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Simbiosis: sin ti no puedo vivir.

Por Beatriz Velázquez

Tw: @bio_beatriz

La Ecología, que es una rama de estudio de la biología, suele confundirse con el ambientalismo o ecologismo, que se refiere a movimientos sociales y comunitarios para la preservación y protección del medio ambiente. Sin embargo, la ecología es una disciplina científica que estudia las relaciones de los diferentes seres vivos entre sí y con su entorno. Se encarga de estudiar las interacciones de diferentes organismos con su ambiente y como se vuelve dinámica estas relaciones. Esta rama de la biología, es casi tan antigua como todo el conocimiento occidental, sentando sus bases en la historia natural desarrollada por antiguos filósofos griegos, como Hipócrates, Aristóteles y Teofrasto. Posteriormente, la ecología fue evolucionando y sentando más bases con ayuda de la biología evolutiva, genética y etología, entre otras disciplinas.

Entonces, lejos de que la ecología estudie cómo reciclar o tirar menos basura, estudia realmente procesos, como la sucesión ecológica, cadenas tróficas, movimiento de energía a través de comunidades vivas, abundancia y distribución de organismos, y de lo que les quiero contar un poquito en esta columna; sobre los procesos de la vida, interacciones y adaptaciones.

Si consideramos a la biosfera, como un macro-organismo o macro-comunidad, podemos darnos cuenta que nada es aislado y que todo va encadenado, y que por sí solos no podríamos sobrevivir si no es con ayuda de otros organismos, ya sea porque los comemos o porque de alguna manera nos proveen de cierto “beneficio ecológico”. Dentro de las relaciones interespecíficas, es decir, entre especies de una comunidad, existen distintos tipos de interacciones que pueden clasificarse como “perjudiciales” o “benéficas”. Las relaciones interespecíficas benéficas son: el mutualismo, comensalismo, protocooperación y simbiosis. Mientras que las perjudiciales o antibióticas son: el parasitismo, depredación, competencia e inquilinismo. ¿Podrían imaginarse algunos ejemplos de estas relaciones?

La más conocida e incluso importante forma de mutualismo, es la polinización, en la que ambas especies, tanto insectos o vertebrados polinizadores y especies vegetales, se ven beneficiados, la planta se reproduce mientras el polinizador recibe una recompensa comestible (polen, néctar). Sin esta relación, no estarían comiéndose un manguito con chilito. El comensalismo, en cambio, sólo una de las especies se ve beneficiado, el ejemplo más famoso, es el de las rémoras que se adhieren fuertemente a los tiburones para transportarse y alimentarse del sedimento pegado. El tiburón, en cambio, no es afectado por la rémora. La protocooperación, suena algo comunista, y lo es; es una relación parecida al comensalismo, pero en este caso, las especies pueden existir independientemente si tienen esta relación o no, un ejemplo sencillo puede ser la existencia de aves dispersadoras de semillas de otras especies de árboles, aunque las aves no estuviesen presentes en la vida de los árboles, éstos pueden sobrevivir sin los otros y viceversa.

