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NORD STREAM 2:
EL GASODUCTO DE LA DISCORDIA

Por Amaury Saucedo @AmaurySaucedo

“En política las armas son más mortíferas que en la guerra.” 
(La traición de Roma, Santiago Posteguillo) 

Podría parecer irrisorio –e incluso inverosímil– asegurar que unos cuantos tubos podrían suscitar un conflicto diplomático y geopolítico entre varios Estados; sin embargo, el gasoducto ruso-alemán logró rebasar las líneas de lo imaginario y materializar la disputa. 

El megaproyecto llamado Nord Stream 2 consta de dos tuberías con una extensión de más de 1,200 kilómetros; realiza un recorrido desde Viborg en Rusia, cruzando por el Mar Báltico, hasta Greifswald en Alemania. Tiene una capacidad para transportar 55,000 millones de metros cúbicos de gas al año y cuenta con un presupuesto de 11 mil millones de dólares, financiados por la empresa estatal rusa Gazprom e inversores de Europa Occidental como OMV, Wintershall, Engie, Uniper y Shell.

Alemania, que busca dejar atrás el uso del carbón para reemplazarlo por gas natural, y que debido a la reducción en la producción nacional de este hidrocarburo se ve orillada a importarlo, encontró una solución viable en la implementación de una línea alterna al Nord Stream(1), primera línea que conecta a Rusia con Europa desde hace más de 10 años. En septiembre de 2018 comenzaron las operaciones para la construcción del segundo gasoducto en el Mar Báltico, aunque también lo hicieron las tensiones diplomáticas, geopolíticas e incluso empresariales.

Casi al unísono Estados Unidos, Ucrania y Polonia se posicionaron en contra del proyecto, aunque también se sumaron otras voces de Europa Oriental y Occidental. Argumentaron, por ejemplo, que se pone en peligro la seguridad energética europea, pues temen que Rusia pueda utilizar el Nord Stream 2 como un arma política, cortando el suministro de gas en el momento que el Kremlin así lo decida. Asimismo, plantearon que comprarle gas a Rusia era poco rentable; y utilizaron el caso Alexéi Navalny(2) como imperativo ético para no hacer negocios con Vladimir Putin, un hombre que supuestamente persigue y reprime voces disidentes a su gobierno.

El Nord Stream 2, a pesar de contar con la oposición de muchos países socios de Alemania, siguió en pie. En respuesta la administración de Donald Trump (2017 – 2021) amenazó con sancionar, a través de una ley que expidieron en un consenso general demócratas y republicanos el 17 de diciembre de 2019, a cualquier empresa que decidiera colaborar en la construcción del gasoducto. Tan sólo unos días después la primera compañía en retirarse debido a las medidas coercitivas que impuso Washington fue la suizo-holandesa Allseas.

Por su parte Ucrania, desde el mandato de Petró Poroshenko (2014 - 2019), sostuvo que no se trataba de un proyecto comercial que pudiese aportar beneficios económicos a Europa, sino de una estrategia geopolítica cuya finalidad era debilitar al país. El presidente Volodímir Zelenski, tras asumir la presidencia en 2019, continuó con el mismo discurso que su antecesor, y llevó las relaciones entre Kiev y Berlín a un punto álgido. La Canciller Angela Merkel –de las principales voces que se alzaron contra la reincorporación de la península de Crimea a Rusia en el 2014–, aseguró que se impondrían sanciones en caso de que el Kremlin agrediera a la nación ucraniana.

 Hasta este punto las demandas de Estados Unidos y Ucrania parecen legítimas, ¿Pero hasta dónde lo son en realidad? ¿Qué hay detrás de la constante presión a Alemania para abandonar el proyecto? ¿Cómo justificar las múltiples sanciones que se imponen a quienes deciden participar en la construcción del Nord Stream 2?

Una de las alternativas al gasoducto que Washington planteó a Berlín
–el secretario de Estado Antony Blinken aseguró que comprar gas ruso era un mal negocio para sus socios europeos–, es la de venderle su gas licuado. Sin embargo, el principal problema de Alemania es que, a diferencia de algunos de sus socios de la Unión Europea, no cuenta con una sola terminal para importar gas con estas características. Tener que implementar la infraestructura necesaria, aunado al hecho de que Rusia vende el hidrocarburo relativamente más barato, fueron hechos que posicionaron la balanza en favor de Moscú.

