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Desde el barrio

Por Rodrigo Chávez

Posiblemente el enunciado “un político diferente” es uno de los más usados e irónicamente comunes cuando uno quiere hablar de sus afinidades, sin dudas todos los políticos parecen diferentes al resto cuando se les mira con cierta idolatría pero lo que más comparten tanto quienes emanan esas frases como a quienes las dirigen es que siguen las lógicas de la política tradicionalista, difícilmente salen de su burbuja narrativa y su incesante deseo de generar lo que Weber definió como “dominación carismática”. Este anhelo de buscar exaltar la excepcionalidad de forma exagerada hasta caer en los lugares comunes es simplemente algo que deberíamos evitar en todo momento.

¿Qué tiene de diferente un político que viste igual a todos, que fue educado dentro de una burbuja de clase? Nada en realidad. Es decir, claro que tiene como individuo cuestiones que lo hacen distinto pero en la práctica política es exactamente igual al resto.

Hoy quiero dedicar esta columna a uno de los políticos que considero realmente distinto al resto, el único que pudo romper con su presencia en el ambiente público algunas de las lógicas más duras de la tradición institucional en México. Hablo, desde luego, de Pedro Carrizales, “el mijis”.

El mijis fue uno de los personajes políticos más atacados durante la campaña política de 2018 y durante los años que fue diputado local en San Luis Potosí por cuestiones como el ser una persona morena, los tatuajes que portaba y desde luego por haber pertenecido en algún momento de su vida a una pandilla, esto último le costó haber pasado algún tiempo en prisión. Mijis se enfrentó de lleno a un mundo hostil y ajeno que despreciaba todo lo que su simple existencia dentro del mismo representaba.

Después de haber salido de prisión, Mijis se volvió activista en contra de las pandillas en San Luis y se incluyó en los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas en el estado y posteriormente en el país. Nadie mejor que él sabía el dolor de la desaparición y los muchos problemas que las pandillas representaban en la vida de quienes las componen y quienes comparten la vida en los espacios en que éstas están presentes.

Como diputado local, Mijis no dejó de ser uno más en el barrio, a menudo organizaba jornadas de limpia en su distrito, se inmiscuía en proyectos juveniles y de mejoramiento urbano, un convencido de que la meta no era salir del barrio sino hacer el barrio un lugar en el que amaramos vivir. Un idealista militante que no dudó un segundo en apoyar y promover desde su curul las exigencias del movimiento feminista, cercano a sus luchas e irrenunciable luchador social.

Todo lo anterior le valió no solo las violencias racisclasistas propias sino un anterior ataque armado por parte de grupos del crimen organizado. Mijis era un actor incómodo dentro de la esfera política porque representaba la apertura de este mundo ajeno a la gente de a pie, a los carnales que estamos aquí y que deseamos cambiar las cosas pero también trastocaba los intereses de quienes sintiéndose dueños de la juventud y de la vida de los ciudadanos hacen de la muerte y el vicio un negocio.

Muchos de nosotros recordamos como un gran acto de reivindicación su toma de protesta como diputado a la que fue vestido como nosotros y no con un traje fino y los zapatos insultantemente limpios. Recuerdo que cuando lo vi tomar protesta vestido como solía vestir diario mi corazón sintió crecer la esperanza de poder aspirar a un cargo sin perder mi forma de ser y de vestir. Porque desde luego que la hegemonía de clase se inserta en detalles como el determinar la vestimenta.

Mijis fue el primero que retó el tradicionalismo de lo formal en la política mexicana. Fue el primero que se plantó frente al poder y dijo “nel, yo no me transformo en lo que quieren. Yo lucho contra un sistema vencido y defiendo a mi raza”. Eso es lo que la cansada y desgastada política de este país necesita. Representantes populares que representen a quienes los votaron por encima de su partido.

Unos horas antes de escribir esta columna se confirmó por parte de sus familiares y cuentas oficiales que Mijis fue encontrado después de un mes de desaparecido. Por desgracia y como es terriblemente común en México el mijis fue encontrado sin vida. La partida del Mijis es dolorosa, sin dudas pero su lucha no debe ser olvidada ni abandonada. No existe mejor reconocimiento que seguir creyendo en cambiar este país y sus violencias.

Un abrazo hasta allá, carnal Mijis. Acá nos quedamos a pelear tus batallas y a cambiar todo cuanto podamos.

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