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El Big Bang de los animales

Por Luisa Enriqueta

¿Has tenido esa duda existencial “de dónde venimos”? No sólo nosotros los seres humanos sino, todos los animales que habitamos el planeta Tierra. Pues, así como hubo un Big Bang provocando la generación del universo, nosotros también tuvimos nuestro propio Big Bang.

Hace mucho tiempo atrás, más o menos unos 580 millones de años, estábamos en la frontera del Eón Proterozóico, cuya etimología significa “anterior a los seres vivos”; dentro de la era Neoproterozoica y al final del periodo llamado Ediacariano. La vida en el planeta Tierra era muy distinta, únicamente marina, bastante aburrida y poco compleja, nada parecida a lo que conocemos hoy en día. Sería difícil asegurar que los habitantes de ese periodo fueran animales, debido a que sus cuerpos gelatinosos y blandos, no se conservaron muy bien en las rocas. Parecían células gigantes fijadas al fondo marino, formando ecosistemas que asemejaban mucho a jardines sin mucha dinámica. Por ello se  denominaron “jardines de Ediacara”, con pocas formas de variados tamaños Desde los ocho centímetros hasta estructuras que se erguían con 90 centímetros en la quietud del océano. Así nadó la vida los siguientes 20 millones de años hasta lo que sería, probablemente, la transición evolutiva más significativa que se ha visto en el registro fósil: la explosión Cámbrica. Un episodio único en la historia de la Tierra, especialmente porque a partir de dicho evento, todos los grupos de animales (todos los “phyla”) aparecieron por primera vez en el registro fósil.

Este acontecimiento inaugura el Eón Fanerozóico, cuya etimología significa “vida visible”, justo por esta radiación en el período del Cámbrico. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué los cambios tan abruptos? No existe una sola explicación para esta explosión de vida, pero entre varias disciplinas como: geología, paleontología o biología, han estado buscando caminos para entender cómo, en tan poquito tiempo, pudieron cambiar los habitantes del mar. De plantas o tapetes gigantes, a organismos que parecían venir de otro planeta. Y es que en el Cámbrico teníamos “priapúlidos”, que son como gusanos alienígenas viviendo debajo de la tierra, con una boca o probóscide llena de dientes. Teníamos “vetulicolios”, que se asemejan a submarinos con muchos ojos. Había “trilobites”, que eran como cucarachas de mar. Un animal que se llamaba “ophabinia”, una mezcla entre una nave subacuática, una garra en su boca y muchos ojos de mosca. “Hallucigenia”, cuyo nombre se le asignó por no saber en dónde estaba la cabeza y dónde estaban los pies, que se confundían con espinas alrededor de su cuerpo. Y claro, el famoso “anomalocaris”, cuyo nombre significa “camarón extraño”; nada tiene que ver con la forma del animal. Lo que pasó fue que encontraron la parte de adelante, que son como dos bracitos segmentados y que si los vemos por separado parecen, cada uno, un camarón muy extraño; y luego fue descubierta la parte de atrás, que parece una navesita con alerones para poder nadar.

Cambios radicales en un tiempo récord, justo por eso es denominada “explosión”, porque los recipientes corporales de los animales, es decir, la disparidad animal, aumentó de manera visible de los 580 a los 540 millones de años. Hago énfasis en estos 20 millones de años porque, aunque puedan parecer un montón, no son nada con los 3,800 millones de años que lleva la vida en la Tierra, ¡es impresionante!

Los expertos, como el científico Charles R. Marshall, paleontólogo de la Universidad de Harvard, explican que el acontecimiento tuvo que ver con varios factores: cambios abióticos en el ambiente, cambios en la genética de los grupos animales y cambios en las relaciones ecológicas de los animales. Con el concepto “abiótico”, nos referimos a todos aquellos elementos del ambiente que no están vivos, como el oxígeno, que incrementó en el período del Cámbrico y que pudo influir para generar animales más grandes.

Los animales no pueden cambiar cuando los genes para hacerlo no están todavía en su lugar, a esto nos referimos cuando hablamos de la genética y del Finalmente los cambios ecológicos, que eran las relaciones que se formaron entre los animales que había en el Cámbrico, es decir, que mientras en los jardines de Ediacara todo era quietud y tranquilidad sobre el suelo submarino, en los fósiles que encontramos en la explosión Cámbrica había animales enterrados en la arena; otros que probablemente se movían sobre el suelo y otros tantos que se encontraban nadando en la columna de agua. Esto quería decir que ya había animales que comían a otros animales y animales que rascaban el suelo levantando nutrientes para los animales que vivían sobre la superficie. Los ecosistemas se volvieron dinámicos, y junto con los cambios mencionados antes, empezaron los habitantes de ese periodo a defenderse unos de otros, a mejorar sus técnicas de caza o camuflaje, a rascar mejores madrigueras que generaban más nutrientes y así sucesivamente. Un círculo virtuoso que nos dio como resultado una explosión radical de vida: el Big Bang de los animales. de los seres vivos. Seguramente, hubo innovaciones a nivel genético para poder formar, primero organismos bilaterales, es decir, con simetría; y luego cambios mucho más complejos, por ejemplo el grupo (o “cluster”) de genes “Hox”, que son los bloques lego de la vida. Con ellos se pueden hacer diferentes combinaciones de tamaños y formas. Esto nos lleva a pensar que  se vieron sumamente irradiados en el Cámbrico, con animales muy distintos.

Sin embargo, parte de la dificultad para terminar de entender esta explosión Cámbrica se debe al hecho de que está desarrollada en la historia, nunca sabremos qué pasó a ciencia cierta. Cada paso sucesivo, no sólo fluye de las condiciones establecidas en los pasos anteriores sino que también está conformado por interacciones en el despliegue del paso actual. Entonces, en cierto sentido, no puede haber una explicación simple para dicha explosión. Comprender a la naturaleza dentro de la causalidad de eventos históricos complejos es difícil, pero por eso mismo es tan interesante.

Ahora te dejo que sigas con tus dudas existenciales que, quién sabe, probablemente vengan de un ancestro tuyo detrás de todo este trayecto evolutivo.

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