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Nuestra Herencia

por Rodrigo Chávez

 

Hoy es 3 de octubre de 2019, ayer se cumplieron 51 años de uno de los episodios más crueles, ruines y lastimosos para la sociedad mexicana, 51 años de un día que está plasmado en la historia de la nación y la vida de quienes la habitan, 51 años de memoria colectiva, de lucha social y de exigencia de justicia.

No nos enfocaremos en los sucesos del 2 de octubre como un tema trágico que cambió el rumbo de nuestro país, hablemos, hoy, de lo que el 68 nos demostró, nos heredó y de lo que aún hoy es nuestra obligación preservar no solo en el imaginario colectivo sino de manera individual.


 

Comenzaré desmitificando una mentira repetida y aceptada de manera colectiva, el movimiento de 1968 fue todo menos estudiantil y sé bien que mi visión al respecto puede ser controversial pero, permítame explicar el porqué. Limitar lo sucedido en 1968 a un movimiento estudiantil es sectorizar, individualizarlo y finalmente poder minimizarlo, hemos de admitir que una de las críticas más duras del feminismo a las sociedades latinoamericanas es su tendencia a ser paternalistas y condescendientes, esto es real, uno de los fenómenos sociales más despreciables es el adultocentrismo, que es a grandes rasgos una cultura que desestima a niños, jóvenes y ancianos por cuestiones de edad, es centrar la razón en los adultos y creer que ellos llevan la verdad por sus vivencias, experiencia o por ejercer sus conocimientos pero el 68 vino a revolucionar nuestra concepción al respecto de la fuerza y voluntad de los jóvenes.

 

Los jóvenes de 1968 fueron los primeros en aprovechar el momento socio histórico que vivían y crecieron viendo nacer y morir protestas sociales que marcarían su forma de protestar y motivarían la organización social y la lucha no solo de sus intereses sino de los de su clase social, de su sociedad y sobre todo del momento mundial que vivían. Doce años antes del inicio de la movilización de los jóvenes existió un movimiento de profesores, ellos exigían mejoras a las condiciones laborales, el pago de su salario y el cese al acoso de los profesores que se incluían en las manifestaciones, ese movimiento social fue extinguido de manera violenta y apresaron a los líderes para iniciar así una política de terror entre los agremiados, los maestros cesaron la lucha. En 1959 los ferrocarrileros exigieron un aumento salarial encabezados por Demetrio vallejo, pararon los carros de ferrocarril y uno de los gremios más grandes de ese entonces se fue a huelga, la respuesta fue el despido masivo de trabajadores y la aprehensión de los líderes sindicales a los que se les acusó de comunistas, finalmente en 1965 los médicos del país entraban en huelga por el incumplimiento de sus derechos laborales, un movimiento social que sería arduamente perseguido e instigado desde el poder para hacerlos desistir, la represión no se limitó en el acoso sino en la violencia y represión constante, la desaparición y asesinato de líderes, es lo que generó naturalmente la disolución de la lucha social pero no así de un descontento popular que inundaba el país.

A esto hay que sumarle una cuestión importante que sucedía fuera de México, la consolidación de la revolución cubana, Castro y Guevara se habían convertido en símbolos para todo latinoamérica, los discursos de patria, de esperanza y de libertad se esparcían rápidamente entre los sectores más populares de la población y entre los jóvenes el marxismo leninista estaba en auge, todo lo que se necesitaba para crear una coyuntura cultural y popular estaba dado, una juventud educada en la lucha de clases, con simbolismos claros y recientes, con ímpetu de participar en la vida política y un deseo rapaz de demostrarle a los adultos que ellos podían y querían marcar la diferencia. 

 

Los jóvenes del 68 necesitaban una excusa para entrar en el juego político y el Estado les dió la mejor, la represión desmedida a una trifulca en la plaza de la ciudadela fue lo que encendió la mecha que terminaría de explotar una revolución social encabezada por la juventud, por primera vez en el país los adultos callaron, los jóvenes se apropiaron de la vida pública y demostraron lo aprendido en la teoría de una manera impecable.

Su formación marxista les llevó a poder no solo empatizar sino enfatizar los problemas de los gremios más golpeados por un Estado represor, una solidaridad enorme que fue plasmada a lo largo de todo su pliego petitorio, la disolución del cuerpo de granaderos era y es hoy una de las demandas políticas más relevantes de la historia. Entendiendo el estado como el monopolio de la violencia (como Webber nos lo explica), la demanda de la desaparición del cuerpo armado y civil del Estado es mermar y afectar de manera frontal ese monopolio, es desarmar al Estado para que no pueda dañar ni afectar la movilización social. 

