top of page

¿Quién me cuida?

Por Elsa Flores

Como mujeres, los roles que se nos imponen para la vida son inculcados desde que nacemos. La forma en la que nos hablan, nos tratan, nos enseñan, nos callan y nos prohíben es como nosotras apropiamos y normalizamos poco a poco este patriarcado. Uno de los grandes pilares qué es importante trabajar y nadie nos dice que es prioridad para nosotras, es el autocuidado.

Ya contamos con todo este aprendizaje que asocia en automático nuestra respuesta ante situaciones donde los que nos rodean se sienten vulnerados, dejamos a un lado las cosas que estemos haciendo para poder dedicarles tiempo a reconfortar y sanar. Vaya, que procurar a las personas que queremos no está mal, pero si está mal que nos obliguen hacerlo con un padre machista y violento, con un hermano que esperan a que les sirvas de comer, con ‘’ amigos’’ que solo te buscan para contarte lo que sienten y minimizan tus sentimientos, con un novio que te hace alejarte de tus amigas, etc. Porque es algo tan arraigado a nosotras que nos sentimos obligadas a querer empatizar con ellos y que se sientan escuchados, amados e importantes, porque si no lo hacemos nosotras ¿quién?, somos las únicas a las que se nos impone lidiar con sus emociones, sentimientos, pensamientos y acciones antes que las nuestras. Al final de cuentas, una elige a las personas que quiere y la forma en la que demuestra ese afecto, pero dentro del núcleo familiar es donde más se desgasta, e incluso, se invisibiliza el autocuidado y la autonomía de las mujeres.

Como madres, hijas y hermanas cargamos con una responsabilidad gigantesca, donde somos encargadas de mantener en orden todos los factores fuera del trabajo para que funcione lo demás. Una de las cosas importantes de entender y darle forma de acuerdo a nuestra historia, es que no nos corresponde hacerlo, así como nosotras aprendimos a lavar los trastes ellos también pueden, así como les ofrecemos un espacio lleno de amor y empatía para que ellos se encuentren consigo mismos también podemos ofrecérnoslo.

Soy un párrafo. Haz clic aquí para agregar tu propio texto y edítame. Es muy sencillo.Ya sé que suena muy fácil de repente revelarnos contra ellos, pero en realidad es un proceso bastante fuerte dónde no solo nos estamos enfrentando con toda una dinámica ya establecida, sino que también nos enfrentamos con nosotras mismas. Darnos cuenta de esta sobrecarga de trabajo que comienza afectar aspectos de nuestra vida a los cuales no les deseamos poner atención es doloroso, darnos cuenta que también el cuidado debe ser mutuo y que cuando una se enferma o le duele el corazón no tiene a nadie con quien recurrir para que te ayude a sanar, duele tener que masculinizarse en el trabajo para ser escuchada aunque en el fondo no seamos así, duele romper en llanto por las noches de tantos sentimientos que no comprendemos por la lista interminable de cosas que hacer en el día y no podemos salir a respirar un poco. Sí, antes del autocuidado duele reconocer y dimensionar que estas heridas, y que a veces, son bastante profundas.

El autocuidado es importante también para combatir el amor romántico, entre menos tiempos pasemos con nosotras más normalizamos estas actitudes y acciones violentas que nos cuestan la vida. Comenzamos dejando pasar un comentario sobre nuestro físico alimentando la baja autoestima que insiste tengamos el sistema, pensamos que si nos cela es porque nos ama y hemos sido tan poco dueñas nuestras que buscamos alguien tenga control de toda nuestra vida. ¿Quién nos cuida si no somos nosotras? Aprendamos a conocernos física, mental y emocionalmente para que podamos expresarlo con nuestras amigas y que el cuidado sea colectivo. Aprendamos a poner límites para mantenerternos saludables al construir todo los proyectos que tengamos en mente.

Somos mujeres, somo creadoras de vida y dueñas nuestras. Por la cuerpa nos recorre el sentimiento de ser de lo que quieren que no seamos, resistimos desde todos los espacios posibles para cuando lleguemos abracemos a mamá que no pudo cumplir sus sueños y nosotras al declararnos autónomas somos libres. Esas lágrimas provienen de nuestras ancestras que fueron golpeadas, rompemos con los matrimonios obligados de las abuelas. Nosotras decidimos por lo que necesitamos y deseamos,

bottom of page