Estados Unidos ha estado extrayendo grandes cantidades de gas esquisto(3) a través de la fracturación hidráulica (fracking) –tanto que podría abastecer a su nación durante décadas–.
Desde 2018 se convirtieron en el principal productor de gas natural con el 22% de la producción mundial, relegando a Rusia al segundo lugar (aumentando además su capacidad de licuefacción). El hecho de que se estén quedando con grandes cantidades de gas, sin poder venderlo en el mercado internacional, ya nos permite entrever un trasfondo sobre su férrea oposición al Nord Stream 2

 

Ucrania argumenta que los movimientos del Kremlin son de carácter geopolítico: las tensiones con Rusia por Crimea, Luhansk y el Donetsk(4) han desgastado bastante la relación bilateral. El nuevo gasoducto no ayudó precisamente a aliviar los roces.
Kiev ha manifestado en numerosas ocasiones lo importante que es cobrar por los derechos de tránsito del Nord Stream en territorio ucraniano.

Tan sólo en el año 2020 los ingresos generados por el paso de gas ruso fueron de 2.11 mil millones de dólares(5) (entre el 2% y 3% del PIB total). Con la nueva línea el gas enviado por Gazprom pasaría por zonas económicas exclusivas y aguas territoriales de Finlandia, Suecia y Dinamarca, a través de su ya conocida ruta por el Mar Báltico. Las pérdidas provocadas por el Nord Stream 2 se traducirían en aproximadamente 1% del PIB. Como en el caso estadounidense, el trasfondo ucraniano parece acompañar aspectos de carácter económicos y financieros.

Aunque los discursos de Estados Unidos y Ucrania versan sobre aspectos políticos que ensalzan la retórica antirrusa, la realidad es que en el fondo los motivos que los impulsan corresponden a sus respectivos intereses nacionales. Hace años que Europa depende del gas ruso. Si se quisiera utilizar al nuevo gasoducto como elemento geopolítico, se habría trazado el mismo rumbo con el Nord Stream, pero Moscú nunca ha interrumpido el suministro.

Que se impongan sanciones a Rusia no es algo nuevo, como tampoco lo es que se sigan esgrimiendo discursos propios de la Guerra Fría para atacar al gigante euroasiático.
Lo que sí sorprende es que Estados Unidos, Ucrania y algunos países de la Unión Europea intenten imponer su agenda a Alemania –uno de sus principales socios–, no importando que sus actos sean violaciones flagrantes a su soberanía. 

El 10 de septiembre de 2021, luego de 3 años de incertidumbre, finalizó la construcción del Nord Stream 2. Alemania logró concretar un acuerdo con Estados Unidos (luego de que el presidente Joe Biden declinara a seguir imponiendo sanciones al proyecto), en el cual se comprometió a responder cualquier intento de agresión por parte del Kremlin.
De igual manera le aseguró a Kiev que buscaría ampliar el contrato del Nord Stream hasta el año 2024.

Aunque se esperaba que Gazprom iniciara con el suministro de gas a principios del 2022, las trabas al proceso desde Europa continuaron, culminando en la escalada de las tensiones entre Rusia y Ucrania. El discurso occidental de una inminente invasión rusa a territorio ucraniano ha sembrado incertidumbre con respecto al abastecimiento del hidrocarburo al viejo continente, logrando que diversos países que integran el bloque de la Unión Europea recurrieran a Japón para satisfacer sus necesidades energéticas(6). El futuro del gasoducto es incierto, pero existe una realidad tangible: la especulación alrededor de este conflicto ha funcionado como andamiaje político a Estados Unidos para que sus intentos de sabotear el proyecto se cumplan.

 1.- Nord Stream es el primer gasoducto que la estatal rusa Gazprom implementó para exportar gas a Europa en el 2010. Esta es la razón por la cual su homólogo lleva por nombre Nord Stream 2.

2.- Alexéi Navalny –opositor al gobierno de Vladimir Putin–, se recuperó en Alemania de un presunto envenenamiento atribuido al Kremlin. Tras su regreso a Rusia el 17 de enero de 2021, fue detenido en Moscú debido a un proceso judicial pendiente. Algunos países se pronunciaron en contra de su detención.

3.- Hidrocarburo que es encuentra en rocas de esquisto, lutitas y argilitas.

4 En estas regiones al este de Ucrania, se enfrentan grupos prorrusos y ucranianos desde 2014 en el contexto del Euromaidán, un movimiento nacionalista ucraniano de corte europeísta.

5.- “Naftogaz provided Gazprom with gas transit services equaling $2.11 billion in 2020”, en Naftogas, Ucrania, 19 de diciembre del 2021. Disponible en: https://www.naftogaz.com/www/3/nakweben.nsf/0/518B622B29DA23C1C22586620039CE18?OpenDocument&Highlight=0,2%20billion

6.- “Crisis Ucrania: EE. UU. aplaude a Japón por enviar gas a Europa”, en DW, Alemania, 12 de febrero del 2022. Disponible en: https://www.dw.com/es/crisis-ucrania-eeuu-aplaude-a-jap%C3%B3n-por-enviar-gas-a-europa/a-60752963

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