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A mi manera

El caso Bolivia.

Por: Jorge Kahel Ruizvisfocri Virgen.

Los logros de Evo Morales como presidente de Bolivia son incuestionables. Durante su mandato, se registró un crecimiento económico sostenido, producto de una política de nacionalización de sectores estratégicos, alianza con empresarios y un aumento en el precio de las exportaciones que Bolivia realizaba. El Producto Interno Bruto de Bolivia creció con una tasa sostenida del 4% y se redujo la pobreza extrema y el desempleo. En materia social, promovió el incremento salarial para aumentar la capacidad adquisitiva de las personas, la inclusión de las comunidades indígenas para formar un Estado Plurinacional, el reconocimiento efectivo del carácter del agua como un derecho humano y el reconocimiento de los derechos humanos de las minorías.

Sin duda, las políticas exitosas de Evo Morales en crecimiento económico e inclusión social lo volvieron un referente para la izquierda internacional y crearon expectativas para replicar el modelo en otras latitudes.

Entonces, ¿Por qué cayó un presidente así?

El problema de Evo Morales fue el poder. A pesar de sus logros sociales, su gran error fue mantenerse en el poder violando la democracia y la constitución de Bolivia; pues aunque la constitución boliviana prohibía que un ciudadano fuera electo presidente más de dos veces, Evo Morales fue reelecto por cuarta vez presidente en las últimas elecciones.

Los artificios que Evo Morales utilizó para no abandonar la presidencia fueron varios, desde interpretaciones tramposas de la Constitución de Bolivia hasta desafiar abiertamente los resultados de un referéndum que el convocó. En 2015 Evo Morales se presentó a elecciones, y aunque ya había sido presidente dos veces, argumentó que, como se había aprobado una nueva Constitución, podía reelegirse para un segundo periodo con la nueva Constitución. En ese momento, el Supremo Tribunal boliviano le dio la razón y se sometió a la voluntad de Evo Morales, quien se reeligió por tercera ocasión y erosionó el orden legal boliviano.

En 2016, Evo Morales busco preparar el camino para reelegirse una vez más y convocó a un referéndum para aprobar una modificación a la constitución que le permitiría competir para ser presidente de Bolivia por cuarta vez. Sin embargo, el 51% de los votantes votaron en contra de la reelección de Evo Morales para otro periodo, y la respuesta del presidente no se hizo esperar: mediante los legisladores de su partido promovió una demanda donde acuso que la traba constitucional de la reelección, que el mismo propuso, era una violación a su derecho humano de participar políticamente en la vida de su país. El Supremo Tribunal de Bolivia, en claro contubernio con el poder en turno, declaró que la no reelección era efectivamente una violación al derecho humano del presidente, desoyendo la voluntad popular volcada en el referendo.

Y la última elección a la que se presentó Evo Morales fue tan irregular como la jurisprudencia que lo permitió. Como si fuera una burda imitación del fraude que Manuel Bartlett y Carlos Salinas operaron en contra de Cuauhtémoc Cárdenas y la izquierda mexicana en 1988, el sistema de conteo de votos en Bolivia se cayó y las autoridades electorales declararon presidente una vez más a Evo Morales. Y el resto de la historia la conocemos: el ejército y la policía se rebelaron tácitamente contra el gobierno mientras que las calles de un país otrora pacífico y próspero se llenan de violencia política y racismo.

La enorme crisis en Bolivia se dio porque Evo Morales se reeligió mediante artificios legales y fraude electoral. Sin embargo, la oposición es igualmente peligrosa para Bolivia, pues se ha hecho con el poder gracias al cuartelazo de las fuerzas policiales, las amenazantes “sugerencias” de las fuerzas armadas y la autoproclamación de una presidenta interina al margen de la constitución. A pesar del fraude de Evo Morales, eso parece un golpe de estado.

El gran problema en Bolivia es que todos los actores pervirtieron a la democracia y las leyes. En un contexto así, no hay modo de confiar en ningún resultado y lo que le espera a Bolivia son manifestaciones y luchas callejeras entre bandos irreconciliables, que pelean una lucha imposible de resolver mediante la justicia. Si Bolivia no recupera la fuerza del derecho, será destruida por el derecho de la fuerza.

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