Es curioso pensar e imaginar, que dentro de procesos vitales, existen interacciones antibióticas o perjudiciales. En este tipo de relaciones interespecíficas, una de las especies, se ve perjudicada mientras que la otra obtiene energía u alojo para seguir existiendo. Por ejemplo, podemos vivir día a día, relaciones parasíticas con otras especies que nos afectan como humanos, como ser picados por dípteros hematófagos (mosquitos chupasangre), o por tener gusanos planos (solitarias) dentro del intestino creciendo a expensas de lo que comemos, que incluso si se llegase a romper el equilibrio entre el parasitismo, tanto el huésped como el parásito, se ven perjudicados. El éxito del parasitismo, consiste en que el parásito no mate a su huésped. Por otro lado, la depredación es la relación interespecífica más “sanguinaria”, pues consiste en una especie devorando a la otra, por ejemplo, rumiantes que comen pasto o felinos que cazan roedores, o humanos que viven bajo el sistema económico capitalista. Una de las especies, en esta relación, es sacrificada por salvar al otro, por lo que, la depredación puede entenderse como un flujo de energía de un nivel trófico a otro, de esta manera podemos visualizar varios niveles energéticos en los ecosistemas. Los pastos producen azúcares a través de la luz solar, después es devorado por algún herbívoro y este a su vez es consumido por un depredador más grande. Cuando existe un desequilibrio en esta dinámica, es fácil observar un crecimiento poblacional de alguna especie en demasía. Un ejemplo popular, sería cuando se eliminan a las serpientes de un ecosistema, y entonces las poblaciones de roedores comienzan a crecer desproporcionadamente. ¿Existe algún depredador natural del ser humano? Me gustaría que pensaran en el virus del SARS-Cov2, como un parásito y depredador al mismo tiempo. Ahora, la competencia y el inquilinismo, son términos que incluso han sido criticados por algunos pensadores, ya que provienen de un pensamiento capitalista, muchas veces no es posible visualizar una competencia como tal cuando hay una distribución natural de los recursos, sin embargo, el ejemplo clásico de competencia, es el de las hienas contra leones luchando por el recurso de herbívoros. Evolutivamente, las hienas han alcanzado un nivel de desarrollo cognitivo para elaborar estrategias de robo, puede que sean “menos fuertes” o “vigorosas” que una leona, pero son excelentes estrategas. Por último, en las relaciones “negativas”, tenemos al inquilinismo, en la que una especie aprovecha la estructura biótica de otra para poder instalarse y vivir, es el caso de las ardillas con los troncos de árboles, los balanos con la piel de las ballenas en la que quedan incrustados mientras que a la ballena le importa poco tener esos seres ahí viviendo. O algunas epífitas viviendo tranquilamente sobre otros árboles. Esta relación no parece ser negativa, hasta que se rompe el equilibrio y sería imposible que una ballena viviera con balanos en los ojos o tapando sus orificios vitales.

De todas las relaciones interespecíficas mencionadas anteriormente, me he saltado una a propósito, y es la simbiosis. Esta es la relación más romántica que se pueden imaginar, ya que, ambas especies son beneficiadas entre sí, y no pueden ya vivir un sin la otra. La simbiosis entre especies no ocurre de la noche a la mañana y tampoco es algo que se pueda romper. Un proceso simbiótico, es producto de la coevolución de dos organismos, que posiblemente en un principio sostuvieron una relación parasitaria o comensalista, y por medio de la selección natural se fueron perdiendo funciones de una especie y la otra, para complementarse. El ejemplo más clásico y popular, son los líquenes, que ya son organismos dos en uno y funcionales. Los líquenes son algas y hongos simbiontes que se complementan en funciones, mientras que el alga hace fotosíntesis, el hongo le permite crecer de una manera radial y confiere protección. Actualmente estas especies ya no pueden ser separadas ni aunque nuestro señor AMLO lo diga.  Otro ejemplo bonito y popular, es el pez payaso (Nemo) con las anemonas, quienes confieren protección al pez mientras recibe visitas de otros peces atraídos por el pez payaso, que finalmente la anemona podrá comer. Existen muchos niveles de simbiosis, es decir, se puede presentar en distintos grados, ya sea ectosimbiosis, una simbiosis que ocurre fuera de los organismos o endosimbiosis, que ocurre a nivel celular. Por lo que me viene a la mente la teoría endosimbiótica sobre el origen de las mitocondrias (organelo de la célula que produce energía), propuesto por Lynn Margulis, en la que se explica que este organelo surgió de una relación de simbiosis entre alga y otro organismo unicelular que fagocitó y secuestró a la alga para que fuera su máquina de energía, posteriormente, el alga no pudo abandonar el cuerpo celular de la otra especie, e hicieron un tipo de intercambio horizontal genético. Es por ello que las mitocondrias poseen su propio ADN, muy diferente del ADN de la célula que la contiene. Es una bonita y complicada historia de amor, que por millones de años se ha visto reforzada. Ahora os invito a pensar en las relaciones simbióticas que podrían existir entre seres humanos con otras especies o incluso a nivel intraespecífico. Sin duda, la más noble de las relaciones que involucra también un sacrificio de la autonomía orgánica, pero ¿qué somos nosotros sin el resto de los seres vivos? Nada.

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