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Levántate y come

Por Melissa Cornejo.

Espero que este texto se reciba como lo que pretende ser: una especie de guía de primeros auxilios psicológicos que podemos aplicar en nosotros mismos en algún momento de crisis, más cerca de un abrazo y una mano extendida de un corazón magullado a otro, que del rigor científico. 

Hoy expongo mi pérdida y mis rituales con la finalidad de regalarles lo que me hubiera gustado leer hace unas semanas. Hoy comparto la línea de pensamientos y acciones que me ha salvado la vida para que ustedes regresen a este texto cuando lo necesiten, y para yo misma tener aquí ese apoyo, como un abrazo a la persona que fui y la persona que seré.

Decidí enlistar por orden alfabético los primeros puntos (ABCDE) con la finalidad de hacerlos más fáciles de recordar, sin embargo no deberíamos pretender darles un orden al ponerlos en práctica: el duelo no es lineal, camina a tu propio paso, ve aplicando los puntos que puedas al ritmo que puedas. No seas tan exigente contigo.

Abrázate y déjate abrazar. Este momento es para ti: abrázate: rodea tu torso con tus brazos y aprieta con fuerza, necesitas sentirte y reconocerte en este momento tan difícil. Vuelve a ti. Siente tus pies sobre el suelo, escucha tu respiración, siente tu corazón latir. Siéntete aquí y ahora. Abraza también todo lo que sientes y piensas en este momento: todo es válido, no te juzgues. Nada es para siempre: ni el dolor. Regresa a este punto las veces que lo necesites. 

Busca actividades que te mantengan ocupado, de preferencia actividades sencillas que no te resulten abrumadoras, pero que te permitan distraerte. ¿Mis actividades favoritas? Todas aquellas que involucren la limpieza del hogar, porque cumplen un doble propósito: mantenerme en movimiento y mantener mis espacios limpios. ¿Qué mejor que llorar en una habitación con sábanas limpias?

Come. Levántate y come. Sal del letargo y pon toda tu energía en levantarte y comer. Esto por  dos razones: necesitas sentirte en control de ti mismo en estos momentos y necesitas estar fuerte para gestionar y recuperarte. Aún si sólo haces una cosa este día, que sea levantarte y comer.

Duerme. Pon especial atención a tu higiene del sueño y prioriza tu descanso porque es una de las primeras cosas que se afectan cuando la salud mental pende de un hilo. Descansa. Necesitas descanso y silencio. No respondas tu teléfono el tiempo que quieras. 

Escúchate y exprésate. Es importante que expreses tu dolor, sea verbalizándolo o actualizándolo, pero lo más importante es que aprendas a escucharte a ti mismo. Utiliza las lágrimas, los soliloquios, la meditación o cualquier medio que te funcione para escucharte. De nada sirve que hables y grites si no estás ahí para escucharte y reconfigurar la narrativa que se te cayó.

No pierdas la cabeza buscando explicaciones, simplemente porque no es el momento. Busca dentro de ti la humildad que necesitas para aceptar que quizá nunca tengas una respuesta y que las cosas no nos pasan a nosotros: las cosas pasan, y nosotros decidimos qué tomamos de ellas, cómo las gestionamos, y qué aprendemos. 

Agradece. Agradece a tus redes de apoyo, agradece tu capacidad de sentirlo todo con tanta intensidad. Agradece el tiempo que tuviste aquello que hoy perdiste. Agradece el privilegio de desprenderte y perder una parte de ti. 

Volverás a sonreír. Volveré a sonreír. 

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