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¿Quién ganó y quién perdió?

por Rodrigo Chávez

 

Después de los lamentable sucesos en Culiacán, Sinaloa, en donde se evidenció un fallo táctico del gobierno federal y en el cual el cártel de Sinaloa mostró apenas una pequeña parte de su poderío la rapiña política no se hizo esperar.

Por un lado salieron los aliados del gobierno a decir que todo estaba a salvo gracias a AMLO y su gabinete y por el otro salió la oposición a exigir que se asumieron los riesgos y que se mantuviera firme el Estado mexicano en lo que a todas luces había sido un fracaso estrepitoso.

 

Apenas unas horas después de un primer comunicado fatídico, Alfonso Durazo admitía haber mentido previamente y decir que la operación habría sido planeada en coordinación con la DEA, que la respuesta del cartel había sido inesperada y que se había decidido soltar a Ovidio para resguardar la seguridad de la población de Culiacán.

 

Ni tardos ni perezosos los opositores comenzaron a gritar ¡FRACASÓ, FRACASÓ! Como si hubiera algo que festejar, tacharon de improvisado al gobierno, trataron de profundizar la crisis, exigieron sangre, lloraron el regreso de Calderón y como es habitual, salieron a gritar "se los dijimos pinches chairos". 

Yo me pregunto a nivel personal, ¿deberíamos creer que el evidente fracaso del gobierno en Culiacán es motivo suficiente para volver a Calderón? 

Y es que es bien importante aclarar dos cosas, AMLO y su gabinete fallaron, improvisaron y terminaron claudicando, siendo esto último lo menos mal del panorama completo. 

Cómo se mencionó el día sábado en este espacio: "liberar o soltar a Ovidio es lo de menos, ¿por qué iniciar una batalla que no ibas a ganar?" detener a Ovidio por mandato de la DEA no está mal, lo que está mal y por lo que hoy reitero mi posición de exigir la dimisión del cuerpo de seguridad es no dimensionar las acciones y lo segundo, lucrar con el dolor y el terror no sólo es inmoral es cínico por parte de una oposición que cuando tuvo el poder sumió al norte del país en sangre y balaceras. 

 

Lo que sucedió el jueves no puede ni debe ser justificado por quienes simpatizamos con la 4T pues sería una contradicción y para ser honestos, el momento histórico nos demanda no sólo compromiso sino coherencia, se falló y se admitió, se reconoció desde el poder haberse tomado una decisión con costo político pero en beneficio de la población. 

No neguemos lo innegable. 

 

Por otro lado lo comenté en su momento y lo comento ahora, no debemos perder la empatía, la capacidad de reconocernos en los otros es lo que nos hace humanos. Exigir la detención a cualquier costo es decir de manera implícita que la vida de los ciudadanos de Culiacán no importan. Muchos lo han mencionado y lo retomo "que fácil es pedir sangre cuando los muertos no los ponemos nosotros". 

AMLO supo mantener una cuestión elemental del Estado, cuando entendemos la política como optar entre inconvenientes debe siempre optarse por el mal menor y el mal menor en ese momento fue liberar a una persona para salvar a miles. 

AMLO tuvo el jueves una derrota dulce pues a pesar de verse realmente vulnerado mantuvo coherencia ideológica y pudo salvaguardar a la ciudadanía. 

El cartel de Sinaloa por otro lado tuvo una victoria amarga pues a pesar de conseguir el objetivo de liberar a su jefe tuvo que hacer algo que jamás habían hecho, darle la espalda a la gente de Culiacán, esto último es algo que pone en entredicho el apoyo social que la población le ha dado de manera histórica al cartel, abre una herida difícil de olvidar para quienes estuvieron ahí y sintieron el miedo, por primera vez el Estado los tomó en cuenta y decidió protegerlos. 

Esa brecha en el imaginario abre oportunidad al Estado de poder recuperar la confianza y la aceptación de la gente de Sinaloa, se abre la oportunidad de crear una narrativa distinta que se transforme después en la realidad de una población que se desliga del narcotráfico. 

 

Es pronto para conjeturas, aún es demasiado pronto para saber si es bueno o malo que se soltara a Ovidio pues no hemos visto aún consecuencias pero algo es seguro, se tomó una decisión clave que evitó derramar sangre, se abre una puerta para recuperar Culiacán por la vía institucional y se logró, por primera vez romper el pacto de impunidad entre el cártel de Sinaloa y el Estado mexicano, un pacto que hacía de ese estado un estado de excepción en el que gobernaba de manera fáctica el crimen organizado. Hoy el mensaje es claro, no hay forma de que las cosas sean igual que antes. 

Culiacán va a marcar un antes y un después en la 4T, romper el pacto de impunidad es necesario pero no debemos pagar los ciudadanos en ese divorcio. 

 

Así como fue una dulce derrota y una amarga victoria para ambos lados quiero recordarle a todos y sobre todo a los que creen que las balas habían arreglado algo que en las guerras todos perdemos, no podemos exigir ni demandar muerte, podemos pensar en soluciones complementarias y pacíficas como la legalización de las drogas, inteligencia financiera y operativa, apoyo táctico de parte de las agencias que exijan detenciones en nuestro país, etc. 

¡NO MÁS SANGRE, NO MÁS FALLOS Y NO MÁS GUERRA!

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