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La señora de las plantas

Por Melissa Cornejo.

Puedo comenzar esta columna diciendo con absoluta certeza que la llegada de la pandemia marcó un antes y un después en la vida de todos. En mi caso, a pesar de las pérdidas irreparables y la angustia, decidí embarcarme en la misión de encontrar belleza en las cosas pequeñitas porque tenía claro que era la única manera de mantener la cordura en momentos tan inciertos. 

En este camino que a veces era como un apacible paseo al atardecer, y a veces era más una carrera endemoniada, terminé enamorándome de las plantas. Esto no quiere decir que antes no me gustaran o que nunca antes hubiera regado una maceta, sino que nunca había logrado relacionarme desde este sitio con esos maravillosos seres; aprendí a leerlas, a entender sus señales, a memorizar las necesidades de cada una y a verlas como compañeras, más que como simple decoración.

Hace unos días, antes de saber que escribiría al respecto, reflexionaba que más que comprar plantas, las adoptamos, porque llevar una planta a casa implica buscarle un lugar donde obtenga los recursos que necesita para crecer: aire, luz, sol, agua; implica dedicarle tiempo cada semana para limpiar sus hojas, regarla, ponerle fertilizante, etcétera; implica aprender a reconocer las señales a tiempo: ¿tiene plaga?, ¿se ve triste?, ¿necesita más luz, o menos agua, o más fertilizante?; implica, sobre todas las cosas, reconocer en ella una compañera que comparte nuestro espacio, que no es simple decoración, sino que crea un ambiente distinto con sólo estar ahí sentadita arriba de nuestro escritorio.

 Por otra parte, he descubierto que regalar plantas es una de mis más grandes muestras de amor, porque para mí se traduce a pensar cuidadosamente en las características de la persona para encontrar una planta con la que será compatible en cuestión de tiempos, estética, cuidados y espacio.

Samantha Jones, (sí, el personaje de Sex And The City), alguna vez dijo que las mujeres con velas aromáticas habían reemplazado a las mujeres con gatos como el nuevo estereotipo de adulta sola y triste. Ahora hay quien piensa que las mujeres con plantas somos “eso” desde el estereotipo de “señora de las plantas”, y yo diría que sí, que está bien. Que cuidar de otros seres vivos implica tiempo y madurez. Soy la señora de las plantas. Lo pago. 

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