Esa es tu vida?, ¿Eres un robot?, No, no eres una maquina condenada a repetir tareas una y otra vez hasta que en tu cerebro exista un ciclo de producir-consumir, eres un ser humano, con gustos mundanos, con miedos irracionales, con antojos repentinos, con necesidades espirituales, con gustos corpóreos, eres un humano que nació con el derecho a no hacer nada.

Y si esos gurús de las redes con mente de tiburón te juzgan por entregarte a ti mismo tu vida entonces sacalos de la tuya, no naciste para producir y a pesar de que estamos obligados a hacerlo tenemos, también el derecho a no ser creativos, a no producir, a no sobre pensar, a no hacer nada más allá de comer, dormir, beber agua y cumplir las necesidades fisiológicas.

Lo que nos pesa de este encierro no es <no poder hacer nada> es tener que re aprender que tenemos el derecho a quedarnos todo el día en cama porque ni el modelo económico ni mis bienes materiales van a salvarnos de la próxima crisis de ansiedad, necesitamos aprender a vivir con nosotres como individuxs y no como maquinas productoras.

Un fraternal y empijamado saludo a todos nuestras lectoras y lectores y mucho ánimo, sé que este proceso de sobre exposición a nosotres  mismxs no está siendo sencillo pero quizá era necesario, tenemos derecho a ser insgnificantes, a no hacer nada y tenemos derecho a EXISTIR.

bottom of page