Las morenas
Ana Lucía Méndez González
Llegando la flaca
a la ciudad, busco por los canales,
y las calles,
por las avenidas concurridas y las zonas vacías.
Pregunto a uno y a todos, que tienen el mismo rostro
“Disculpe usted caballero, ¿Sabrá dónde están las morenas?
Que reviso y aviso, pero no veo
a ni una de las almas en pena”
los machos solo la ignoraban,
la flaca seguía buscando a sus hermanas.
A muchas se las llevo de sus antiguas casas,
a otras las recogió de terrenos olvidados,
muy pocas la buscaron,
pero la gran mayoría ya la esperaba sin saberlo,
niñas y madres, con abuelas, hermanas, tías,
ni a las maestras o enfermeras dejo solas.
Busco en los cerros altos y las planicies vacuas,
en las costas se encontró con sirenas ahogadas,
vio a las brujas que ya no pudieron volar,
las serpientes despojadas de su piel.
Los hombres le escriben cartas,
Le quieren mandar flores y pedirle
que deje de buscar a sus hermanas,
le dicen que se calme, porque le conviene
le dicen a la flaca que se vaya
y deje de poner los rostros de sus hijas en las paredes,
que si no se apacigua a ella también se la van a llevar