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El México que siempre fue

por Rodrigo Chávez

¿Cómo llegamos a esto?, ¿cuándo perdimos la empatia o la humanidad? Son preguntas que saltan siempre, que escuchamos horrorizados a través de los medios de comunicación, de los casos impactantes sobre feminicidio, sobre ejecuciones, represión a manifestaciones o sobre casi cualquier cosa.
Pero, ¿cuándo no ha sido?, ¿cuándo fuimos distintos? ¿Es acaso que fuimos distintos hace 500 años cuando las mujeres eran emparentadas por relaciones comerciales entre españoles? O quizá añoramos la época independentista en la que la lucha incluía el despojo de la dignidad de los cuerpos femeninos o en la época de la lucha por la república en la que la mujer fue intencionalmente borrada de la historia… 

¿Extrañamos el período pre revolucionario en el que se podía pagar con las mujeres las deudas en las tiendas de raya? O quizá extrañamos la época de la revolución en la que Villa entraba a los poblados violando mujeres y secuestrando niños para hacerlos parte del ejército.

Quizá nuestra mente se enfoca en los períodos del priato en los cuales todo era mejor, existió un aumento económico y las mujeres sólo podían dedicarse al hogar y al cuidado de los hombres y niños, ¿nos referimos a caso a la época del cine de oro?, sí, esa bella época en la que la violencia familiar era común, el acoso callejero era un halago y secuestrar a una niña de entre 13 y 15 años de los pueblos era la mejor forma de conseguir esposa. No, más reciente, tal vez hablamos de los 50 o 60 cuando los códigos civiles contemplaban el sexo como una obligación matrimonial, y por ende, el consentimiento quedaba anulado, las violaciones eran vistas como parte del matrimonio y el aborto o el uso de métodos anticonceptivos era impensable, ¿no es ese México el que extrañamos?, seguro extrañamos las décadas de los 70 u 80 en los que las mujeres comenzaron a integrarse fuertemente a la fuerza laboral en puestos muy pequeños y el acosar a las secretarias o imponer cuotas de sexo para permitir una mejora salarial o un mejor puesto eran una realidad aún más fuerte, ¿extrañamos los 90 o principios del 2000?, claro, ¿cómo no extrañar esa época en la que los medios y la sociedad le exigían a las mujeres mayor apertura sexual, más sexualizacion de sus cuerpas y una disposición mayor a satisfacer las "necesidades" sexuales de los varones. 
 

Nooo, el 2010 con la entrada del Internet y la pornografia al alcance de un clic, extrañamos el acceso a la violacion grabada, extrañamos poder presumir el tipo de pornografia que consumimos, violaciones, vejaciones, cuerpos irreales y poca o nula veracidad, extrañamos ver como gira alrededor de nuestros penes y concebir el sexo como un instrumento de dominación y autosatisfaccion masculina. 

¿Extrañamos eso que también fue México?, o sólo extrañamos la sensación de que todo está bien porque es <normal>, quizá extrañamos que no se hable de feminicidio, porque antes podíamos disponer de las cuerpas a nuestras anchas sin siquiera pensarlas como humanas; quizá extrañamos tener la impunidad social de presumir las violaciones, la explotación sexual, y el macro machismo como medallita de premiación. 
 

¿Cómo llegamos a un país con 11 feminicidios diarios sin que nos duela?

Pues así… Sin movernos, sin cuestionarnos, sin darnos cuenta que ese chiste sobre el cuerpo de una mujer la cosifica o le destroza el autoestima, así, cuando, en un café, le platicas a tus amigos hombres como es que emborrachaste a alguien y después te la cogiste, cuando utilizas la presión social para pasarle por encima al consentimiento de una mujer que no siente interés en ti. Llegamos sin movernos, llegamos golpeándonos entre hombres porque mi mujer es mía y, como propiedad privada, no puede ser vista ni entablar relaciones con otro hombre, así, cubriendo a los amigos para que alguno pueda acostarse con alguien más y encima no tenga intención de protegerse porque es demasiado hombre como para usar condón, llegamos aquí tocandolas en el metro, clasificando el tamaño de los senos o traseros de nuestras compañeras de trabajo o de la escuela, llegamos aquí manipulando a nuestras parejas para tener sexo, llegamos aquí golpeando paredes, aspirando a ser Mauricio Garces, pagando por sexo, buscando que la mujer de nuestros sueños sea virgen para poder <partirla> nosotros mismos, llegamos acá diciendo que las niñas no parecen niñas y vitupereando a los hombres que se acuestan con menores de edad. 

¿Cuándo es que México no ha sido lo que es hoy?

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