top of page

México no es la CDMX

Por Rodrigo chávez

El periodismo en México es una de las profesiones más peligrosas para ejercer en el país; tener que definirse a cada letra la vida o la muerte es una decisión complicada pues, por un lado está el compromiso con la verdad, y por el otro, el miedo a que alguien se moleste por tu información y decida dañarte a ti o a tu familia. Es por eso que las y los periodistas en este país no solo deben ser reconocidos, sino protegidos. Por otro lado, hay un tema del que tenemos que hablar, tenemos que aprender a distinguir entre la labor periodística y la labor de los medios de comunicación, pues mientras los primeros arriesgan la vida por la verdad los segundos responden únicamente a intereses económicos privados; mientras los primeros recorren las calles con cámara y libreta en mano, los segundos simplemente recogen este trabajo y deciden qué y cómo se da a conocer. Hoy vamos a hablar de los medios de comunicación como generadores de ideas, como actores político-sociales y sujetos de poder.

Los medios de comunicación son necesarios para la vida en democracia, pues son una forma en la cual los periodistas pueden sacar a la luz cosas de interés público que suceden en las más altas cúpulas del poder. En México, periodistas como Lydia Cacho y Carmen Aristegui han hecho eso mismo, la primera a través de sus investigaciones sobre la trata de mujeres y las redes de trata infantiles en las que logró descubrir una red de corrupción perpetrada por Mario Marín y el empresario Kamel Nacif; esto le costó a Lydia torturas, detenciones ilegales y su salida forzada del país. Por otra parte, Carmen descubrió la casa blanca de Peña Nieto, el plagio en el trabajo de titulación de Enrique y muchas otras corruptelas en los gobiernos anteriores. No obstante, cuando la persecución política en su contra comenzó, el medio de comunicación para el que trabajaba la abandonó a su suerte, dió por terminado el contrato que tenía y ninguna otra empresa la contrató durante el sexenio anterior.

Los medios de comunicación quedan retratados perfectamente por “el tigre Azcárraga”. Cuando dijo: “Yo hago televisión para jodidos” y: “Televisa es un soldado del PRI”, nos dejaba claro desde entonces que el poder y los medios de comunicación iban de la mano y durante todas las décadas pre internet Televisa moldeaban a su audiencia y construía la verdad a través del poder de los medios de comunicación, pero éste fenómeno no es propiamente una problemática mexicana, pues la mayoría de los medios internacionales ven a México como una zona de guerra entre la cual destaca una ciudad que podría ser igual al primer mundo.

México para el mundo es la Ciudad de México, y lo demás es un desierto, o bien una zona de guerra, algo que nos debería resultar insultante, pero si lo analizamos un poquito más a fondo podemos darnos cuenta que incluso nosotrxs mismxs no somos tan diferentes; México para los mexicanos es la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. Lejos de estas tres ciudades nada importa ni vale la pena, a menos que sea para vacacionar o para verles con desprecio; para lxs mexicanos, el poder político y los medios de comunicación, los 32 estados de la República, no existen más allá de sus zonas turísticas, e incluso hacia Nuevo león y Jalisco hay una invisibilización. Basta con preguntar: «¿Monterrey es estado?» para ver que ni siquiera podemos distinguir entre ciudad y estado.

Este tema fue causa de diversas discusiones en twitter después del temblor del pasado martes, un terremoto de 7.5 grados en escala de richter azotó las costas de Huatulco, en Oaxaca, y a pesar del lamentable deceso de, hasta el momento, diez personas y la destrucción de zonas muy marginadas en la sierra de Oaxaca, las notas del miércoles se centraron en la CDMX. Entre los encabezados leíamos “Fuerte sismo sacude la CDMX”, “Así se vivió el sismo en la ciudad”. Sobre Oaxaca… nada.

En las redes sociales podemos ver memes que hacen burla de las personas que viven en otros estados y la manera de referirse a la Ciudad de México como “México”, así, a secas, y esto tiene dos explicaciones, la primera es la explicación histórica en la cual, en efecto el México o Meshico, es únicamente el centro de la ciudad de México y parte del lago de Texcoco y Xochimilco-Iztapalapa que era lo que en la época mesoamericana era la gran México-Tenochtitlan, pero en la actualidad, a casi 500 años de la caída del imperio Mexica es bastante improbable que las personas sigan refiriéndose a la gran urbe como “México” por eso; es más probable que tenga que ver con cómo hemos construido la propia concepción del país y la manera en que los medios de comunicación han contribuido con esto.

