Territorio sagrado
Por Melissa Cornejo.
Bajo un pie detrás del otro
abandono la cama
con ritmo de gotera
los huesos crujen.
Mujer-pan tostado
que se rompe de tanto fuego.
El grifo chilla, el agua me abraza
¿Hace cuánto que estas
caricias son las únicas?
Tengo una cita con una mujer.
La conozco. Ella sabe que existo.
A veces me mira orgullosa
al final de la calle.
Siempre guarda un gesto
compasivo para mí.
Se me escapa.
Siempre voy detrás de ella.
Mi destino es alcanzarla
tiene planes para mí.
Voy a su encuentro y la reconozco.
¿Cómo carga tantos abandonos
sin romperse la espalda?
¿Cómo habla con esa herida
que le atraviesa la lengua?
Quiero darle una buena impresión
hoy piso más fuerte que cuando
nos conocimos en aquel diván
y no quise regresarle la mirada.
Ha esperado este momento, me dice
y no me atrevo a contradecirla.
En respuesta, bendigo
todas mis soledades.
A compás de tierra
se arrastra hacia mí.
Roza mis labios y
a través de los poros
decide habitarme.
No hace falta abrir los ojos
para saber que la mujer
ya no está frente a mí:
la siento dentro.
Que mi cuerpo le sea leve.
Que mis heridas sean dignas.
La búsqueda terminó:
reconcilio dentro y fuera.
Abro los ojos y me aparto del espejo
de vuelta a la cama
toda la desnudez.
Mi cuerpo: territorio sagrado.