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Árbol de tule

Por Bruno Rico Gómez

La naturaleza es maravillosa, todo lo que existe lo hace por una razón y cada situación es única e irrepetible. Por ahí muchas personas dicen que las matemáticas son el lenguaje de la naturaleza y por esa razón el humano ha luchado a capa y espada para recrearlo.

Muchos de los productos que tenemos a la mano son creados con materiales sintetizados por el ser humano, como lo son los metales, los polímeros, los cerámicos y hasta los materiales biomédicos. Tras milenios de innovación los materiales han evolucionado poco a poco, desde las maderas y las piedras hasta los nanotubos de carbono para las venas y arterias.

Uno de los tipos de materiales más recientes pero más investigados son los polímeros, series de monómeros unidos con enlaces covalentes, clasificados de una manera sencilla como naturales y sintéticos.

Cuando uno piensa en polímeros lo asocia con plásticos como botellas, bolsas o tuppers, pero en realidad los polímeros naturales abundan, inclusive en nuestros propios cuerpos. Materiales como la seda, la lana, el ADN, las proteínas y el hule son ejemplos de polímeros naturales abundantes en todo el mundo.

Con ayuda de estos materiales y la innovación se han logrado desarrollar materiales aún más complejos como el caucho, el polipropileno, el tereftalato de polietileno, poliestireno, etc. El problema de este tipo de materiales es que se han vuelto tan complicados que los procesos de desecho imposibilitan que la naturaleza misma los degrade.

Por esta razón es importante que tanto empresas como ciudadanos tomemos acciones contra el uso y abuso de polímeros de único uso para contrarrestar los estragos que por más de 80 años han dañado el planeta en donde vivimos.

“Regocijarse por los logros de otros te hace un monómero más definido”

– Desconocido.

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