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Acercamiento a la desigualdad y pobreza en América Latina

Por Ankaret Alfaro

El avance por reducir los niveles de pobreza y desigualdad es un compromiso pendiente de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que asumieron todos los países de América Latina y el Caribe. No es un secreto que la región latinoamericana se caracteriza por haber tenido un devenir histórico y social profundamente marcado por la desigualdad estructural, en donde no se ha logrado obtener resultados óptimos en cuanto los niveles redistributivos y de inclusión a pesar de los esfuerzos para desarrollar políticas y proyectos dirigidos al desarrollo social.

Las consecuencias de la desigualdad no se encuentran únicamente en la esfera económica, sino que repercute en procesos sociales trayendo consigo mayor estratificación social y diversos conflictos que terminan en casos de violencia social y política.  Así, lo injusto que resulta la desigualdad, radica en que las oportunidades para mejorar la situación social y económica de las personas se presentan desigualmente: esto es más notorio con los casos de las personas que se encontraban previamente en posiciones de privilegio por lo que se encuentran en la cúspide del estrato principalmente a partir de herencias.

De esta forma es fácil observar que la desigualdad no afecta específicamente en la individualidad sino a toda la esfera social en su conjunto y así, el desarrollo sostenible se establece a partir de las dimensiones -interrelacionadas- económica, social y medioambiental. Es sumamente importante reconocer la complejidad de las características de la desigualdad en América Latina para así favorecer a la creación de políticas encaminadas al desarrollo sostenible.

Se debe saber que la pobreza no sólo es el resultado de las consecuencias económicas ligadas al ingreso y consumo, sino que también se deben tomar en cuenta nociones de privación relativa, capacidades, vulnerabilidad, activos, estructura de oportunidades y exclusión para entender la multidimensionalidad de la pobreza y comprender su relación con la polarización, diferenciación y desigualdad sociales. En ese sentido, la pobreza no es un estado limitado a una situación estática cuantitativa sin devenir, sino es un proceso que “genera una progresiva fractura de los lazos que tejen la relación individuo-sociedad”. Por eso, la pobreza es además de relativa, construida socialmente.

Para justificar lo anterior, se deben analizar los aspectos materiales y simbólicos (o discursivos) de la pobreza para entender cómo es que están construidos no sólo como una categoría social, sino también cómo el estigma se integra con esa construcción.

El concepto de “cultura de la pobreza” es bastante popular, pero esto sólo ha alimentado esos estigmas y estereotipos que se relacionan con los pobres. Pero por su parte, Oscar Lewis desarrolló un panorama más amable y complejo disintiendo con la propuesta anterior, para comprender la forma en que los agentes culturales moldean y también son moldeados por la propia pobreza y la desigualdad.

“En lugar de ‘tener una cultura’, los individuos existen en el contexto de, responden a, usan y crean símbolos culturales a través de los cuales dan sentido a sus vidas: cuestiones que lejos de ser respondidas a priori, construyen un problema a ser investigado “ Es así como no sólo se trata de cuestionarse los por qués de la pobreza sino en problematizar las condiciones y profundizar en las dimensiones que además abarcan a los otros grupos sociales y a las instituciones en donde se relacionan junto con todas sus esferas en conjunto con la pobreza.

CEPAL, La matriz de la desigualdad social en América Latina, ( Santiago, 2016)

  • María Cristina Bayón, Hacia una sociología de la pobreza: la relevancia de las dimensiones culturales, Estudios Sociológicos, vol. XXXI, n° 91, 2013

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