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LIBERTAD

POR ELSA FLORES HERNÁNDEZ

No sabemos cómo vivir, es cierto. No sabemos lo que es la libertad porque no logramos sentirla, aunque los hombres hablen de ella.

Acaso la libertad es que te chiflen en la calle, porque es la manera en la que la sociedad justifica su aprobación al dejarte vestir como quieres; tal vez la libertad también es que te paguen menos porque se te ha dado un espacio de igual con ellos. La libertad patriarcal es esta que dan cuando te matan después de una fiesta, porque ya pudiste salir a divertirte, pero siempre debes de pagar una cuota.

Todos hablan de nuestra libertad, pero nadie comenta lo mucho que duele.

Duele darse cuenta del nombre verdadero de las cosas; que eso que te obligaba a hacer tu pareja es violación, y que cuesta verse como víctima porque entonces te das cuenta lo mucho que te has roto; las veces que te llamaba loca siguen retumbando en tu cabeza y a veces te preguntas si realmente lo estás, o intentas controlar todo lo que nace de ti porque si no, entonces ya eres una histérica exagerada.

Duele saber el nombre real de las cosas, ver como tu libertad se esfumó la primera vez que te arrinconó sujetándote fuerte de la cintura para que no pudieras moverte, y comenzó a besarte el cuello diciendo que fueran a la cama, tú y yo, tan paralizadas porque sabemos que se enojará si le llevas la contraria, se enojará y gritará, gritará y forcejeará contigo hasta que entre sollozos termines cediendo, porque si no lo haces, puedes terminar golpeada o hasta asesinada, ya que él, en esos momentos, está posicionándose ante tu vida.

Intentas encontrar un poco de él en sus pupilas, pero el túnel que muestra parece no tener fin; es frío y lejano como esos abrazos que te da. Y te preguntas cuándo el mundo se volvió así, o más bien, cuándo tú lo hiciste. Te vas dando cuenta lo poco que te conoces cada que te miras en el espejo, porque ahora tú cuerpo parece ya no ser tuyo.

Nuestra libertad es solo una mentira sistemática para seguir favoreciendo a que los hombres sigan ejerciendo violencia hacia nosotras; seguimos moviéndonos dentro de los parámetros que ellos nos dan porque si decidimos construir nuestra libertad de la misma forma que ellos han construido la suya, se darán cuenta que no seremos sometidas nunca más. Esto lo vemos reflejado, hoy en día, en los espacios que hemos estado recuperando las mujeres organizadas, notamos como se molestan al vernos juntas para reír, bailar, llorar y vivir sin ellos. Nos trenzamos el cabello mientras hablamos de las veces que nos han seguido a casa, y mientras sufrimos somos abrazadas para sanar esta vivencia que compartimos.

La libertad que exigimos en cada movilización de mujeres es símbolo de nuestra resistencia al vivir en un país como México, porque el hartazgo ha llegado a la vida de todas nosotras para comenzar a buscar la manera de enfrentarnos a un sistema patriarcal que busca la manera de mantenernos sumisas y olvidadas. Nos entorpecen cada paso que queremos dar y hemos optado por arrebatar cada deseo nuestro que ha sido puesto es lista de espera. No esperamos su aprobación para seguir viviendo libre, atrevidas y locas. No volverá a doler nunca más.

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