A pesar de que ha pasado bastante tiempo del triunfo del federalismo, la realidad es que tanto el poder como la atención están centralizados. Todo ocurre en la CDMX, en el nivel político los tres poderes de la unión se encuentran en este pequeño punto en el mapa y todxs lxs representantes del largo y ancho de la república mexicana tienen que viajar hasta aquí para poder legislar. Lxs ciudadanxs nacidos y crecidos en la ciudad ignoramos, en gran parte, las necesidades y carencias de las comunidades externas, incluso las más cercanas como Ecatepec o Ciudad Nezahualcóyotl, para protestar por nuestros derechos las personas deben desplazarse al centro de la ciudad para poder tener impacto político y mediático, las sedes de las grandes corporaciones están aquí y las mejores universidades también. La Ciudad de México lo es todo y este status no deseado ni diseñado por nosotrxs nos lleva a tomar muchas veces actitudes detestables e inconscientes, como la exotización de las poblaciones indígenas, pues vemos su estilo de vida y tradiciones como fenómenos curiosos, como cosas ultra ajenas que deben ser retratadas con cámara en mano y muchas veces faltando el respeto a las mismas; vemos la pobreza de estas comunidades con paternalismo con cierto aire de salvadores, creemos que nos necesitan porque eso sacia nuestro ego, en las campañas se “chilanguiza” a lxs candidatos a cargos federales. Antes de 2006, ningún candidato hablaba con acento de otro estado, llevaba meses quitar estos “vicios” del lenguaje, imponemos políticas desde la comodidad de la abundancia capitalina y criminalizamos a los estados: “Sinaloa es tierra de narcos”, “Tlaxcala es tierra de proxenetas”, “Michoacán es tierra de aguacate y marihuana”, pero en la CDMX no hay narco, en la CDMX hay gente de bien y si quieres ser gente de bien ven a vivir aquí, y cuando estés aquí vamos a encargarnos de odiarte por hablar distinto, por ser de otro estado, por extrañar tu tierra, por no ser blancx.

Todxs lxs personas en los medios de comunicación masiva serán blancos, hablarán como chilangos y vivirán los problemas típicos de la ciudad, ¿qué importa que allá afuera existan millones de personas que no viven aquí?

En el 2017, tras los sismos, la Ciudad de México recibía donativos nacionales e internacionales en abundancia, urgía levantar al centro del país, pero al mismo tiempo Tlaxcala, Morelos y algunas partes de Puebla quedaron en el pleno abandono, nadie salió a rescatarles ni a pedir por ellxs. Hoy con Oaxaca es lo mismo, después de que la CDMX no reportara daños todxs pasamos a otros temas, nos olvidamos por completo de las personas de Huatulco y de la sierra que siguen enterradas por los derrumbes, que perdieron sus casas o a algún familiar, ellos no importan a los medios, ni una sola nota ha hablado de las personas con la urgencia y el seguimiento puntual como en la CDMX en 2017, no hay minuto a minuto ni cobertura 24/7 del trabajo de rescate de las personas que aún hoy están bajo los escombros, esta es una de las cosas que hacen que las personas de los 32 estados no se perciban como parte del México nacional, más bien son como una parte lejana que convenientemente son tomados como México cuando hay que extraer recursos, adueñarse de las tierras o pagar los impuestos, cuando hay que construir un tren o dejar de construir escuelas o caminos. Ahí sí, todxs somos México, debemos ver por el desarrollo de México, traer a turistas porque es fuente de ingreso para México pero para repartir o para hacer justicia a desigualdades históricas no, ahí somos por un lado las 3 grandes ciudades y en especial CDMX y por el otro los 32 estados.

Hace casi 200 años que se concretó la independencia con los sueños de ser libres e iguales, pero aún hoy somos colonialistas de los estados de la república, nos merecemos medios que nos consideren iguales y que entiendan que las tragedias en el lugar más recóndito de este país son igual de importantes pues las vidas humanas no tienen precio ni valor agregado por su lugar de nacimiento, merecemos entender que toda población en el país tiene derecho a la autodeterminación sin que alguien a miles de kilómetros tome decisiones contrarias a ellxs por el progreso.

Un diminuto punto en el mapa no puede determinar el rumbo de las poblaciones que no conoce, que no comprende y que deliberadamente ignora, es tiempo pues de deshacernos de esta idea supremacista de la capital.

Hay gente atrapada en la sierra de Oaxaca y muchas personas han perdido todo con el sismo, a través de este medio les pedimos su ayuda. En la Ciudad de México, el restaurante Comixcal se ha convertido en un centro de acopio; se encuentra ubicado en Dr. Atl 176, colonia Santa Maria la Ribera en la alcaldía Cuauhtémoc, reciben donativos de cobijas, casa de campaña, alimentos no perecederos y artículos de primera necesidad de 14:00 a 18:00 hrs. Para mas informes comuniquese al 556728 9993.

bottom of page