top of page

DIANA

Gal

El estruendo del ruido en medio de un silencio sepulcral, provoca la alteración del resto de los sentidos que se envuelven en las almohadas de los agredidos.

Diana

La fantasía de una princesa maldecida con un embrujo que haya capturado su esencia malherida  “Transformar la carne

de sus labios en espinas

que sangren con sus palabras

que le escurra hiel

en la punta de sus dedos

que sus pies ardan

por cada conocimiento adquirido,

que el dolor cubra su pecho,

por cada mirada de picardía“ fue el verso arrojado sobre ella.

La fantasía de una princesa maldita, que se halle liberada por si misma del encanto que le absorbe la vida, que insista en sola servirse, en adorar cada vista que desagradable por mundanos para ella extravagante, ignorando el perfume ligeramente dulce brotando del veneno que le atormenta, mirando al cielo argumentando alguna historia redundante, paradójica pero sensata, aquella quien permanece inquebrantable ante el atisbo de la amenaza iracunda que se asoman entre los malintencionados deseos paganos.

La princesa maldita que me mira con injuria, me clava estacas desde sus pupilas cuando me encuentra, me congela en el parpadear de sus ojos como la noche, donde me imagino el firmamento.

La princesa maldita que deshizo de su hechizo el confinamiento y permaneció agradecida con sus peculiaridades.

Dulce respira al estar cerca de la muerte confiada sobre su amiga escucha sus historias, toma tosca a la vida recordándole sus inseguridades, conoce su destino, lo desprecia, se construye otro menos triste y a él se aferra.

Diana toma el lienzo de su realidad, y dibuja sobre el paisaje la destrucción de incoherentes que miran en la tortura retorcido rito de pulcritud o tétrica restauración de la inocencia.

Diana toma una lanza punza y sangrante para con ella masacrar al ente que la hostiga, amenaza o mira con ojos perversos, solo el alma más filosa la conquista.

Diana es guiada por el grito de Atenea que se escucha tal canto de sirena, embriagante y cautivador, llora una súplica para ella.

“Dame hoy señora mía

 el placer de tomar a las animas mendigas y darles consuelo por sus desdichas

toma mi voz como juramento

de que las musas no tendrán

mejor cobijo que mis lamentos

y de que mis sueños

no pertenecen si no a tus mandatos-

A los impunes

del mayor pecado

del mayor horror

serán desterrados de mis lares

para que en el cielo sufran

 la más mortal de las agonías

ante su creador

aún menos misericordioso.

Mientras dame la poesía adultera,

la cansada, la pagana

y que repose sobre mis palabras

 incluso si eso me cuesta la locura.”

La princesa maldita, acusada de bruja y de hereje, nunca fue otra renacentista que cayo en la misma mentira de siempre, ni miro al suelo con arrepentimiento.

Diana, que hoy por ti toquen las arpas, y que el recuerdo de la tragedia no se borre de las mentes mundanas.

Diana, la inquebrantable Diana, no dejes el silencio pero que no se apodere de tu alma, vente pronto y luego escapa, que no te confinen, ni que de tu fantasma se deshagan.

bottom of page