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¿Y el nuevo orden?

Por Rodrigo Chávez

Hace algunos días, el director Michel Franco presentó galantemente el tráiler de su nueva película titulada “El nuevo orden” en el que se representa de una manera poco seria la problemática de clases sociales en México, llega incluso a caricaturizar a las personas racializadas a un punto tan denigrante que los hace parecer zombis.

Con la llegada del tráiler hubo algunos defensores de Franco que sostenían debíamos ver la película completa antes de hacer alguna crítica apresurada y deberíamos, como espectadores, darle la posibilidad de demostrarnos cuál era el sentido de la película completa. No obstante, pudimos ver durante el día de ayer una entrevista en la que el director dice que “denunciar el racismo y utilizar términos como whitexican es sumamente racista”, con esta declaración Franco no solo minimiza una problemática compleja e histórica igualando un sistema completo de opresión sobre las personas afrodescendientes en México y el mundo, Michel no solo se desnuda como una persona ignorante en las temáticas sociales, sino que termina de derrumbar la defensa sobre el filme pues si él tiene una perspectiva tan reduccionista sobre el racismo no podemos esperar que la película aborde un tema igual de complejo de una forma seria.

El problema del director de “el nuevo orden” no es algo exclusivo de él ni algo propiamente nuevo en la vida pública, hemos visto a muchxs autorxs de diversas piezas artísticas tratar de desligarse de temas polémicos a través de una falacia tan lamentable como lo es “separar obra de artista”, cuando uno se dedica a crear lo que sea pero en específico cuestiones culturales uno debe asumir la responsabilidad de lo que su obra emana, porque el proceso de estas creaciones provendrá siempre desde una perspectiva personal. Estas columnas son un gran ejemplo de esto, no podría desligarme de lo publicado en este espacio cada jueves, pues a pesar de que las columnas pertenecen a quienes deseen adueñarse de mis palabras y llevarlas a los ámbitos más recónditos de su vida he sido yo, Rodrigo, el que un día sentado frente al ordenador y motivado por mis ideas, mis pensamientos y mi deseo de expresarme ha creado estos textos. Mis columnas, igual que las películas de Franco o las pinturas de Goya o las canciones de Michael Jackson, tienen un porqué, motivado desde nuestra perspectiva más individual que existe y es por eso mismo que nuestras obras son una extensión de quienes las crean. Desligar a sus autores de las obras no solo es equívoco, se vuelve peligroso en casos como los de los músicos y escritores denunciados a través del movimiento #MeToo, precisamente la idea de que la obra de alguien es algo alejado y misteriosamente ajeno al individuo permite que aquellos que han usado su poder o influencia en los diversos medios de creación para violentar a las personas sigan teniendo un espacio privilegiado que les permitirá seguir replicando las dinámicas de violencia.

Uno no necesita leerse los libros o escuchar abiertamente cada uno de los discursos de Adolf Hitler para determinar que su ideología era peligrosa para quienes no eran como él, no podemos separar la obra del artista en este caso, y no deberíamos hacerlo realmente con nadie. Michel Franco tiene una visión racista y clasista sobre la sociedad mexicana en la que cree que las personas pobres son incivilizadas, poco inteligentes y lo único que quieren es “vengarse” de las clases más acaudaladas y con esos discursos puestos sobre una película de desigualdad se convierten en una manera de validar a quienes creen que deben exterminarse a los pobres, que deben quemarse en el zócalo a quienes votan por algo contrario al status quo de las minorías privilegiadas.

Ver o no “el nuevo orden” está en nuestra decisión, pero siempre es bueno observar lo que rodea a las cosas incluso con más detalle que las mismas obras, a final de cuentas las obras nos dejarán ver una pequeña parte de lo que es su autor.

No podemos, ni debemos justificar la discriminación, el racismo y el clasismo solo porque vengan en formato .MP4 con una gran cantidad de publicidad y un combo de palomitas y refresco en nuestro cine de conveniencia, Michel Franco es un raciclasista y debemos ver sus obras como un intento de validar su postura personal.

Somos lo que creamos y creamos lo que somos.

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