La liberación de los presos políticos de los movimientos anteriores y el estudiantil, en otras palabras era una declaración de clase social, era un llamado colectivo a los profesores, ferrocarrileros y médicos a reavivar la lucha, a unirse y conformar un frente popular amplio e implacable, llamado al que los aludidos acudieron con muchas ganas, la lucha de las juventudes resultaba, de pronto,su lucha.

la desaparición del artículo 145 y 145 bis que criminalizaban la protesta social y dotaban de facultades al Estado para la disolución violenta de las movilizaciones, un punto importante pues si el Estado no puede sustentar su accionar en la vía jurídica la sociedad apática no podría permanecer estática, una vez más se trata de desarmar al Estado.

Indemnización a las familias de los muertos y heridos por represión, una exigencia de asumir y afrontar responsabilidades del Estado, aceptar que ellos habían cometido actos contra la población.

Exigencia de diálogo público entre el movimiento y el gobierno, quizá la exigencia más democrática y más replicada desde entonces, gobierno abierto, gobierno al servicio de la población.

 

Pero no solo el pliego petitorio demostraba una madurez de lucha bastante dura, también lo hacía su manera de organización, comprendiendo que la sectorización de las luchas previas es lo que las había llevado a la ruina el CGH decidió incluir a la población en su organización natural, los brigadeos de panfleteo incluían e informaban a la gente que permanecía ajena, los mitines relampago resultaban útiles para generar empatía al movimiento, los recursos audiovisuales como las caricaturas y las canciones resaltaban el sentimiento de adhesión y la lucha por la educación popular incluía a los jóvenes que menos favorecidos se dedicaban a otras cosas.

 

¿Lo ves ahora? el movimiento del 68 no fue estudiantil, fue político, popular, fue socializado e interiorizado en la cultura de la época pero no podemos definirlo como “estudiantil” pues es limitarlo en sí mismo.

 

Ahora hablemos de nuestras herencias, heredamos de esa valiente y combatiente generación la posibilidad de terminar nuestras protestas en el cuadro principal del país, terminar una manifestación de descontento social en el Zócalo capitalino es hoy algo común pero también es un acto simbólico, es apropiarnos del espacio público, es apropiarnos de lo que por derecho es nuestro, es dejarle en claro a la autoridad que el país no es suyo, que no pueden hacer las cosas mal, que nosotros vamos a pelar por lo que es nuestro.

 

La importancia del estudio teórico y la aplicación práctica, estudiar es bonito, es un acto hermoso que nos inunda de muchos conocimientos pero el 68 nos demostró que el deber de los estudiantes es buscar transformar la realidad, aplicar esas teorías y salir a las calles a transformar no solo nuestras vidas sino nuestras sociedades.  

 

La resistencia ardua y ambivalente de las luchas sociales, mientras se organizaban marchas pacíficas y actos no violentos para adherir adeptos a las causas se organizaban también, los químicos para poder resistir los ataques violentos de los cuerpos policiales, los llamados refrescos explosivos abundaban las escuelas pues había que defenderse de la violencia y aunque el movimiento era en apariencia pacífico se llenaban las calles con aerosol, se lanzaban explosivos para repeler a los cuerpos represivos y eso es algo que aún hoy estamos aprendiendo, no existe una sola forma de lucha, no hay una mejor ni tampoco una de la que podemos desligarnos.

 

La lucha de representación y liberación femenina en México, el 68 fue el primer espacio que las mujeres encabezaron y buscaron movilizar por sus derechos ya ganados y por el acceso a derechos más equitativos, actos tan sutiles pero revolucionarios como el uso de minifaldas y la corrección a los hombres en forma y fondo, los discursos de los líderes eran rechazados si incluían maneras despectivas o ridiculizantes hacía las mujeres.

 

El deber social de la juventud es, en mi opinión, la herencia más dura y que debemos tener más en cuenta, como juventud tenemos sobre nuestros hombros la posibilidad de no perder nada al movilizarnos, podemos hacer uso de nuestra energía y fuerza y debemos tener ese impulso de cambio que nos brinde a todos mejores oportunidades, los adultos están bastante ocupados creyendo saberlo todo, están absorbidos en soberbia y en deudas que el sistema les ha creado pero, nosotros no, nosotros no tenemos ni debemos de tener eso, nosotros estamos acá, libres y debemos estar dispuestos a librar las batallas que nadie más va a librar.

 

Hoy amigos los invito a aprender y a aceptar nuestras herencias colectivas, a no olvidar jamás a esa generación que nos regaló lo que hoy tenemos y a seguir su lucha. 

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