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Cuando te muerdes el labio

Por Rodrigo Chávez.

El dolor es un sentimiento bastante profundo y terriblemente común, de él han emanado los actos más atroces de la humanidad pero también las obras artísticas más profundas y sinceras, Joaquín Sabina dijo un día qué: La felicidad le hace muy bien al hombre pero mucho daño al artista. De algún modo entendemos que lxs artistas crean basando su técnica en sus vivencias y con ello entendemos que del más profundo dolor surjan sus obras más memorables. Esta semana dejaremos de lado la política para hablar de lo humano, del dolor como un motor de creación pero como un potencial adhesivo no solo social sino principalmente humano.

Leiva estrenó hace algunos días su nuevo álbum Cuando te muerdes el labio. Un disco-concepto compuesto por 14 canciones, todas ellas en colaboración con alguna mujer de la industria hispanohablante de la música. Aunado a las canciones cada una de ellas cuenta con una portada diseñada específicamente sobre un cincelado que asemeja el tradicional papel picado mexicano que no es más que un guiño al país que Leiva ha elegido para vivir y para producir este disco.

La historia detrás de esta creación es clara, un Leiva que atravesó una ruptura amorosa, combinada con una pandemia y el deseo de hacer canciones con mujeres como Natalia Lafourcade, Ely Guerra, Silvana Estrada, Zahara y muchas otras cantantes de diversos géneros.  El disco es completamente distinto a lo entregado por Leiva en sus trabajos anteriores no solo en los arreglos y estilos que aborda pues pasamos de un cantautor encerrado en las baladas de guitarra o rockeron a lo 90´s a un salto entre el groove, el funk, la ranchera pop y un poco de voz y bajo. Leiva cuenta, en la inmersión total, disponible en spotify, que cada una de las canciones fue escrita contemplando a quién le acompañaría en la interpretación.

En otras palabras tenemos un Leiva adolorido, lleno del más grande abismo de dolor, confusión y desesperanza, huyendo de Madrid y alojado en la Condesa con unas tremendas ganas de encontrar el pretexto de sobarse las heridas acompañado de sus amigas en un momento histórico en el que las reuniones en bares y vinos se veían simplemente imposibles por el virus que nos rondaba. El resultado es, posiblemente, el mejor álbum pop de 2021.

Así como cada canción fue creada pensando en la voz que acompañase al flaco de pereza el disco, producido por Adanowsky, tiene una selección de orden de los temas que nos permite recorrer el dolor y en sí mismo el proceso que vivió Leiva; algo parecido a Hasta la raíz de Natalia Lafourcade o a Donde Bailarán Las Niñas de Ximena Sariñana. Vamos, que el concepto no es nada nuevo pero que la ejecución de Leiva acompañada de su escritura compleja y llena de figuras retóricas consigue elevar a un punto de complejidad que permite entender el enredo mental que significa una ruptura amorosa.

Me daré la licencia de escribir desde el punto más fan de mi interior y, con ello, de tratar de convencerles de escuchar con paciencia y atención el disco, conociendo de antemano la pretensión y lo soso que a veces pudiera ser el complejizar tanto una letra contenida en apenas 4 minutos de canción.

La primera canción del disco es iceberg una canción en la que Leiva parece estar claramente frustrado con alguien al punto de reclamarle las diferencias abismales entre ellos, “Tú estás más o menos bien y no hay nada malo en ello, yo estoy como la mierda y tampoco hay nada malo en ello” dice en apenas la primera frase de la canción. Un reproche del dolor que quema por dentro, con esa fuerza y rabia arranca el disco.

La segunda canción es, posiblemente, el ritmo más rico para bailar en algún parque público el groove que acompaña la letra de Flecha, que canta junto a Elsa y Elmar viene con una letra bastante fuerte en la que la resignación es la pieza fundamental de la composición “La libertad parece demasiado, hagamos un nudito al corazón, me había casi casi licenciado en la belleza que esconde el dolor; a lo mejor no fue ninguna estupidez dejar de esperarte”. Una declaratoria de lo insano que es a veces el amor, una especie de delirium tremens cuando se acepta la soltería como bandera de beneplácito y la narrativa viene a satisfacernos la cabeza sobreponiendo el adiós como un vendaval de celebración.

Hasta aquí uno podría pensar que Leiva lo entendió todo y que el ciclo está cerrado para siempre, un error común pero bastante peligroso que es cometido por miles día con día. Pero el disco, como los procesos, no es lineal y en el track 3 nos encontramos con Infinitos, una canción escrita en uno de los escalafones más bajos de una obvia depresión, el sentimiento de estar agotados y tirados en el piso sin conseguir la paz esperada, cosa que queda resumida con la frase “He tratado de mantenerte al margen generando círculos perfectos, me he agarrado a la locura intentando no morir en el intento”. ¿Quién no ha extrañado a alguien luego de navegar con bandera de haber cerrado un ciclo?

Aquí comienza una espiral descendente que hurgará en nuestros más recónditos espacios buscando conectar esas heridas que, viejas o nuevas, nos llevaron a pasajes duros. Premio de consolación combina la dureza del reproche encontrado en iceberg con la desesperanza de infinitos, encontramos una letra que trata de decir “estoy mejor que tú” pero que al mismo tiempo declara que nada de lo que se vive es verdaderamente bueno sin la otra persona, sin embargo desde esta arrogancia del deseo de ganar Leiva confiesa “Puede que mañana estemos con el premio de consolación temblando en nuestras manos, eternos y atrapados pero nunca libres, eso no”. La terrible necesidad humana de sentirse acompañados en el dolor aún cuando eso signifique hacer más grande la herida e incluso provocar más.

