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Yo sigo siendo 132

Rodrigo Chávez

El día de ayer se cumplieron 10 años del comienzo del movimiento #YoSoy132 y a una década de distancia he decidido compartir mi experiencia dentro de tan plural, variado pero altamente infructífero movimiento. No me malentiendan, considero que el movimiento yo soy 132 junto con el movimiento #TodosSomosIPN marcaron irrenunciablemente mi vida sin embargo tengo la obligación ética y moral de mirarlos críticamente y aceptar los vicios y problemas que se tuvieron así como sus flacos resultados.

El 11 de mayo de 2012, en pleno proceso electoral los alumnos de la Universidad Iberoamericana decidieron increpar a Enrique Peña Nieto, candidato del PRI en una presentación de su candidatura en el auditorio de la misma universidad. 131 alumnos con pancartas y consignas en favor de las víctimas de los sucesos en Atenco los estudiantes consiguieron acorralar al candidato en el baño y fue uno de los primero eventos virales,un prefacio de lo que le esperaba a Peña Nieto en su trayectoria política.

Recuerdo estar en el último año de la secundaria, ver en las noticias lo que había sucedido y sentir dentro de mí un profundo deseo de ser parte de lo que ocurría, el primer impulso de activismo que no de formación política. Crecí en un hogar altamente politizado, entre los periódicos de la jornada y escuchando cada noche el programa de radio “el hueso” de W radio. Me formé con Riuz, con un coqueteo incesante a la revolución cubana y con un interés profundo en el movimiento del 68. Ver un vestigio vivo de esa insurrección ciudadana me hizo saber en donde tenía que enfocarme y así es como me declaré #YoSoy132 y comencé a tratar de evitar que EPN fuera presidente, aunque no tuviera edad para votar.

Al ser un adolesente de 15 años mi madre nunca estuvo de acuerdo con que comenzara a militar en un movimiento social sin embargo entendí y estudié los distintos roles dentro de los movimientos y cómo las nuevas tecnologías jugaban un papel importante dentro de las mismas, uno de los análisis que, a la distancia, veo como más certeros del movimiento #YoSoy132 es como los medios de comunicación son capaces de generar realidades y narrativas disonantes que complejizan la empatía a los movimientos contrahegemónicos.

En el entendido de la necesidad de usar el espacio virtual como un territorio en disputa y de manera autoinferida decidí comenzar a integrarme a grupos de facebook y seguir páginas que eran parte del movimiento para replicar lo que de ellas emanaba, me convertí, pues, en un resonador de lo que sucedía a nivel de calle con el movimiento. Sin embargo, no me limitaría a ello, comencé entre amigos y conocidos de mi secundaria a platicar abiertamente de la política nacional y a encontrar la fuerza de mi voz entre mis compañeros. Debatiamos en clase la necesidad de los movimientos sociales y porque deberíamos solidarizarnos e incluso ser parte del #YoSoy132. Como es de imaginarse, a los 15 años y a punto de terminar la secundaria nadie tenía el interés de involucrarse en estos temas.

Pero para mí fue entender el comienzo de mi vida política de una manera más activa y militante, el movimiento 132 fue dar por iniciada la militancia de cuerpo y tiempo completo, dar el salto de lo teórico a lo material, aunque claro que uno nunca deja de formarse políticamente.

En mis jóvenes 15 años se sentía como si pudiéramos hacer la revolución, sentí la potencialidad de un cambio y por primera vez entendí que no hay cambio que se pueda hacer solo, nada es personal y único, la vida si no se comparte no se enriquece y si no se mueve se muere. Cuando entré a la Vocacional 4 del IPN, unos meses antes de que EPN asumiera la presidencia el movimiento 132 ya se había diluido, por un lado la derrota electoral había hecho perder el rumbo a muchos de los actores del movimiento y desmotivado a la gran masa que el movimiento había encendido pero aún existía un plantón de estudiantes de la UNAM y la UAM que resistía en el monumento a la revolución.

En un día de escuela decidí darme una escapada y acercarme a ese espacio, un espacio mayormente anarquista que seguía pensando en cómo evitar la toma de la presidencia por parte del PRI y en dónde pude entender que el movimiento o al menos el anarquismo que se sumó al 132 se sentía bastante traicionado por la dirigencia del mismo. Era insultante que Antonio Attolini, quien se declarara vocero del movimiento haya aceptado un espacio en foro tv y que se hayan aceptado los resultados de la elección sin intentar generar una resistencia como la vivida en 2006. Para el anarquismo el problema estuvo en subditar el movimiento a las leyes y dirigencias con un alto sesgo de clase.

Este desencanto y desarticulación de lo que pintaba a ser como una primavera mexicana causó que el anarquismo, los único que siguieron resistiendo después de la elección, tomaran la decisión de evitar la toma presidencial a través de la acción directa. Organizados con palos, piedras, cohetones, petardos y molochas el 1 de diciembre de 2012 el movimiento anarquista se dirigió a San Lázaro a dar guerra en contra de un presidente ilegítimo mientras el movimiento #YoSoy132 decidió marchar del Ángel al Zócalo para mostrar inconformidad con lo que ocurría en el palacio legislativo. La jornada terminaba con casi un centenar de detenidos, una represión generalizada y mucho caos alrededor de lo que seguiría con el movimiento estudiantil.

Sin lugar a dudas el 132 se terminó institucionalizando y muchos de sus dirigentes y militantes se sumaron a MORENA o comenzaron a trabajar para televisa o tv azteca, incluso dentro de las filas del PT o del VERDE o del PAN hay quienes fueron militantes de este movimiento, hace 10 años que esos jóvenes vaciaron las aulas para evitar la imposición presidencial de una televisora, hace 10 años que el IFE nos vendió la pasada, hace 10 años que los bloques negros tuvieron su gran día de movilización.

De no haber sido por el movimiento #YoSoy132 jamás habría tenido el arrojo y valor de incitar y movilizar a mi vocacional en el 2014, no me habría inmiscuido hasta los codos con la política de este país, o habría podido soñar con un cambio ni hubiera encontrado espacio para poder traer a ustedes cada semana estas columnas. Pese a que la ambición más grande, la de evitar la presidencia de EPN, no se pudo concretar yo le debo al 132 la luz que arrojó sobre aquel niño de 15 años y que hoy milita en la calle convencido de que debemos tomarnos el estado para corregir lo que falta por corregir.

Porque la dignidad, la democracia y el amor son un derecho de nacimiento y lo reclamo todos los días y lo pido porque sigo vivo. No tengo cómo agradecer a esa generación el haberme permitido vivir los últimos remansos de un movimiento estudiantil plural y de masas que me hiciera soñar y perseguir una utopía que, desde el principio, sabíamos perdida pero que con el tiempo, al menos democráticamente hemos conseguido aventajar.

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