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La reforma del sexenio

Por Rodrigo Chávez.

El tema energético es, probablemente, uno de los temas que más repercusión social tienen. No solo en el respaldo o repudio que pueda haber como sociedad a las modificaciones en la ley de dicho sector sino en la cotidianidad. Son los energéticos los que durante el siglo pasado permitieron que existiera un estado de bienestar en México, fueron los energéticos los que sostuvieron financieramente al país. Por decirlo de forma más clara, fue el petróleo el que permitió todos los avances económicos durante el siglo XX.

Todo esto retrocedió hasta llegar a un punto casi de quiebra con el cambio del modelo económico, el neoliberalismo privatizó cuantas empresas pudo pero las estratégicas no podía subastarlas como lo hizo con todas las demás a PEMEX y CFE las condenó a un ahogo presupuestal, las subdividió hasta el ridículo y dejó de invertir en innovación y en actualizar el equipo necesario hasta que en el 2013 por fin consiguieron decir que era obsoleto nuestro sector energético y así abrirlo al capital privado tanto extranjero como nacional.

Cuando se propuso la reforma energética por Enrique Peña Nieto un sin fin de organizaciones y la población en general mostró un gran descontento por la entrada de los capitales privados en PEMEX y CFE, la promesa del nuevo PRI para calmar el clamor popular fue que con la llegada de las empresas privadas se disminuirían los precios para los consumidores y se lograría generar más y mejor electricidad y petróleo, está demás aclarar que esto no sólo no sucedió sino que se vivió una alza sostenida en los precios.

Durante estos casi 10 años el capital privado no ha logrado subsanar los problemas de abandono y atraso en ambas empresas así como no han conseguido cumplir una sola de las promesas hechas para aprobar la reforma, los únicos que verdaderamente ganaron de la entrada del capital privado fueron los legisladores en 2013, por ejemplo Ricardo Anaya quien recibió millones de pesos en sobornos para que la bancada del PAN avalara el atraco.

La propuesta de una reforma energética a tan poco tiempo de la anterior tiene como propósito claro limitar la participación privada en uno de los sectores que más pueden afectar la economía de las familias mexicanas. Desde luego que la oposición, beneficiada de la entrada privada a las empresas estatales, ha pegado el grito en el cielo y ha emprendido una batalla de desinformación tremenda.

Felipe Calderón, consultor de Iberdrola, Vicente Fox, dueño de plataformas petroleras y los siempre traidores panistas han dicho que la reforma propuesta en este sexenio es un retroceso pues es volver al control del Estado en el tema pero olvidan mencionar que no se está buscando sacar completamente la participación privada, omiten por conveniencia que el 46% del mercado de generación eléctrica en México corresponde al 100% del sector argentino, por ejemplo. Olvidan mencionar cómo es que Iberdrola y otras empresas privadas tienen ahogado a Europa en precios inaccesibles para la mayoría de la población.

La reforma eléctrica se comenzará a discutir la semana siguiente y es, sin lugar a dudas, la reforma más importante del sexenio. Una reforma que busca recobrar la dignidad de la nación a través de uno de los sectores elementales con influencia directa en la economía de las familias.

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