Stranger Things continúa bajando hacía el infierno eterno, una canción lenta que junto a la voz de Zahara confiesa el caos interno que es aceptar que el dolor está y se ha implantado, contrastar las rutinas y sentirlas ajenas, saber que el amor está en la mesa de ambas partes pero que, en definitiva nadie se atreverá a dar respiración de boca a boca a algo que está muerto, en esta canción Leiva termina el tema con un “hay algo más, tenlo claro” haciendo alusión a esas relaciones formadas únicamente por el deseo de huir de la relación previa, ya todos sabemos como terminan esos amores, ¿no?

Histéricos con Ximena Sariñana es el comienzo de la aceptación, una respuesta momentánea a la pregunta circular del por qué. En esta canción se enumeran las razones de la insalubridad presente en una relación, ¿cómo sostener algo basado en la violencia mutua y el dolor? “Yo sabía que no ibas a aguantar” dice Leiva, en algún punto todos sabemos que lo que ha terminado ya no iba a aguantar.

Con el pañuelo en los ojos, tengo muy poco que decir sobre este tema, sin duda el que me ha calado más en el interior, un Leiva que intenta desesperadamente entender el qué o cómo ha terminado sufriendo ataques de ansiedad, dolor y tanta desesperanza, entendiendo el final pero no la disparidad del proceso, una persona que ha vivido una ruptura en la que la contraparte llevó un duelo anticipado “Lo has entendido mucho antes que yo, lo sabes desde el principio, será que no era igual para los dos, será que lo llamábamos distinto”. Ya no hay reproche, solo un dolor abierto que va a destajo. 

Diazepam con natalia Lafourcade me parece una de las canciones mejores hechas para escribir el valor de una amistad, cuando uno está imposibilitado de las acciones comunes, cuando uno piensa en lo que podría ser con quien ya no está y al mismo tiempo el deseo de que esa persona vea nuestro dolor y venga a nosotros, una canción que admite ya un problema multidimensional sólo podría ser cantado en la complicidad de la amistad más profunda, sobre este tema especulo que en la frase “Solo necesito un plan y aullar toda la noche hasta que me quede sin voz, aullar hasta que me quede sin voz” debe haber un “vos” así con “s”, “hasta que me quede sin vos”.

A medio centímetro es el crecimiento y madurez aprendida en el proceso “Hay algo hermoso en dejarse marchar, aunque no queramos verlo hay algo bueno”. Cuando por fin logramos entender que irse y cambiar es parte de un proceso natural es cuando comenzamos a sanar y con un ritmo de country-ranchero se consigue este halo de esperanza que no estaba en el disco.

Peligrosamente Dark con Silvana Estrada es un himno al dolor como maestro y como paso irrenunciable de la sanación, cuando todas esas preguntas sin respuesta van dejándonos sin ganas de pelear pero ya no nos abruman, aceptamos el dolor como parte del todo y pedimos que nos dejen estar peligrosamente dark. Es una forma de decir “no voy a matarme solo necesito abrazar el dolor y la oscuridad para salir de ella”. La frase más fuerte de esta canción es: “La vida está tan de nuestro lado, sin embargo, estoy atemorizado” el miedo al después del dolor…

Cuando te muerdes el labio Esta canción no es más que un adiós, un adiós desde el amor, desde el proceso avanzado del perdón y del soltar, ya no hay contención en lo que se siente pero tampoco una necesidad de volver, el dolor sigue ahí pero hay luz adelante, un deseo honesto del bienestar de la otra persona y el propio como un justo recordatorio del amor. El comienzo del fin de este proceso. “Desde el four points de la Roma te extraño, no me lo iba a callar, cuando se trata de nudos… que bien se nos da”.

Blancos fáciles sin lugar a dudas la canción más floja del disco, no propiamente porque le faltara algo sino porque es una crítica hacía afuera en un disco que va tanto hacia adentro. Entiendo la comparación de decir “soltemos el ego y el vicio de los likes” pero siento que es una canción que bien podría no estar y no pasaría mucho, aunque como preludio al cierre es muy bueno.

Inertes Esta canción se siente como un despertar después de una noche terrible, es el proceso en el que uno, ya sanado, ya con las heridas cicatrizadas se da la oportunidad de relacionarse desde lo sano, una canción para dedicar a quien vamos conociendo y queremos que sepa que es en serio y especial lo que se va viviendo. “Túmbate en mi vientre y luego tápate los pies”.

Llegará el cierre de disco y de ciclo, ya las respuestas que no fueron no importan, ya el dolor se va yendo, ya solo nos queda el deseo de paz y de tranquilidad. “Ya no quiero más nada, tan solo necesito bosques y campos que me traigan calma”. Ese momento en el que la guerra terminó y no queda más anhelo, ni dolor ni esperanza en el pasado. Solo la búsqueda de la calma presente y futura; calma que, Llegará.

A lo largo del disco el símil más presente es el de “aullar”, Leiva nos ha traído antes canciones como “lobos” en donde nos deja ver que es un animal muy simbólico para él, este aullar no es más que una forma embellecida de llamar al llanto, en cada canción a corazón abierto podemos encontrarla y con ello notamos y sentimos las lágrimas sobre las cuales se construyó “Cuando te muerdes el labio”. Un disco de dolor en el que nuestro dolor se ve reflejado y se puede conectar. Aullemos con el dolor de Leiva.

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