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El positivismo en México, según Leopoldo Zea

Por Ankaret Alfaro

Leopoldo Zea aborda la manera en que un grupo social concreto en México, (llamado social burguesía por Justo Sierra y a quienes refiere el triunfo de la reforma constitucional, a los liberales o burgueses, quienes llegan al poder a través de la restauración de la república), toma como expresión principal al positivismo mexicano. El positivismo se entendió como una filosofía de la ciencia revolucionaria que iba a dar las bases para el surgimiento de nuevas generaciones de pensadores o científicos. El autor llama “filosofía combativa” a la filosofía de los enciclopedistas franceses mediante la cual se enfrentaron a sus contrarios; “es a esta etapa de la burguesía mexicana a la que se le puede llamar del jacobinismo. Los principales dirigentes del movimiento llamado de reforma fueron Jacobinos. Entre ellos se destaca Melchor Ocampo”[1] Posteriormente a su triunfo, la consideraban peligrosa al “alentar a otros grupos sociales a solicitar o exigir los derechos que ellos reclamaron contra la clase conservadora. Aquí surge una segunda etapa de la burguesía en México.”[2] Asigna a esta etapa como la “etapa del orden”, pues al obtener el poder “era menester una filosofía de orden”[3] para afianzar ese poder, y esta era justo el positivismo.

 

El positivismo pretende adquirir un valor universal como sistema filosófico, para abordar soluciones a problemas filosóficos básicos que se ha planteado el hombre, sin hacer diferencia por la temporalidad, el espacio o geografía. Pero en este caso, se volvió el frente de conflictos políticos.

Después de que aquellos reformistas alcanzaran el poder, quisieron establecer “el orden” de manera fija, por lo que quisieron mantenerlo en lo más profundo del imaginario mexicano, afirma que era esencial un pensamiento que funcionara como base “a todo acto real, a toda realidad política y social”[4]

 

Leopoldo Zea, afirma que fue Gabino Barreda el encargado de preparar a la juventud que en el futuro dirigiría al país, jóvenes burgueses cuyo instrumento ideológico de base sería el positivismo, pues ahí encontró “los elementos conceptuales que justificasen una determinada realidad política y social, la que se establecería la burguesía mexicana”[5] En ese sentido, “Se ve cómo Barreda aparece como el educador de una determinada clase social, y cómo el positivismo no es otra cosa que un instrumento al servicio de esa educación”[6].

 

El autor menciona una supuesta “anarquía social” a la que Barreda se tuvo que enfrentar, comparándola con la situación de Comte; pues los burgueses mexicanos tuvieron que enfrentarse en ese “periodo combativo” con otra clase social privilegiada; los conservadores, acuerpados por los grupos militares y clericales (los ya mencionados jacobinos) quienes no aceptaban y luchaban en contra del orden establecido.

La burguesía mexicana utilizó las bases del pensamiento positivista como ideología revolucionaria y combativa que iría en contra de los conservadores, queriendo demostrar que no había una base en la ideología de estos que fundamentara que había quienes no merecían los mismos -privilegios-. Justo llama mi atención que Leopoldo Zea no se refiera a una reivindicación de derechos, sino a una lucha por obtener privilegios políticos que estaba injustificado que únicamente merecieran la parte conservadora, pero una vez que los burgueses alcanzaron el poder, se encontraron con un nuevo “enemigo”, “formado por los viejos liberales, por los hombres que habían sostenido la anterior tesis de la igualdad social, y que no veían en el grupo vencedor sino un grupo más, dueño del poder. La burguesía mexicana tuvo que enfrentarse en su fase constructiva con los antiguos liberales que otrora le sirvieran de instrumento, se tuvo que enfrentar con la ideología jacobina que antes le sirviera para destruir la ideología conservadora”[7] En ese sentido, los conflictos que perseguían a los conservadores ahora perseguían a quienes seguían sosteniendo las ideas de los jacobinos.  “El positivismo, aunque de origen ajeno a las circunstancias mexicanas, fue adaptado a ellas y utilizado para imponer un nuevo orden”[8] En México, quienes adoptaron las bases del positivismo, lo hicieron de acuerdo a los conceptos de Comte y los interés de los burgueses respecto a la nación; en este caso específico persiguiendo la noción de progreso de Comte: “en este caso el progreso de la historia de México estaba representado por tres etapas, por tres estados: el estado teológico, el metafísico y el positivo”[9]

En primer lugar, el estado teológico, que refiere a la etapa en la que el clero y la milicia dominaban la política y la sociedad; esta etapa fue sustituida posteriormente de entrar en un estado combativo por el orden positivo, por lo que se convierte en el estado metafísico en donde las batallas entre liberales y conservadores son protagónicas en el país, finalizando así en el triunfo de los burgueses a partir de que el partido de la Reforma resultara victorioso. Consecuentemente, siguió el estado positivo, encarado por Gabino Barreda, era el sustituyente de los antiguos estados de “orden teológico y desorden metafísico”. Fue entonces, que los positivistas tuvieron que enfrentarse a aquellos grupos conservadores que se aferraban a las antiguas ideas que amenazaban con restaurar el antiguo orden y por otro lado a los liberales jacobinistas, que no estaban de acuerdo con el nuevo orden. De esta manera, en México, los positivistas utilizaron las ideas que Comte usó provocando la Revolución Francesa para combatir a esos dos grupos de liberales y conservadores.

