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Piernas cerradas

Elsa Flores

La brisa de cascada llega en cada respiración, la siento en el cuello murmurando. El agua avanza en contra de la voluntad y enviste con fuerza al miedo, es como si estuviera sumergida con piedras en el pecho. Y cuando abro de golpe los ojos dando una bocanada de ahogada me pongo a temblar, no estoy donde pensé, estoy en un cuarto, las piedras en el pecho no son más que otro cuerpo sobre mí que embiste a mí miedo, al parecer, sí me he ahogado.

Es como si despertara con la pregunta en los ojos sobre dónde he estado, tiemblo, pero no me muevo y dentro de mí surge una repulsión reprimida en respiraciones cortadas por los jadeos no compartidos, las caricias no pedidas y el sometimiento ancestral de mi vagina, sigo sin moverme. Se han derrumbado las murallas corporales dejando la vista fija en el techo que es paisaje donde pierdo el sentir del tiempo, pensando en los sacrificios por amor que se consagran ante la luna y el niño que muere antes de nacer, pienso en su voz arrastrándose a la irracionalidad y el camino que va dejando para poder conquistar piel ajena.

¿Será mejor no decir nada para que la soledad no venga? ¿Será que el silencio pueda dar respuestas? ¿Será que esta vez pueda reconocer a la mujer que está en el espejo? No lo sé, él ya se ha ido y yo sumerjo la cabeza en el agua para seguir ahogada.

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