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Taxonomía y Lady Gaga: la necesidad de nombrar el mundo.

Escrito por Beatriz Velázquez

Desde hace mucho tenemos la costumbre de clasificar y nombrar todo lo que nos suceda o encontremos en este mundo. Pareciera que con las palabras se materializa nuestra realidad, al nombrarla. Y para los naturalistas, esto sucede desde el siglo XVIII con el nacimiento del sistema de clasificación actual para las especies, pero antes de empezar, ¿por qué necesitábamos un sistema de clasificación de seres vivos?. El antiguo método de los naturalistas de usar largas descripciones con adjetivos encadenados en kilométricas etiquetas era cada vez menos práctico. Gracias a qué a Carlos Linneo, un sueco botánico-zoólogo, se le ocurrió inventar el sistema binomial, todo se volvió más fácil. Linneo trabajó en un famoso jardín botánico que pertenecía al banquero George Clifford, en el cual se recibían ejemplares de todo el mundo. Así que después de estudiar minuciosamente el sexo de las plantas y otros caracteres, escribió a manera de ensayo el Systema naturae en 1735. En este trabajo expone un sistema jerárquico de clasificación de las especies, dichas categorías jerárquicas son fáciles de recordar con el enunciado: “El Rey es un filósofo de mucha clase que ordena para su familia géneros de buena especie”, que corresponde a “Reino, filum, clase, orden, familia, género y especie”. Siendo estos dos últimos necesarios para una clasificación binomial, es decir, de dos nombres.

Momento, pero ¿qué es una especie? Sorprendentemente el concepto de especie es fundamental en biología, sin embargo, el concepto de especie como tal, ha sido ampliamente discutido, siendo Charles Darwin (más adelante), uno de los primeros en querer abolir el concepto de especie como una entidad inamovible que se reduce a algo con un nombre que puedes meter en un cajón, así como ponerle nombres a herramientas de una ferretería, pero Linneo jamás pensó en esas cosas y él sólo quería facilitarnos la vida. Independientemente de cuál sea el concepto de especie que los biólogos expongan, seguimos usando el sistema linneano de clasificación por practicidad y porque seamos sinceros, no se nos ha ocurrido otro. 

¿A qué cosas divertidas se tienen que enfrentar los actuales biólogos-taxónomos del siglo XXI? Primero que nada, al igual que en Fight Club, hay reglas para ponerle el nombre científico a una nueva especie:

  1. La nomenclatura botánica es independiente de la zoológica.

  2. El nombre de cada grupo taxonómico debe estar respaldado por un “tipo”, o un ejemplar de respaldo en el que se basa la descripción.

  3. Hay un solo nombre correcto para cada taxón, y se respeta la regla de antigüedad, el primer nombre publicado será el aceptado. 

  4. Pueden haber excepciones al principio de prioridad (cosas que se discuten en los congresos, si se toma el nombre viejo o el más usado)

  5. Los nombres se escribirán en latín o serán latinizados de su idioma original. Este es un principio de la Edad Media que sigue vigente, gracias a Linneo el latín aún no muere. 

  6. Las reglas de nomenclatura son retroactivas, a menos que se aplique la regla 4. 

Así que todo nombre nuevo que sea publicado, deberá ser revisado por expertos taxónomos en el tema. Una pregunta que me ataña desde que comencé mi carrera de bióloga, ¿a quién se le ocurrió que el nombre de Homo sapiens, nos define como “especie”? ya que básicamente nos auto llamamos “homínidos pensantes”. Lo dejo para reflexión, no creo que en el futuro exista un congreso taxonómico para cambiarnos el nombre de especie.

En la actualidad, además de seguir las reglas de los Códigos Internacionales de Nomenclatura para grupo taxonómico, los biólogos se enfrentan a la gran pregunta de “¿qué nombre le daré a x especie?” y vaya que algunos han venido revolucionando la taxonomía dedícandole especies a personajes importantes de la historia o a famosos artistas. Es el caso de Lady Gaga, cuyo nombre real es Stephanie Germanotta, ella fue la gran inspiración para tres científicos botánicos que nombraron a un helecho de Costa Rica como Gaga germanotta, no sólo eso, gracias a estudios moleculares, decidieron cambiar 18 especies de helechos al nuevo género Gaga. Se supone que uno de los principios para nombrar especies en latín, es que el mismo nombre describa a lo que estás nombrando, en el caso del género Gaga de los helechos, este grupo presenta una secuencia repetida de ADN con el orden de nucleótidos GAGA, además de ser fans del ícono de la moda Lady Gaga, los investigadores aprovecharon para dedicarle dos especies y todo un género gracias al activismo en pro de los derechos del grupo LGTBQ+ de la artista. Un ejemplo épico es el helecho Gaga monstraparva (que hace referencia a “little monster” o pequeño monstruo, nombre que Lady Gaga le da a sus fans), que en una de sus fases de crecimiento presenta un gametófito o estructura reproductiva en forma de corazón, y esta estructura se parece mucho a uno de los atuendos de la cantante de sus conciertos. Y por cierto, el ejemplar tipo de Gaga monstraparva, es mexicano. Además de especies de plantas, Lady Gaga tiene en su lista de especies dedicadas a un membrácido: Kaikaia gaga, un fósil de los parientes de las jirafas (Artiodáctilo): Gagadon minimonstrum, el género de este significa “diente de Gaga”. Entre otros.

Además de Lady Gaga, algunos expresidentes estadounidenses también tienen sus especies nombradas en su honor, como Donald Trump, a quién le dedicaron la especie de una polilla: Neopalpa donaldtrumpi, cuyo forma de la cabeza es parecida al peinado de Donald Trump. O existe la araña endémica a California, Aptostichus barackobamai, dedicada a Barack Obama. Y México no se queda atrás, puesto que el botánico de origen tapatío José Antonio Vázquez García, decidió dedicarle una especie de magnolia al actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a la que nombró: Magnolia lopezobradorii. Esta especie es un árbol de 8 a 35 metros de altura, de corteza oscura, que es muy raro y que sólo es conocido en Los Tuxtlas, Veracruz  en el Volcán de San Martín  y al noroeste de la Sierra Santa Marta, en el bosque tropical de vegetación primaria o secundaria (“acahual”). El eptiteto de esta especie hace referencia al nombre del presidente, y la decisión de este nombre fue que el presidente viene del “México profundo” que debe conservarse y preservarse y por lo tanto, se apunta a la propagación de esta bella magnolia para el futuro.

La taxonomía “moderna”, además de ser el ejercicio sistemático de nombrar seres vivos, se ha convertido en la herramienta internacional, para hablar sobre “el mismo ser” sin que haya ambigüedades por ser nombrado de diferentes maneras, tan sólo recordemos que por ejemplo hay varias maneras de llamar a las rosetas de maíz (palomitas, pochoclos, pipoca, poporopo, etc.), pero el nombre de Zea mays, especie del maíz, será entendida como la materia prima de las palomitas en China o Rusia.  Ahora cada que revisen las etiquetas de sus shampoos o productos herbolarios, hagan el experimento de corroborar si los nombres científicos están escritos en cursivas y con la primera letra del género en mayúscula. Si no es así, están violando las reglas de “Fight Club” de la taxonomía.

Twitter: bio_beatriz

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