Leopoldo Zea, también compara la utilidad de las ideas positivistas en Europa y México, haciendo relación al enfrentamiento de la burguesía mexicana y europea, por lo que se hizo una adopción de esas ideas en México; “Esta semejanza de circunstancias hizo que la burguesía mexicana se encontrase reflejada en las ideas expresadas por la burguesía europea, identificando su desarrollo con el desarrollo de ésta y su progreso con el progreso expresado por el positivismo de Comte”[10] Su relación es que las dos burguesías querían instaurar su orden.

Los positivistas mexicanos, de la misma manera que Comte, se dieron cuenta que los ideales se alejaban de las circunstancias; a pesar de que en un inicio el estado positivo se identificó con el “progreso” del país durante la dictadura porfirista, se dieron cuenta que se desviaba, pues ya no solo servía como medio de expresión burguesa sino les servía de herramienta en algunas circunstancias, pero durante el devenir de estas, las ideas fueron identificándose como “estorbo”. “De aquí la hostilidad encontrada por el positivismo en el mismo seno del porfirismo. Por un lado había de marchar la burguesía mexicana con sus intereses y por otro los positivistas mexicanos y sus ideales.”[11]

Fue entonces que los burgueses mexicanos utilizaron sólo lo que estuviera de acuerdo con sus intereses del positivismo y además de estar en contra, combatir las ideas que a pesar de pertenecer al mismo positivismo, estuvieran en contra de aquellos intereses.

“De aquí ha de resultar la doble fase del positivismo puesto al servicio de un grupo social identificado con el porfirismo, (…) y un positivismo ideal, que no pudo realizarse porque las circunstancias mexicanas no lo permitieron.”[12]

 

Como había mencionado, el método positivo en el país se utilizó con fines políticos y de índole social, ejemplifica con el Ensayo sobre los deberes recíprocos de los superiores y de los inferiores de Miguel S. Macedo en el que se abordan teorías respecto a las relaciones entre superiores e inferiores en la que se revela la ideología de aquellos que llegan al poder, lo que yo entiendo y me parece evidente es la creencia relacionada a las obligaciones de mandar y someter, pero todo justificado en “sirviéndose de lo que llaman la aplicación del método positivo a problemas como el de las relaciones entre los superiores y los inferiores”[13]

 

La anterior tesis aborda tres distintos tipos de relación entre los “superiores e inferiores”; la primera la nombra “por razón de afecto”, otra por inteligencia “en la que sitúa Macedo a la clase que llama contemplativa; y una superioridad por fuerza práctica”[14]

 

En primer lugar, aborda la superioridad por “razón de afecto”, en la que menciona que Macedo nombra como la más elevada “porque el corazón, dice, parte todo impulso a la humanidad”[15]  Posteriormente aborda la riqueza como otro tipo de superioridad, “La posesión de la riqueza hace posible que dicha el que dicha clase ofrezca grandes servicios a la humanidad. El rico tiene por dicha razón capacidad para hacer el bien social. Es ésta una razón por la cual puede considerarse al rico como socialmente superior ya que posee una cualidad que no posee el pobre, cualidad que se deriva de su riqueza”[16] (Argumento que como mencioné antes, los positivistas vieron amenazados gracias a las ideas liberales y democráticas)

Por otro lado también menciona la superioridad respecto al mando (o el someter en lo que a mi opinión respecta) “(…) por lo que se refiere al mando, cuyas obligaciones reduce a la de que los superiores por el mando tienen la obligación y el deber de lograr el beneficio de sus semejantes empleando su poder y mando en servicio de la humanidad. Frente a este, la obligación del inferior es la de obedecer y de respetar al superior en el mando.”[17] Por otro lado aborda la superioridad por sabiduría, también relacionado al sometimiento de quienes no tienen el mismo nivel de conocimiento que los burgueses positivistas.

[1]  Leopoldo Zea, El positivismo en México. Nacimiento, apogeo y decadencia (México: Fondo de Cultura Económica, 1993), 46.

[2] Ibid. P 47

[3] Ibid. P 47

[4] Ibid. P 47

[5] Ibid. P 47

[6] Ibid. P 47

[7]  Ibid. P 48

[8]  Ibid. P 49

[9] Ibid. P 49

[10]  Ibid. P 50

[11] Ibid. P 50

[12] Ibid. P 50

[13] Ibid. P 166

[14] Ibid. P 167

[15]Ibid. P 167

[16]Ibid. P 168

[17] Ibid. P 171

Bibliografía:

  • Zea, Leopoldo. El positivismo en México. Nacimiento, apogeo y decadencia. México: Fondo de Cultura Económica, 1993.

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